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Delpino


Enviado por   •  4 de Junio de 2014  •  Síntesis  •  1.576 Palabras (7 Páginas)  •  142 Visitas

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El hombre es obra de Dios pero también lo es de sus propias manos. Él se hará a sí mismo poco a poco. Decidirá sobre qué estudiará, en qué trabajará, con la persona con la que se unirá en matrimonio, etc., pero sobre todo, decidirá sobre qué personalidad hará propia; es decir, cómo va a ser su vida, qué persona va a ser. Esto es propiamente la libertad. La personalidad es la gran decisión humana, la gran obra de la libertad.

La personalidad no es algo que nos venga dado. Aunque no del todo, sí nos viene dado, hasta con connotaciones cromosómicas, el temperamento. El temperamento ejerce una poderosa determinación en la persona, aunque siempre será accidental, a no ser que se den patologías neurológicas hereditarias. Respecto a la personalidad, es relativamente indiferente poseer un temperamento flemático o sanguíneo. No se puede hablar propiamente del “mal carácter” o de “carácter humilde”, aunque se tenga una predisposición fisiológica mayor o menos a un mejor o peor “genio”.

El individuo flemático es caracteriológicamente poco apasionado y más reflexivo. De sensibilidad baja y con poca presencia de sentimientos.

La percepción de la realidad por parte de quien posee un temperamento sanguíneo es muy diversa: sensibilidad más rica y capacidad para entusiasmarse, es más vulnerable ante el fracaso, a desilusión y a la tristeza; con tendencia a la dispersión.

La acertada comprensión de las diferencias y complementaciones entre el varón y la mujer, entre personalidad masculina y femenina, es clave para una formación completa. Cualquier indiferenciación trae consigo funestas consecuencias. Es un elemento fuerte en la formación de la personalidad.

Diversos caracteres originan personalidades distintas, pero esencialmente semejantes y realizadas. Por esto, una buena y verdadera educación tiene en cuenta las diferencias de las persona. Advierte que cada uno tiene su camino de realización. Sólo podemos ayudar. La masificación y la uniformidad a nivel social, familiar, colegial, genera personalidades débiles, y agudiza caracteres enfermizos. Es muy necesaria y buena la diversidad.

¿Qué trasciende al temperamento y hace que una persona no dependa sólo de él para alcanzar su perfección humana?

La personalidad la forjan las virtudes

Los que participamos en la tarea educativa, hemos de tener claro que sólo se COLABORA, en la formación de la personalidad. En todo caso, nos debe preocupar colaborar bien.

Cuando transmitimos conocimientos, nociones, análisis, experiencias, actuamos sólo accidentalmente en relación a la personalidad. Son necesarios, sí, pero la influencia en la personalidad necesita una mayor implicación.

Para educar hay que tener una ascendencia acogedora que permita el comienzo de la amistad. Sólo con la amistad, uno permite a otro meterse en su vida. Entonces puede acompañar en su labor de sacar lo que tiene dentro, a desarrollar sus potencialidades.

En cierto sentido, se ha de “emitir” –a esto se le suele llamar dar buen ejemplo- las propias virtudes, la personalidad propia. La virtud se transmite desde la cercanía, desde una cierta comunicación de sentimientos. Entonces es descubierta, despertando atracción y deseo de poseerla. Sólo viéndola hecha vida en otros se entiende la virtud.

Aristóteles trató de la virtud como “hábito”, como “costumbre”, que arraiga en el hombre por la repetición de actos buenos. Pero fueron otros los que captaron en la naturaleza de la virtud lo más vital humano, interno, que nos hace sentir de manera innata y fuerte, la atracción del bien. Las virtudes dan facilidad para la acción, y su ejercicio engendra gozo, paz y felicidad. . Por ejeEl hombre virtuoso es el que distingue con facilidad lo bueno y lo verdadero, y lo realizamplo, un alto grado de la virtud de la veracidad es uno de los grandes bienes que la persona puede conseguir para ella misma y para los demás. Pensemos en la cualidad más necesaria que deseamos en los que gobiernan un país.

Hay que proponerse educar en las virtudes. Ejemplos.

A un niño, a base de mandarle que haga una cosa, la hará, y cada vez con más facilidad. Pero esa repetición puede no perfeccionar a la persona en lo íntimo de su ser. Puede que aquello no lo haya asimilado como algo muy bueno, esencial para su vida, sino sólo como algo útil y provechoso. Ciertamente lo es, pero no sería la virtud.

Con el paso de los años se advierte en los chicos si sus virtudes han crecido en riqueza; si eran verdaderas o ficticias (caben mezclas en diversas proporciones)

En definitiva, una cualidad humana puede llamarse virtud en la medida en que hace a un hombre MEJOR PERSONA.

La veracidad –seguimos con esta virtud, para explicar la adquisición de cualquiera de ellas- es un elemento que puede poseer, y que quiere poseer, tanto el de temperamento flemático como el sanguíneo, ya que supone la misma perfección para ambos. Debemos por tanto

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