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La Mezticienta

dafnepechEnsayo1 de Diciembre de 2013

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La Mezticienta

Hubo muchos, muchos años una joven muy hermosa tan hermosa que no había palabras para describirla se llamaba mezticienta.

Mezticienta era pobre, no tenía padres y vivía con su madrasta, una mujer soltera, fea, siempre molesta y dándoles órdenes a toda la hacienda.

Con la madrasta también vivían sus dos hijas llamadas Gisela y Analia, que eran muy feas e insoportables. Mezticienta era la que hacia los trabajos más duros de la casa: cortar leña, chapear, cortar henequén, tortear. Mezticienta apenas tenía amigos, solo dos cerditos muy simpáticos que vivían en la hacienda.

Un buen día, sucedió algo inesperado; el patrón de aquel lugar hizo saber a todas las chicas jóvenes a un gran baile que se celebra en la hacienda.

El motivo del baile era encontrar una esposa para el hijo del patrón; el joven! Para casarse con ella.

La noticia llegó a los oídos de Mezticienta y se puso muy contenta. Por unos instantes soñó que sería ella, la futura mujer de joven.

Pero, por desgracias, las causas no serían tan fáciles para mezticienta.

La madrastra de Mezticienta le dijo en un tono malvado y cruel:

- tú Mezticienta, no iras al baile del joven, porque te quedaras aquí en la hacienda a hacer tus que haceres y preparando el almuerzo para cuando nosotras volvamos.

Mezticienta vía como sus hermanastras se arreglaban y se intentaban ver guapas y bonitas, pero era imposible, porque ellas eran muy feas de tan mala que eran pero sus hipiles eran muy bonitos!

Al llegar la noche, su madrasta y hermanastras partieron hacia la hacienda, y mezticienta, sola en casa, una vez más se puso a llorar de tristeza.

Entre llanto y llanto dijo en voz alta:

_¿Por qué seré tan desgraciada ? por favor, ¿ alguien puede ayudarme?...Decía Mezticienta con desesperación.

De pronto vino su madrina que es muy buena y con voz suave, tierna y muy agradable le dijo a Mezticienta;

-No llores más te ayudaré.

¿De verdad? Dijo Mezticienta un poco incrédula ¿pero cómo me vas a ayuda?

-No tengo ningún hipil bonito para ir al baile y mis zapatos están todos rotos!

Su madrina alquilo un hipil, y unos zapatos preciosos y se los puso.

-¡Ahora ya puedes ir al baile de la hacienda Mezticienta!, Pero ten en cuenta una cosa, muy importante: tu vestido a las 12 de día tendrás que irte a cambiarte para seguir con tus labores; sino vera tu madrasta que no estas.

Cuando Mezticienta llegó a la hacienda, causo mucha impresión a todos los asistentes, nadie nunca había visto tanta belleza, Mezticienta estaba preciosa.

El joven, no tardó en darse cuenta de la presidencia de esa joven tan bonita. Se dirigió hacia ella y le preguntó si quería bailar.

Mezticienta, dijo:

-SI! , claro que sí! Y estuvieron bailando durante horas y horas.

Las hermanastras de Mezticienta no la reconocieron e incluso se preguntaban quién era aquella chica tan preciosa.

Pero de repente:

-Oh! , dijo Mezticienta, son casi las 12 del día, necesito ir a cambiarme porque si no mi madrasta vera que no estoy y no e hecho mis labores.

Salió a toda prisa de la pista de baile, bajó los escalones perdiendo, en su huida su reboso, que el joven, encontró y recogió.

Para encontrar la bella muchacha, el joven ideó un plan. Se casaría con ella.

Envió a su capataz a recorrer toda su hacienda.

Al cabo de unas semanas, el capataz de la hacienda llegarón a casa de Mezticienta.

La madrasta llamó a sus feas hijas para preguntas si de algunas de ellas era el reboso.

El capataz del joven vio a Mezticienta en un rincón de la casa, y exclamo:

-eh!; es tuyo este reboso.

La madrasta y sus hijas dijeron:

_ Por favor!, ¿Cómo quiere usted que Mezticienta

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