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EL ZENZONTLE


Enviado por   •  27 de Octubre de 2015  •  Apuntes  •  1.741 Palabras (7 Páginas)  •  52 Visitas

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EL ZENZONTLE

Érase una vez un pajarito que vivía en un bosque, este era grande y en medio justamente vivía el abuelo arroyo, y al lado un árbol de frondoso follaje vivía un pajarito que platicaba con el arroyo y como se llamaba Zenzontle cantaba maravillosamente.

¡zenzontle, Zenzontle! – Decía – cántame, mira que hoy hay nuevas noticias, te las diré, mientras cantas.

Siempre vivía alegre, pero un día sin embargo exclamo: ¡cenzontle, cenzontle! Grita fuerte como nunca lo has hecho – cántame aunque sea la última vez que lo hagas.

El pajarito extrañado le preguntó: ¿por qué la última vez? – cuéntenmelo todo. –escuché que en el mar unos peces vieron tres barcos dirigirse para acá con personas y serán como todas las demás, acabarán con el bosque.

¡tu te tienes que ir, te irás, donde nadie te lastime!

-¡No! Exclamó el pajarito, -Me quedaré aquí y cantaré hasta que yo no tenga fuerzas en mis brazos, porque mi misión más grande es cantar.

-Gracias; dijo el arroyo. Mientras que el zenzontle cantó una canción sobre rosas, una sobre el último suspiro.

Al día siguiente el arroyo trajo  una nueva noticia.

-¡Es Cristóbal Colón!  Viene con sus hombres desde España, en la niña, la pinta y la santa Maria, y ya empezaron a cortar árboles, no tardarán en llegar aquí. Y así diario traía noticias, un día apareció diciendo el continente se llamará América, otro día que el río Hondo y Usumasinta se desbordaron, que hay muchos damnificados en Chiapas y Tabasco.

Y así un día los hombres llegaron y el zenzontle voló y mientras volaba cantaba; pero una bala lo alcanzó y así murió cantando.

Moraleja: Si te esfuerzas y demuestras lo que realmente te gusta hacer vivirás y morirás feliz dejando un ejemplo de vida.

Autor: Rocìo A. Cabrera Fonseca.

Alumna del 1er. Gdo. Gpo. “B”

LOS PECES EN EL ESTANQUE.

Había una vez en un estanque unos peces que soñaban con salir y conocer otros lugares; pero no sabían como.

Y pasó el tiempo y gracias a otros animales amigos de los peces, se enteraban que sucedía allá afuera.

Pero un día los peces observaron que con el sol el agua se evaporaba y los pececillos salían a la superficie y el agua subía y subía hasta el cielo y se convirtió en nubes que al condensarse aparecían gramos de hielo o agua fría.

Y que después de un cambio de temperatura el agua caía en forma precipitada y escurría en las montañas, formándose los arroyos y las cascadas, con lo que el agua volvió a estancarse y los huevecillos de los peces reventaban y nacían en un nuevo estanque, laguna o río y así sucesivamente el ciclo se repitió.

Con esto los peces vieron lo ocurrido y aprovecharon que al evaporarse el agua, ellos subían en el gas que se elevaba y podían observar todo lo bonito que había a su alrededor

Pasaron los días y llegó la hora de llover y llovió agua con muchos peces y cayeron en un río que bajaba de una montaña. En el camino se encontraron a una sardina que andaba de paseo, platicándose así sus hazañas de viaje pues ya habían conocido la gran mayoría de lagunas, ríos, arroyos y lagos del mundo, por eso son conocidos como “los viajeros del agua”.

Moraleja: hay que saber ver para encontrar la respuesta de nuestros propósitos.

Autor: Iván Tolentino Gómez

Alumno del 3er. Gdo., Gpo. “A”

LA ZORRA Y EL TAMBOR

Una zorra, obligada por el hambre, merodeaba en un bosque para proporcionarse alguna caza. Divisó un gallo, provisto de bella cresta y de hermoso plumaje, y que marchaba rodeado de crecido número de gallinas.

        Se puso en acecho para que no se le escapara el gallo y su comitiva. En aquel momento oyó un extraño ruido y, volviendo la cabeza, vio un tambor atado a un árbol, cuyas ramas, agitadas por el viento, golpeaban la piel tersa del instrumento, y producía un ruido espantoso.

        -¡Oh, oh! –se dijo la zorra-; ese animal que hace tanto ruido debe ser mucho más excelente manjar que aquel gallo y gallinas. –Dejó, pues, de acechar al gallo y acompañantes, salió de su emboscada para ir derecho al árbol, y por él trepó con mucha dificultad. Saltó sobre el tambor y lo mordió; pero dentro de él no encontró más que viento.

        Despechada, se bajó del árbol para correr detrás del gallo; pero éste se había puesto a salvo junto con las gallinas.

        -¡Qué desgraciada soy! –dijo la zorra totalmente confundida-; me he dejado seducir por una cosa que se me ha desvanecido. Mi almuerzo ha huido y no he encontrado en ese tambor hueco lo que producía tanto alboroto.

No puede uno fiarse de las apariencias; ya lo sé para lo porvenir

Bidpai

India

EL BURRO AMBICIOSO

Cierta noche un burro pacía bajo una arboleda, al borde de una fuente. De pronto un ruiseñor fue a posarse sobre una rama y empezó a entonar el mejor se sus trinos. El canto era tan fino, tan sugestivo, tan amoroso, que la vida de aquel bosque parecía en suspensión. El Burro quedó maravillado ante el divino canto, sintió en su corazón una impresión dulcísima, como cuando sentimos que encontramos, por fin, un camino ansiosamente buscado.

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