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Sientificos


Enviado por   •  25 de Febrero de 2014  •  1.509 Palabras (7 Páginas)  •  296 Visitas

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TIO CONEJO Y TIO COYOTE

Una viejita tenía una huerta que era una maravilla.

Allí encontraba uno todo: rabanitos, culantro, tomates, zapallitos y chayoticos tiernos, lechugas. Pero la viejita comenzó a encontrar los quelites de las matas de chayote y de zapallo comidos, y después, daños por todo. Entonces hizo un gran muñeco de cera y lo plantó en la puerta.

Pues, señor, el caso es que tío Conejo era el de aquel tequio; se metía en las noche y se daba cuatro gustos gurruguseando por todo.

Cuando llegó y se encontró con aquel espantajo, se escondió detrás de unas matas a examinarlo. y al convencerse de que no se movía y que era de mentiras, la picó de valiente, se acercó y le dijo: --¿Idiai, hombré, a ver qué es la cosa? Echémonos, a ver si vos me podés atajar.

Y tio Conejo le metió su moquete, pero como el muñeco era de cera, tío Conejo se quedó pegado. Le dio mucha cólera y le metió otro moquete y se quedó pegado. Por despegarse comenzó a patalear y se quedó pegado de las dos patillas; metió la cabeza y se le pegaron las orejas.

En esto amaneció y salió la viejita a su huerta y se va encontrando con mi señor, bien pegado del muñeco.

--¡Ajá, con que ya di con lo que era! ¿Con que vos eras, confisgado, el que estabas acabando con mi huerta? Aguardate ai y verás. Ahora te voy a pelar, a ver si te quedan ganas--. Y lo cogió y lo metió entre un saco; lo amarró y lo dejó a un ladito en la cocina, mientras iba a traer el agua.

--¡Ah vaina la que me fue a pasar! -se puso a pensar tío Conejo. Y comenzó a pegar unos grandes gritos: --¡Sáquenme de aquí! ¡Sáquenme de aquí!

En esto iba pasando tío coyote y a los gritos, se fue metiendo hasta la cocina a ver qué era. Cuando llegó junto al saco, preguntó: --¿Quién está aquí; --Tío Conejo le contestó: -Pues yo, tío Conejo, que me tienen entre este saco porque me quieren casar con la hija del rey, y yo no quiero. Yo no me quiero casar.

Tío Coyote le dijo:

--¡Que mamada! ¡Con la hija del rey-- !¡Así quien no...! ¿Qué más querés?

Tío Conejo le dijo: --Pues ni aun así. Ya ves que es la hija del rey, y todavía si me la dieran encasquillada en oro, diría que no. ¡Qué vaina! ¡Qué vaina! El buey solo bien se lame. Yo que pensaba morir soltero...

Tío Coyote dijo: --¡Cuándo yo! ¡Más bien estaría bailando de la contentera! Yo sí que no me haría el rosita como vos.

Entonces tío Conejo le propuso: Mirá, ¿por qué no me soltás y te metés vos en mi lugar? En la ceremonia el novio va a estar metido entre el saco, para que la princesa no se de cuenta, porque el rey es el de la gana de que yo me case con su hija. Y una vez pasada la ceremonia, el rey tiene que convenir.

El muy no nos dejes de tío Coyote, sin acordarse de que ya otras veces tío Conejo le había jugado sucio, convino. Desamarró el saco y salió tío Conejo; se metió él, y tío Conejo lo amarró y ¡paticas! por aquí es camino...

Se escondió entre unos matorrales para ver en qué paraba aquello.

Volvió la viejita con su tinaja de agua. Puso una olla de agua al fuego y se sentó a esperar. Tío Coyote, donde oyó gente, por quedar bien comenzó a decir: --¿Idiai, a qué hora viene la princesa? Ahora sí, ya tengo ganas de casarme.

--Sí, princesa te voy a dar yo sé por dónde-- le contestó la viejita.

Cuando el agua estuvo hirviendo, desamarró el saco y se asomó. --¿Ajá, con que de conejo se volvió coyote! Está bueno.

Y tío Coyote, vuelto una agua miel, respondió: --Si señora, pero yo si tengo mucho gusto en casarme.

La viejita cogió su olla de agua hirviendo y se la echó por la trasera.

El pobre tío Coyote salió en un alarido, y en carrera abierta. Cuando lo vio pasar tío Conejo le gritó:

--¡Adiós, tío Coyote c... quemao, por amigo de ser casao!

***

Allá a los días, en una que va y otra que viene, se va topando tío Conejo con tío Coyote. Tío Conejo se quedó como el día en que lo habían de enterrar--. ¡Hijo del padre! ¡Ahora sí que me llevó quien me trjo! --se puso a pensar.

Verlo tío Coyote y ponerse como un jarro zonto, todo fue uno.

--¡Bueno, tío Conejo, yo y usté tenemos que arreglarnos...!

Tío Conejo se hizo el tonto: --Y ¿eso de qué, tío Coyote? Yo espulgo mi conciencia y veo que en nada lo he ofendido.

--Sí, callate solfas. Por dicha que ya yo sé con la tusa con que me rasco. Encomendate a Dios,

...

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