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Caballeros Andanes


Enviado por   •  17 de Noviembre de 2014  •  479 Palabras (2 Páginas)  •  171 Visitas

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-¿Dónde está la bondad, la valentía, el honor y el respeto, mi estimado enemigo? ¡En mi corazón! ¡En mi espada! ¡En mi ejército!- Gritaba un caballero, armado con su armadura, la cual era plateada y reluciente. Los reflejos del sol resbalaban en ella, pero eso no duraría mucho. Al compás de los gritos de armados guerreros la batalla se confrontó. El caballero que parecía el líder blandía su espada, desencadenando cascadas de sangre y ríos de lágrimas. Un soldado en una torre disparaba su ballesta con hábil destreza y apuntó la misma hacia este caballero. El viento deslizaba la flecha a gran velocidad y el nombrado héroe se quedó en un sueño al verla acercarse, pero la flecha no hirió al caballero. Cuando éste reaccionó, un aliado caballero, con una armadura menos lujosa y más gastada había detenido la flecha con su escudo.

-¡Más reflejos la próxima vez, capitán!- Dijo el ferviente caballero con una sonrisa.

-¡Te debo la vida, Sir Alejandro Blanco de Rumania!- Respondió el capitán.

Horas pasaron mientras las espadas abatían armaduras y escudos. Hasta qué se vio una escena digna de conservar en la memoria. El dueño del castillo Escorpión era un digno señor, que se había vuelto perezoso y egoísta cobrando altos impuestos y quitando las tierras de los campesinos, por eso, era deber de los caballeros del Rey detenerlo. Y fue así como Sir Alejandro seguía corriendo con todas sus fuerzas al dueño del castillo, que corría unos metros más adelante, solo. El caballero vio una ballesta cargada en uno de los cadáveres. La tomó, apuntó y disparó. Un certero disparo atravesó la pierna del maleante y lo tumbó en el suelo.

-¡Lo he herido!- Gritó con todas sus fuerzas Sir Alejandro.

-¡Estamos en camino!- Se oyó la voz lejana del algún servidor del Rey. Para cuando las tropas llegaron, el habilidoso soldado había quitado la espada de la mano del terrateniente y lo despojó de su armadura.

-Sir Ladislao de Crante, queda detenido por orden del Rey con el cargo de usurpación de tierras al proletariado y a la comunidad. Bajo la condena de 5 años de prisión en una mazmorra y el despojo de sus bienes materiales.- Le dijo.

Al día siguiente, era el día más feliz en la vida de Sir Alejandro de Rumania: ¡Se presentaría ante el Rey!

-Ahora, Sir Alejandro de Rumania, caballero a la orden del Rey Felipe de Bohemia, se le otorga con todo honor, el rango de hidalgo y la nobleza correspondiente al mismo. Lo proclamo caballero independiente, podrá contar con un vasto ejército, una porción de las tierras del reino y 50 campesinos para que aproveche su espacio. Que Dios lo guíe y que su espada recorra el camino correcto hacia la victoria.- Ésas fueron las conmovedoras palabras del rey mientras apoyaba su espada a cada lado de los hombros de Sir Alejandro.

FIN

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