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SELENA GOMEZ


Enviado por   •  29 de Septiembre de 2015  •  Biografías  •  722 Palabras (3 Páginas)  •  209 Visitas

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DAR DE COMER AL PRÓJIMO

Mi experiencia en pastoral inicia así.

Era un día viernes y yo estaba muy entusiasmado por esta nueva experiencia (de hecho ya lo estaba desde años anteriores), así que acabaron las clases y fui directo a mi casa.

Comí lo más rápido posible, me bañé y me dispuse a ir. Con la congestión vehicular que hubo llegué a eso de las 3:30 al Hogar de la Paz. Justo al llegar me encontré con Bernande, Jampier y Harold. Llegamos al mismo tiempo.

Una vez que estábamos parados en la puerta (Bernande ya había estado tocando unos minutitos antes) una joven nos miraba desde la terraza mientras decía palabras inentendibles.

En eso una señora (si no me equivoco era la cocinera) nos abrió la puerta y nos dijo que aún no llegaba la madre del colegio que tenía que vigilarnos y darnos las órdenes.

Entramos y la primera en recibirnos fue Tania, que se encariñó con Bernande.

Los minutos fueron pasando y mis demás compañeros iban llegando, hasta que al fin estábamos completos. 

Seguidamente llega Brenda, una compañera de 5to año que nos explicó que ella nos ayudaría en esta vez.

Mis compañeras se dirigieron al segundo piso junto con Brenda, mientras yo y mis compañeros nos quedamos en el primer piso a ayudar.

Lo primero que hice fue tratar de entablar amistad con alguna de las señoras de ahí, como para entrar en confianza. Algunas me entendían y respondían y otras, no.

Luego de eso, llegó otra señora que ayudaba ahí y le pregunté qué es lo que debíamos hacer y ella me dijo que era hora del lonche, así que yo decidí tomar la jarra y empezar a servir a todos.

Conforme iba sirviendo, entre todas me indicaban como es que se les servía, como por ejemplo: “ella toma en plato” o “no le pongas cerca, se va a quemar”. En fin, se protegían entre ellas. 

[pic 1]

[pic 2]Después, de haber servido a todas (mientras mis compañeros daban los panes), pregunté que más podía hacer para ayudar, a lo que la señora me contestó: “Hay que darle de comer a Agapita, pero no, mejor déjalo, yo lo veo” a lo que yo le contesté con un “Yo quiero hacerlo” y en eso ella me da las indicaciones de cómo darle de comer.

Fue algo complicado al principio, pero poco a poco iba aprendiendo. Sus compañeras me ayudaron guiándome, así como: “ella solo abre la boca cuando le pones la cuchara” o “levanta un poco más su cabeza”. También le decían: “Agapita abre la boca”, fue una escena algo enternecedora y a la vez me causó algo de pena ver a esa pobre joven en ese estado, pero yo sé que si es así es porque Dios tiene un propósito.

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