Cento
Isaac ZavalaEnsayo5 de Noviembre de 2023
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En una historia de amor, los protagonistas están expuestos a distintas adversidades, en diferentes situaciones y siempre se preguntan cómo solucionar la misma, es aquí donde se presenta el misterio sin respuesta, el mismo que perdura, el que siempre acabamos recordando. Me llamo Harry Mason. Soy escritor.
Siempre he tenido mucha imaginación y más cuando se trata de crear historias para el público lector que se encuentra impaciente por el hecho de poder tener en sus manos alguna narrativa de mi invención. Más sin en cambio, este sueño me inquieto, fue totalmente distinto a los demás, inclusive para mis estándares, todo en el parecía tan real, las personas, las sensaciones, los colores, los sonidos que interactuaban y encajaban de manera tan perfecta y sincronizada con lo que sucedía en el entorno en el cual me encontraba.
Así que sí, todo comenzó con un sueño, como en la típica alucinación me encontraba tirado bajo la banqueta sin poder recordar cómo es que había llegado hasta ahí, alce la mirada al cielo intentando recordar que es lo que había sucedido mientras me empapaba por la lluvia que descendía de una nube obscura la cual arropaba a la ciudad de manera uniforme. Fue ahí… cuando pude notar su presencia a mis espaldas, logré percatarme de su mirada la cual atravesaba mi propia imagen y a su vez provocaba en mí una sensación de tranquilidad, miedo y bienestar, como si un relámpago lleno de energía cargado de todas las cosas vividas me dividiera y me partiera en dos la cabeza, poco a poco llegaba hasta mí el aroma que se encontraba impregnado en su ropa y en su piel el cual produjo una mueca de satisfacción en mi rostro, no sabía lo que hacía.
- Alessa… ¿Acaso podrías ser tú Alessa? imposible falleciste hace 1 año 3 meses justo el día de nuestro aniversario.
Aquella imagen se apodero de mi mente y empezó a jugar con mis pensamientos, parecía no cobrar sentido intentando darle forma a una figura inverosímil de la cual no conocía nada, más sin en cambio hice un esfuerzo por lograr imaginarla, antes de poder visualizar la silueta que podía ver de reojo, una mujer aproximadamente 27 años de edad, de tez morena, cabello oscuro un tanto largo más no demasiado, a juzgar por su apariencia parecía una persona sencilla de carisma muy grata, al comparar su estatura con el marco de una ventana que se encontraba a uno de sus costados logre darme cuenta de que no era una persona muy alta.
No podía moverme fácilmente, el cuerpo me pesaba como si hubiera corrido por horas intentando huir de alguna amenaza, al realizar un esfuerzo pude girar el rostro hacia aquella figura que se encontraba de pie, de manera casi inerte, al poder visualizar la imagen de aquella mujer quede impactado con el resultado tan inesperado, que no creí pudiese ser realidad.
- … ¿Alessa? ¿E…res tú?
Aquella mujer no respondió absolutamente nada, únicamente se enfocaba en sonreír y fijar su mirada en mí mirada mientras adoptaba una postura firme llevando sus brazos hasta su torso para lograr entre cruzarlos, al concluir con la acción comenzó a caminar hacia mí, yo me encontraba petrificado y estupefacto al admirar la imagen viva de mi querida Alessa aproximándose hasta mí
- ¿Cómo es esto posible?, de repente pude notar como sus labios se entre abrían como queriendo decirme algo.
- Harry, cariño que es lo que pasa.
Dios mío, en efecto era ella no podía equivocarme esta vez, como olvidar aquella voz, tan dulce para mis oídos y tan escalofriante al mismo tiempo, ese rostro que nuca pude olvidar y esa pequeña peca en forma de diamante situada justo por encima de su labio izquierdo, no lo podía creer, que es lo que estaba pasando en ese lugar.
- Pero si tú…
- Cariño pareciera que viste un fantasma, ven… vamos a casa, estas empapado.
Tras aquéllos comentarios no supe que decir o como interactuar, me sentía en aquel momento idiotizado nuevamente al poder observar su rostro, pero qué más da si esta es una utopía creada por mi subconsciente que solamente busca recordar la imagen de mi amada Alessa.
Al reaccionar pude darme cuenta de que me encontraba justo en el mismo lugar dónde la conocí, aquella esquina donde se cruzaban el café “aroma del cielo” y el puesto de flores que atendía aquella señora de edad avanzada eso no importaba, Alessa estaba nuevamente conmigo, que más importancia podía tener ahora si podía tener de nuevo su presencia junto a mí, si podía sentir el calor cálido que desprendía su cuerpo. Mientras todo aquello pasaba por mí mente fue en cuestión de fracciones de segundos para darme cuenta de que el miedo se apoderaba lentamente de mi cuerpo, lo sentía recorrer a través de mis extremidades inferiores, mis piernas no respondían a ninguna orden que les daba.
