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La Escribania De Mabillon


Enviado por   •  16 de Octubre de 2014  •  1.806 Palabras (8 Páginas)  •  206 Visitas

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Germán Antía

Entre laúdes (oficio compuesto de salmos y canticos) y maitines ( es la hora mas temprana del amanecer que era de rezo en la iglesia católica) se narra esta historia. El gusto por la escritura, por el detalle de forma y color en esta nota.

Muy cerca de la iglesia de Santa Sofía en Constantinopla (fue baluarte de la cristiandad y heredada del mundo griego) quedaba el monasterio de San Gmunden de los Campos, construido en madera por monjes cistirciences (se aplica a la arquitectura propia de los monasterios cister en el s. XII y XIII). Transcurría el año 1098 cuando los ermitaños dedicados a la meditación y la lectura construyeron su monasterio en medio de un bosque de encinos (árbol perennifolio), cipreses (árbol cupresáceo) y olivos. El lugar fue llamado monastiraki (en uno de los principales distritos de compras en Atenas), se distinguía desde lontananza (un cuadro mas distantes del plano principal) por sus colores gris y rosa. Hubo amanuenses (personas que se dedicaban a escribir textos dictados en la edad media) en aquella abadía (monasterio) dirigidos por Mabillon, un copista con especiales conocimientos de caligrafía, la iluminación, la epigrafía y la diplomática que adquirió por sus estudios de la historia hebraica, helenística (periodo que abarca en sentido estricto desde la creación del imperio griego) y de la Roma imperial.

Los calígrafos dirigidos por Mabillón dedicaban las mañanas de los viernes a buscar gansos para extraerles las plumas remeras para la escritura sobre pergaminos. En un sótano del monasterio las dejaban remojar por varios días en jofainas ( recipiente utilizado para el mas elemental aseo personal) con agua y mirra. Después las calentaban en arena y las pulimentaban (alisar) sobre planchas de metal Otros secaban y tallaban cañas con cuchillos.

Los instrumentos más preciados por aquellos cartularios (manuscrito medieval en forma de libro) eran: el punzón (herramienta de acero de alta dureza de forma cilíndrica), el cálamo (caña hueca cortada oblicuamente en su extremo) heredado de los calígrafos árabes y la péñola (pluma para escribir). Apreciaban las plumas de oca o de gallo porque tenían el cañón largo limpio y vigoroso. Con esmero las desbarbaban y limpiaban por los lados, en forma de horquilla (es una pieza de la bicicleta formada por el tubo de dirección y unos brazos que sujetan el buje de la rueda delantera) y les hacía un corte en el medio para que fluyera la tinta. Después igualaban las dos puntas dejando la derecha un poco más larga que la izquierda; así obtenían los perfiles delgados y gruesos de las letras. Apreciaban en grado sumo las plumas de los canutillos (planta Commelina elegans) del Nilo que les enviaban los cruzados desde los mercados de Jerusalén.

Entre maitines y laúdes los escribanos (el que por oficio público estaba autorizado para dar fe de las escrituras y demás actos que se desarrollaban ante él). estudiaban diferentes estilos caligráficos. La capitalis cuadrata les apasionó porque era la forma original de la letra latina que sirvió para imponer edictos imperiales con esplendor y fue desarrollada en el siglo I a. de C. en los lapidarius romanos.

Los aprendices fueron entrenados en el arte cartulario y con todo lo relacionado con la preparación de la tinta ferro-gálica de color negro y la adecuada proporción de tres partes de nuez de agallas, dos de alumbre ( tipo de sulfato doble compuesto por el sulfato de un metal trivalente) y tres de goma de Senegal. Se les enseñaba a los novicios la elaboración de la tinta marrón con la corteza de endrino (arbusto caducifolio) que sólo se cortaba en abril y mayo, la preparación de las recetas de las tintas para escribir en papel pergamino, hacer el tornasol (es uno de los más conocidos indicadores de pH) bermellón (color anaranjado semioscuro), el color roseta, el agua gomada (es un híbrido intergenérico entre los géneros de orquídeas Ada x Gomesa) y las propiedades de la clara de huevo destemplada (perder la moderación o la calma); también se les indicaba la temperatura del cocimiento, el uso de los filtros y la conservación del material preparado en tinteros de plomo o de cuerno de carnero virgen y finalmente se les instruía sobre la manera más adecuada de tapar los tinteros.

En lo recóndito (escondido o reservado) de la abadía y bajo la mirada estricta del prior (primero) estaba un anaquel (estante) de roble rojo donde se guardaban láminas de pan de oro puro para iluminar las figuras sacras.

Uno de los mayores placeres de los monjes pendolistas (persona que escribe diestra) era salir de paseo por las campiñas (espacio grande de terreno) aledañas (que esta al lado) al monasterio a buscar hembras de cochinilla para preparar tinta roja. Los monjes miniaturistas cultivaron morella (municipio español situado en la provincia de castellon) de donde extraían el azul de tornasol que le daba una experiencia mística (parte de la teología que trata de la unión del ser humano con Dios) y celestial a las iluminaciones de los códices.

El anaquel de roble rojo de las tintas tenía la magia de encantar los sentidos del olfato y de la vista mientras la visión se extasiaba con los colores azules índigo (color añil), tornasol y ultramarino (que esta al otro lado del mar), los rojos de la tinta verde de España, el verde de malaquita (malaquita) y la de tierra verde de Verona, la roja de cinabrio (mineral de la clase de los sulfuros), la bermellón chino, la de minio y la rojo carmín

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