Las Estaciones
grecapi1824 de Marzo de 2013
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El cambio de estación ha ejercido una marcada influencia en la supervivencia y en la evolución de la vida en la Tierra. Los animales y las plantas, especialmente aquellas que viven en las zonas templadas, han desarrollado estrategias de supervivencia que forman parte de sus hábitos de reproducción, evolución, alimentación y comportamiento social.
El invierno es la estación más restrictiva para la mayoría de las especies. En las zonas templadas, el frío y los días cortos les dejan sin comida y les hacen estar en continua lucha contra los elementos. Muchos animales y plantas, sobre todo los débiles y viejos, mueren. Las colonias tienden por naturaleza a permitir que tan sólo los mejores individuos sobrevivan para que las futuras generaciones sean más resistentes.
Las hojas de las plantas son verdaderos recolectores de energía solar. En las zonas templadas, las hojas de las especies herbáceas y de muchas plantas de hoja grande no pueden realizar la fotosíntesis cuando la luz solar es mínima y las temperaturas son demasiado bajas. Con la llegada de la escarcha, estas plantas cortan el flujo de nutrientes a las hojas, reabsorben la preciada clorofila verde y dejan tras de sí las tonalidades amarillentas y rojizas propias del otoño. Al final, las hojas se caen de los árboles y, eventualmente, se descomponen y pasan a formar parte del suelo. Las plantas sobreviven al invierno gracias a las reservas de energía que almacenan en las raíces.
Los árboles de hoja perenne como los pinos, los cedros y las encinas, no pierden las hojas; disponen de estrategias más primitivas y fructíferas para conservar la energía y el tejido durante las épocas de frío y heladas. Algunas plantas pasan el invierno como bulbos bajo la tierra o como semillas o esporas, preparadas para dar lugar a nuevos individuos cuando llegue la primavera y la posición de la Tierra haga que la zona donde viven se oriente más directamente hacia el Sol.
Con la llegada del invierno, muchos mamíferos llevan a cabo complicados rituales y comienzan a buscar pareja o a luchar para conseguirla. El pelaje y las capas de grasa engrosan y las aves cambian las plumas. La liebre y el zorro ártico cambian por completo el pelo y se camuflan en la nieve. Los animales de las zonas templadas han desarrollado instintivamente comportamientos que les ayudan a hacer frente al invierno. Esto explica la frenética recogida de alimentos y su posterior almacenamiento que llevan a cabo las abejas, las ardillas y algunos pájaros; los osos, por su parte, se atiborran de comida.
Muchos animales hibernan durante la época de frío y escasez, su metabolismo se ralentiza y caen en un profundo letargo durante el cual viven de los alimentos almacenados en verano y sólo se despiertan una o dos veces para olisquear el aire en busca de alguna señal que les indique que llega la primavera. Los insectos experimentan un estado de reposo, conocido como diapausa, en algún momento de su desarrollo (huevo, larva, crisálida o adulto), según las especies.
En primavera, tanto la fauna como la flora dan la bienvenida a nuevos miembros. En el caso de las plantas, brotan nuevos individuos y los adultos que han sobrevivido comienzan a echar flores y hojas. Los animales, adormilados y flacos tras el invierno, se animan gracias a que los días se hacen más largos y a que el tiempo es más cálido y seco, y comienzan a vagar y alimentarse.
Los veranos en las zonas templadas pueden ser tan duros como los inviernos. Algunas plantas se han adaptado a las condiciones extremas del verano para evitar la deshidratación. Las especies del desierto, como algunas hierbas y árboles del desierto mueren hasta la raíz o dejan caer las hojas.
Entre los variados comportamientos estacionales de los animales puede que la migración sea el más espectacular. Algunos colibríes se desplazan miles de kilómetros de continente a continente cuando
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