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Yogabagaba


Enviado por   •  6 de Junio de 2015  •  900 Palabras (4 Páginas)  •  283 Visitas

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Carta I

París, hoy.

Estimado señor:

Recibí su carta hace unos días. Quiero agradecerle su amplia y afectuosa confianza. Apenas puedo hacer más. No me es posible comentar el estilo de sus versos pues estoy demasiado alejado de toda intención crítica. Nada es peor que las palabras de la crítica para abordar una obra de arte. Las cosas no son tan decibles y comprensibles como generalmente se nos quiere hacer creer. Lo más indecible de todo son las obras de arte, esas realidades misteriosas cuya vida perdura, al contrario que la nuestra, que se acaba.

Dicho esto, sólo puedo agregar que sus versos no son testimonio de un estilo propio, pero sí contienen, unos tímidos y encubiertos gérmenes de personalidad. Lo he sentido más claramente en el último poema: Mi Alma, en él algo que es propio de usted, lucha por encontrar una música y unas palabras. Y en la hermosa poesía A Leopardi se aprecia una cierta afinidad con este gran solitario. Sin embargo, estas poesías carecen aún de existencia propia, no son independientes, ni siquiera la última, dedicada a Leopardi.

Usted pregunta si sus versos son buenos. Me lo pregunta a mí. Antes ha preguntado ya a otros. Los envía a revistas. Los compara con otras poesías y se inquieta cuando algunas redacciones rechazan sus ensayos poéticos. Desde ahora (ya que me permite aconsejarlo), renuncie a todo eso. Nadie puede aconsejarle ni ayudarle, nadie. Sólo hay un camino: entre en usted. Investigue la causa que le empuja a escribir, examine si sus raíces se extienden hasta lo más profundo de su corazón. Reconozca si no preferiría morir en el caso de no poder escribir. Y sobre todo, en la hora más serena de la noche pregúntese: ¿Siento verdaderamente la imperiosa necesidad de escribir? Ahonde en sí mismo en busca de una profunda respuesta, y si ésta resulta afirmativa, si puede responder a tan grave pregunta con un fuerte y simple “¡Sí!”, entonces construya su vida de acuerdo con dicha necesidad.

Su vida, hasta en los momentos más indiferentes e insignificantes deberá ser un signo y un testimonio de esa necesidad. Entonces, acérquese a la naturaleza. Intente expresar, como si fuera usted el primer hombre, lo que ve, lo que ama, lo que vive y lo que pierde. No escriba poemas de amor. Evite sobre todo las formas más corrientes y usuales, son las más difíciles, pues es necesaria una gran fuerza y madurez para poder dar algo propio en un campo donde existe una gran cantidad de buenas y en parte, brillantes tradiciones. Por ello, evite los grandes temas y vaya hacia los que la cotidianeidad le ofrece; describa sus tristezas y sus deseos, los pensamientos que le vienen a la mente y su fe en alguna forma de belleza. Descríbalo todo con sinceridad humilde y serena, y utilice para expresarse las cosas que lo rodean, las imágenes

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