Utilizacion de campos magneticos con fines terapeuticos, biomagnetismo

Utilización terapéutica de los campos magnéticos.

I: Fundamentos del biomagnetismo

Nuestra sociedad sufre cada vez de más enfermedades que generalmente a la medicina tradicional le cuesta tratar, para poder dar solución a esto, se han buscado métodos alternativos que ayuden en el tratamiento de dichas enfermedades. El biomagnetismo es uno de estos métodos, el cual es una práctica alternativa de la medicina, que busca sanar a las personas mediante pequeños campos electromagnéticos generados por imanes que son colocados en partes específicas del cuerpo.

El electromagnetismo en el campo de la Medicina, fue utilizado por primera vez en el siglo XIX, para resolver fracturas no unidas y articulaciones supernumerarias, pero este no fue tomado en cuenta por la sociedad científica al no poseer suficientes bases. Fue entonces, a mediados del siglo XX, cuando se realizaron los primeros estudios de los campos electromagnéticos en seres vivos, naciendo así el biomagnetismo.

De ahí en adelante el biomagnetismo ha seguido evolucionando, planteándonos una gran interrogante: ¿Es este un método alternativo para tratar las enfermedades? Pues según los estudios realizados por un sinnúmero de científicos e investigadores sí, el biomagnetismo y los campos electromagnéticos generados por este, pueden ser utilizados con fines terapéuticos o de tratamiento en las personas.

Hay que tener en cuenta que la respuesta a esta interrogante no surgió así como así, pues durante los años, los científicos sometieron esta técnica a numerosas pruebas y experimentos que fueron evolucionando el biomagnetismo y sus resultados.

Una de las primeras pruebas fue realizada con un electrodo y una pila eléctrica, que al colocarlas en una fractura no unida y generar corriente eléctrica formaba tejido óseo poco a poco.

Esto llevó a los investigadores a establecer una hipótesis de que el crecimiento de tejido óseo, estaba conducido por impulsos eléctricos internos. Posteriormente fueron utilizados unos devanados que generaban un campo magnético en el exterior de la zona tratada y esto a su vez producía un impulso de corriente que permitía acelerar el proceso de reparación ósea.

Tiempo después, otro grupo de científicos experimento con la tibia de un conejo, realizando una rotura en la epífisis, lo que generaba una respuesta biológica que al igual que las pruebas anteriores producía un impulso bioeléctrico, pero que esta vez pudieron observar lo que en realidad sucedía, que era la formación de un foco de atracción de iones de calcio lo que generaba el tejido óseo justo en la zona que más lo necesitaba, que en ese momento era la epífisis de la tibia.

Este último experimento dio lugar a una técnica invasiva, donde dos electrodos se colocaban en los bordes de una fractura y con una pila eléctrica generaban corriente continua lo que permitía el control del metabolismo del calcio de la zona tratada.

Todas las pruebas y experimentos realizados dieron como conclusión que los potenciales eléctricos eran los encargados de hacer funcionar los procesos osteogénicos, quienes a su vez se encargaban de la reparación ósea. Posterior a esto, teniendo en cuenta la función de los potenciales eléctricos, un grupo de investigadores realizó en una zona del cuerpo con un fallo de consolidación una prueba colocando un condensador electrostático, de manera que el potencial externo de este supliera la insuficiencia del impulso bioeléctrico siendo esta técnica más cómoda al ser no invasiva.

Gracias a la implementación de esta técnica no invasiva los científicos se dieron cuenta de la importancia del tipo de campo magnético, ya que no todos tenían la misma eficacia sobre los potenciales eléctricos. Esto produjo que se realizaran numerosos estudios para definir cuáles eran los mejores tipos de campo magnético y así poder optimizar su uso, estos ensayos comparativos eran realizados en números pacientes que se sometían al biomagnetismo.

El progreso en estos estudios hizo entender a los investigadores que la clave para la optimización era la interacción entre el campo magnético y el tejido vivo, esto a su vez llevó a que lo que al principio parecía una investigación médica se convirtiera en una investigación más físico-biológica, ya que la base de los estudios posteriores se centraron en conseguir el mejor modelo de campo magnético que pudiera optimizar la interacción de este con el tejido vivo.

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