Octavio Paz

En su ensayo Octavio Paz inicia marcando como la percepción que el extranjero tiene del hermetismo del mexicano proyecta una imagen ambigua y hasta contradictoria en la que se descubren antagonismos marcados por una actitud insegura en la que lo mismo se descubre traición y lealtad, crimen y amor; en suma atracción y repulsión. Enlaza de una forma implícita la enigmática figura que tiene el mexicano de la mujer a la cual se designa como “cifra viviente de la extrañeza del universo”, la mujer no es solamente un instrumento de conocimiento, sino el conocimiento mismo que no poseeremos nunca, es el “misterio supremo”.

Pasa de esta percepción general del mexicano a establecer un parangón con el concepto de la clase obrera que como elemento mecánico de la maquinaria de la producción capitalista es despojada de su naturaleza humana, de su individualidad y relación humana concreta con el mundo, cosa que establece su ausencia de espontaneidad y creatividad. Devela con su reflexión como los regímenes totalitarios sean de cualquier tipo a través de sus medios de inducción como la propaganda, acción política totalitaria, terror y represión; de forma fragmentada con verdades incompletas van organizando teorías políticas, verdades absolutas para las masas. La impersonalidad del esfuerzo de trabajo que se requiere a la clase obrera se contrapone con las facultades y defectos del mexicano, que con lentitud y cuidado en los detalles que componen una tarea, además del innato buen gusto (milenaria herencia) lo hacen sobresalir como bien dice el autor en “el arte difícil, exquisito e inútil de vestir pulgas”.

De aquí en adelante nos conduce el autor por un intrincado camino de cavilaciones sobre como las diferentes actitudes que caracterizan al mexicano tienen base en el miedo y el recelo. Asevera que “nuestra actitud cerrada e inestable” tiene raíces en el periodo colonial del país, y que se ha acendrado pues en los casi 200 años como nación independiente

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