- Harry, como es que has llegado hasta aquí mi cielo.
- No tengo la menor idea.
- Ja Ja Ja, estas empapado, regresemos a casa quieres.
Ya para ese momento, no me importaba más si era real o si simplemente era una alucinación, me sentía nuevamente completo, ya no lograba sentir aquel vacío que se encontraba en mi pecho, de alguna manera… me sentía feliz. Más sin en cambio en cuanto Alessa se acercó para levantarme, su figura empezó a tornarse un tanto tenue, carecía de fuerza.
- ¿Alessa? Te sientes bien.
- ¿De qué me hablas?
- No mi amor, no me dejes.
- Harry, no pasa nada aquí estoy contigo.
- ¡No Alessa… no!
Parecía ser que con forme el tiempo pasaba la imagen de mi amada Alessa se debilitaba no podía comprender que es lo que estaba pasando en aquel momento y sin darme cuenta mi entorno empezó a oscurecer de manera paulatina, poco a poco las calles en las que me encontraba se rodearon de sombras y a lo lejos la voz de mi hermosa Alessa.
- ¡Harry…!
Me encontraba a oscuras, no podía ver más allá de mi nariz así que no dude en levantarme y caminar sin dirección alguna, nunca me ha fascinado la soledad en las penumbras por ello emprendí camino y de repente vino hasta mí como un rayo de esperanza, una luz cálida que poco a poco se maximizaba conforme caminaba hacia ella.
- ¿Qué es esto? ¿Qué es lo que sucede?
Conforme avanzaba hacia aquella luz, tenía aquella sensación de que me encontraba subiendo una cuesta ya que a cada paso que daba sentía las piernas más y más cansadas, me sentía agotado y un tanto sofocado por la falta de aire como cuando has subido escaleras sin poder encontrar el final, no podía soportar mi propio peso y caí.
Un salto es lo que me hizo despertar de aquel sueño, comencé a buscar mi reloj un poco desesperado por el sueño que había tenido, eran las 6:35 de la tarde, la luz del sol a medio atardecer se colaba entre las persianas de mi ventana asiendo que mis ojos se cerraran un poco.
- ¿Qué es lo que ha sido todo esto?... ¿Un sueño?... Oh dios mi cabeza, como duele.
Empecé a hacer memoria de lo que había acontecido segundos antes de despertar. Mirando a mi alrededor pude contemplar una botella de vino Pénfolds del año 95 el favorito de Alessa, además de ello una fotografía en mi regazo, éramos ella y yo en nuestras vacaciones. Con la copa en la mano comencé a recordar que es lo que había sucedido, entonces miré el calendario, 28 de septiembre, nuestro aniversario… todo encajaba a la perfección me había emborrachado con su sabor preferido para no recordar aquella fecha tan dolorosa para mí, en la cual mi hermosa Alessa me dejo.
No queriendo hacer memoria mi consiente me traiciono, he hizo que volviera a aquel instante amargo en el cual sufrí la mayor de las tragedias jamás deseada al enemigo, la pérdida del ser amado, la pérdida de mi razón de ser en este mundo, la pérdida de mi querida Alessa. No comprendo el motivo que me orillo a hacer tal locura, que idiota fui en aquel momento en el que quise ser su protector, lo recuerdo bien. Salimos de la casa de campaña justo a medio día, el sol resplandecía con más fuerza que nunca, las olas del mar parecían cobrar vida al chocar con tanto vigor y energía contra los arrecifes, todo parecía tan perfecto, el viento soplaba y jugaba con el cabello largo y perfecto de Alessa mientras ella sonreía y me miraba, en un acto de juego, la llame.
- Ven cariño, el agua esta deliciosa.
- No Harry, ya te he dicho que no sé nadar.
- Por favor, que es lo que puede pasar.
- Harry me da mucho miedo, entiende.
- Si vienes, prometo no soltarte jamás.
- Seguro mi amor.
- ¿Cuándo te he mentido linda?
- De acuerdo, pero no me vayas a soltar por nada, está bien.
- Claro, yo te ayudare a superar tu miedo. Somos tu y yo contra la adversidad, ¿recuerdas?
- Ja ja ja … está bien tonto, vamos.
No sabía porque la lleve hasta ahí ¡maldición!, ella no quería hacerlo, aborrecía el mar, no sabía nadar y pese a ello accedió, me brindo su confianza y yo la traicione, las olas del mar se empezaron a agitar cada vez más y más fuerte, ella se aferró a mi cuerpo y yo al suyo sabiendo que su vida dependía de mí, sentía su palpitar agitado contra mi pecho, su rostro reflejaba pavor e incertidumbre, solo podía escuchar su voz diciéndome
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