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La Enereida


Enviado por   •  16 de Enero de 2013  •  2.681 Palabras (11 Páginas)  •  501 Visitas

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Enereida

1. De ahí extrae los diamantes

César Vallejo escribió un poema de exégesis, ponderación, y enaltecimiento del concepto "enero", como sentido y trascendencia ligada a la vida, al amor y a la eternidad.

Natural en él por su anhelo y aspiración siempre de una vida nueva y renovada en función de los más caros ideales humanos.

¿A quién se le ocurre darle un ser y una misión a Enero? ¿Es asible? ¿Es capaz de suscitar emoción o acoger un sentido esencial de la vida y el mundo?

Solo un genio puede ser capaz de percibirlo. Pero es más: ¿depositar en él una utopía?

Él sí. Entonces trabajaba arduamente, era más que un labriego o artesano puesto que un poeta desciende a los abismos y de ahí extrae los diamantes.

Porque hay la idea de que un poeta no trabaja, como no trabaja la rosa, el lirio o el jazmín.

2. Lo cotidiano en heroicidad

A enero le adhirió la desinencia eida, con lo que el vocablo significa: épica de enero.

Y compuso un poema importante en la perspectiva de lo que en Capulí, Vallejo y su Tierra preconizamos como el evangelio Vallejo.

¿Cuál es esa perspectiva? La del amor radiante con el cual atravesar y llegar al centro de la eternidad.

De este modo hizo del mes de enero una celebración, una heroica y una proclama. ¿En base a qué contenidos, resaltando qué valores y proyectándose en razón de qué esencias?

La del amor como contenido y de la eternidad como continente.

Y queremos resaltar este hecho para compensar en parte y tratar de corregir aquella visión que se ha hecho tópica de un Vallejo triste, melancólico y afligido.

Aquí encontramos a un Vallejo confiado, afirmativo y erigido en un portaestandarte que convierte lo cotidiano en heroicidad.

3. ¡Oh, padre mío!

Dice así el poema:

4. La vida, tal cual es

Enereida es visión legendaria del tiempo humano que entresaca lo glorioso del abismo de la circunstancia cotidiana, en donde el aporte del hijo que evoca es:

"Habrá empanadas y yo tendré hambre".

¿Qué más real dentro de lo ideal? Este poema se escribe en enero de principios del año 1919, estando ya muerta la madre del poeta que falleciera el 8 de agosto de 1918.

De allí que tiene como eje al padre, don Francisco de Paula, de 78 años de edad, superando ambos el recuerdo atormentado de la madre muerta.

Se aferra entonces al padre presente en ensalzamiento de la vida y en triunfo sobre la muerte:

"El cementerio de Santiago, untado

en alegre año nuevo, está a la vista".

Se encuentra mirando dónde está enterrada la madre, pero es año nuevo y lo que mira desde la casa más es el camino.

Comprobamos cómo el cementerio que es un lugar representativo de la muerte, esta vez está untado de alegre año nuevo; es decir de vida nueva, superando lo que acaba y fenece con lo que nace y en el tiempo amanece.

Y está a la vista, significando con ello que no se está idealizando, que se parte de la realidad, de lo concreto y objetivo; y de la vida, tal cual es.

5. La puerta que otra vez se abre

En enero se inaugura un año y da lugar al tiempo renovado y a la promesa. ¿Quién no ha jurado, en esos momentos y con sus manos alzadas, grandes victorias?

Es enero anunciador de amor. Es enero nítido, de epifanía. Que crea vida intacta.

Es enero que se avisa con campanas, donde el ciego campanero reafirma con sus dobles, repiques y tañidos que hay días de promisión.

Es enero rodeado de niños; coral, oracional.

Es enero cubierto de primavera, cuando estallan mostazas, retamas y geranios en las laderas.

Es enero en la persona del padre que se alista para un viaje decisivo a sus 78 años. ¿Cuál será? Enfrentar el misterio. Por eso es que está raro. Por eso es que está desconocido y frágil.

Es enero en la creación de vida. Y se inspira en el padre porque él es la puerta que otra vez se abre hacia esa dimensión cercana a la eternidad que es la muerte.

6. Dialéctica de la vida

Ahora bien:

Es un poema que se ubica en el centro del tiempo.

En la coyuntura y en el vórtice de los opuestos.

Entre el pasado y futuro.

En el año que fenece y el año que se inicia:

En el gozne de generaciones, viejo y niño.

En el gozne de mundos, lo terreno y lo eterno.

En el gozne de lo instantáneo y duradero.

En el gozne de lo circunstancial y trascendente.

En el gozne de la vida y la muerte.

Entre lo que se va y lo que se queda.

Entre el invierno y el sol.

7. Entre dos o más orillas

No es la madre que ha muerto y a la cual él dedicó poemas conmovedores, como:

"Hoy que hasta

tus puros huesos estarán harina

que no habrá en qué amasar

¡tierna dulcera de amor!".

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