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La evolución del cerebro humano

Eri EstrellaDocumentos de Investigación24 de Noviembre de 2022

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La evolución del cerebro humano

Según la teoría, el consumo de carne llevó a la evolución del cerebro humano, pero al parecer fueron los sesos y el tuétano los que lo volvieron Homo sapiens.

La teoría de que la dieta carnívora permitió la evolución de los primeros homininos desde los australopitecos hasta el Homo sapiens sapiens. De acuerdo con la teoría de la evolución de los homininos por su dieta carnívora, se considera que consumir alimentos con mayor contenido de energía causaron que se enriqueciera su aporte nutricional y alargaran sus periodos de saciedad, ya que el aparato digestivo trabajaba más lentamente que con los vegetales.

De esta forma, el cerebro de esos individuos se desarrolló mejor, tuvo más tiempo para ocuparse de otras actividades y no solamente de recolectar frutos y hierbas para su consumo. Así, crearon herramientas y empezaron a modificar el ambiente en que vivían, hace dos millones de años, consumía carne cruda y vegetales que trituraba con sus herramientas, lo que le ahorró el tiempo que ocupaba en masticarlos. Por lo tanto, también hubo una modificación en sus piezas dentales, que fueron disminuyendo de tamaño. 

Esta hipótesis descarta que la evolución del cerebro de los homininos modernos se haya debido principalmente a la introducción del hábito de cocinar, hace unos 500 mil años, sino que sus transformaciones comenzaron mucho antes, hace dos millones de años. Orígenes del depredador humano: la transición a la explotación de animales grandes por los primeros homininos, en el que plantean que la evolución del cerebro hominino comenzó millones de años atrás, pero no por el consumo de carne, sino por una alimentación a base de médula ósea y cerebro de grandes animales.

El australopiteco, hace unos 3.76 millones de años, cambió su dieta por nuevos hábitos alimenticios, en los que la carne no jugó un papel muy importante, sino los nutrientes del interior de los huesos y el cráneo, que fueron extraídos con herramientas de percusión. En esos tiempos nuestros ancestros podrían haber comenzado a recolectar los cadáveres de animales grandes, que habrían fallecido por causas naturales o por las garras y colmillos de otros mamíferos, que dejaban los restos óseos, luego de aprovechar la carne.

Lejos de competir con esos depredadores u otros que se acercaran al cadáver para consumir restos de músculo adherido al hueso, los homininos recolectaban los huesos largos y el cráneo, y con herramientas de percusión los trituraban para extraer la médula o tuétano y abrían los cráneos para consumir el cerebro o sesos. Como ya se ha planteado, el uso y perfeccionamiento de las primeras herramientas fue una actividad esencialmente femenina, por lo que las homininas seguramente también descubrieron el relleno de los huesos y el interior de los cerebros, como alimentos provechosos, además de que el tuétano y los sesos se mantienen frescos por más tiempo que la carne, con menos bacterias, también son una importante fuente de nutrientes, en especial el tuétano que contiene los ácidos grasos esenciales docosahexaenoico (DHA) y eicosapentaenoico (EPA), que intervienen en el desarrollo del cerebro, preservan las capacidades cognitivas, previenen la demencia, la depresión y contribuyen a prevenir enfermedades cardiovasculares, entre otras funciones, de esta etapa de recolector de huesos y cráneos, los homininos continuaron su evolución cerebral y desarrollo de piezas dentales más pequeñas, que llevaron a la modificación de su rostro, hasta llegar al Homo sapiens sapiens que mantiene una dieta omnívora y su gusto por la médula y el cerebro de animales.

Conclusiones:

De lo expuesto anteriormente, puede derivar la perspectiva evolutiva en el estudio de la evolución del cerebro humano en la alimentación, nos ofrece claves importantes para entender mejor las recientes de enfermedades crónicas. Esta perspectiva se ve fortalecida por los avances en el estudio de los registros fósiles, las mismas fuerzas sociales que generaron los cambios alimentarios, específicamente la tecnología y la industrialización de alimentos, pueden ser aplicadas para revertir los factores de riesgo generados.  En los comportamientos humanos está la búsqueda de formas más eficientes y placenteras de consumo de alimentos.

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