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Abnalisis De La Onra Cien años De Soledad

iizha201221 de Agosto de 2012

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I ANALISIS DE LA OBRA LITERARIA

1.1 DATOS EXTERNOS DE LA OBRA LITERARIA

1.1.1 CONTEXTO HISTORICO – SOCIAL – CULTURAL DE LA EPOCA

CIEN AÑOS de soledad puede ubicarse en la historia de Colombia entre mediados del siglo XIX y mediados del siglo XX, época claramente reconocida por las guerras civiles que enfrentaron a los nacientes civiles partidos liberal y conservador que debatían las ideologías de régimen federalista y centralista en el país . Durante la regeneración, el presidente Rafael Muñoz promulga la constitución de 1886, la cual establece un régimen federalista y centralista en materias principalmente política y económica, iniciando por entonces la republica conservadora (que se prolonga hasta 1930) y teniendo como principal detractor a Rafael Uribe Uribe, quien lidera la guerra civil de 1895 y la guerra de los millones en 1899 y 1902, la cual se termina con la firma de los tratados de paz de NEERLANDIA y WISCONSIN. En 1906 se construye el ferrocarril en la costa de Atlántida colombiana conectando santa maría y ciénaga (magdalena) y entonces se establece en el país la campaña united fruit company para la explosión bananera, situación que trae un rápido desarrollo a la región, el trato inhumano a los trabajadores obligo a organizar una huelga en noviembre de 1928 que desencadeno los acontecimientos conocidos como la masacre de los bananeros, narrada con gran belleza la novela

1.1.2 ANALISIS DEL TITULO DE LA OBRA :

Respecto al título CIEN AÑOS DE SOLEDAD se basa prácticamente al tiempo que dura el relato de la historia, ya que es de cien años así como también refleja a lo largo de la novela , todos los personajes parecen predestinados a padecer de la soledad, como un característica innata de la familia Buendía, el pueblo mismo padece de aislación , no saben nada del mundo están siempre a la espera de los gitanos para que les puedan mostrar con los objetos que traían un poco del mundo que no conocen , es por estos motivos que yo pienso que se llama CIEN AÑOS DE SOLEDAD.

1.2 BIOGRAFIA DEL AUTOR :

1.2.1 REFLEJOS DE LA PERSONALIDAD DEL AUTOR :

GABRIEL JOPSE DE LA CONCORDIA GARCIA MARQUEZ es un periodista, editor y escritor colombiano nacido en el municipio de Arataca (magdalena) , el 6 de de marzo de 1928 ; es conocido familiarmente como Gabo , según el auditorio de de la academia sueca obtuvo el premio nobel de la literatura en 1982 “ por sus novelas . Historia cortas, y él lo que lo fantástico y lo real son combinados en un tranquilo mundo de imaginación rica, reflejando la vida y los conflictos de un continente” su novela más reconocida CIEN AÑOS DE SOLEDAD también ha incursionado en el cine, principalmente como guionista

1.2.2 ESTILO LITERARIO DEL AUTOR

Bueno, definir el estilo de un autor es un poco difícil. Sus características principales se ubican dentro del Realismo Mágico, que tiene como principios básicos los siguientes:

-Contenido de elementos mágicos/fantásticos, percibidos por los personajes como parte de la "normalidad".

-Elementos mágicos tal vez intuitivos, pero (por lo regular) nunca explicados.

-Presencia de lo sensorial como parte de la percepción de la realidad.

-El tiempo es percibido como cíclico, no como lineal, según tradiciones disociadas de la racionalidad moderna.

-Se distorsiona el tiempo, para que el presente se repita o se parezca al pasado.

-Transformación de lo común y cotidiano en una vivencia que incluye experiencias "sobrenaturales" o "fantásticas".

-Preocupación estilística, partícipe de una visión "estética" de la vida que no excluye la experiencia de lo real.

-El fenómeno de la muerte es tenido en cuenta, es decir, los personajes pueden morir y luego volver a vivir.

Su estilo personalmente creo que es único: las descripciones de sus personajes, sus psicologías, los ambientes que recrea son excepcionales. Las historias de vida y los trasfondos de sus historias también son muy interesantes. Diría que tiene un estilo bien particular

1.2.3 CRITICAS DEL AUTOR :

Crítica de Nicolás Suescun - Poeta Colombiano

Desde la primera línea de su novela maestra, Gabriel García Márquez atrapa al lector en una dimensión distinta a la de sus libros anteriores. “El Coronel destapó el tarro de café y comprobó que no había más de una cucharadita,” comienza El coronel no tiene quien le escriba. “Por primera vez he visto un cadáver,” empieza su relato el narrador de La hojarasca. Pero los pergaminos de Melquíades se inician con esta frase: “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.”

Aquí ya no es realista, no trata de retratar o de analizar psicológicamente. No se concentra en un punto específico del tiempo, el de un personaje observado en su diario vivir, ni se cuela en la memoria de uno que recuerda. Impersonal, la frase se refiere a un pasado remoto y a un futuro ambiguo que tendrá y no tendrá lugar. El coronel Aureliano sí tendrá que pararse de espaldas “ante seis maricas armados y sin poder hacer nada,” pero su hermano José Arcadio lo salvará de la muerte.

Estamos en el principio de una intrincada metáfora que en los múltiples matices de su interpretación, en la inagotable riqueza de sus sugerencias y por la realidad de su fantasía no es otra cosa que la crónica entera, exacta y verídica, de una estirpe mestizada y de un pueblo – una región, un país – tropical.

Aparecen en ella, según el orden cronológico de su nacimiento, los Buendía, llamados todos los hombres José Arcadio o Aureliano, para desesperación e irritación de los lectores perezosos; e su mujeres, Ursula, Amaranta, Remedios, Rebeca, Remedios, la bella, Pilar Ternera, Santa Sofía de la Piedad, Fernanda del Carpio, Renata, Meme, Amaranta Úrsula. Toda una familia. En la sangre “de locos”, como diría Ursula de sus hombres, están el conquistador, el científico, el guerrero y el poeta, el aventurero, el desmedido y el vicioso, una inagotable galería de caracteres en la que en cierto modo está contenida la humanidad entera, no por tratarse de una familia de superhombres sino porque es una estirpe vista en su totalidad, desde su principio hasta su fin, un microcosmos que , así como una célula reproduce el universo en su estructura, es el reflejo exacto de una realidad social mucho más amplia. La ambigüedad de los nombres masculinos es sólo una de las múltiples formas, y de las más superficiales, como García Márquez universaliza su mensaje y nos transporta, como Melquíades, de una realidad cotidiana a otra, más vasta y profunda.

Macondo, ese nombre que tuvo una resonancia sobrenatural en el sueño de José Arcadio, su fundador, es una aldea de veinte casas de barro bañada por un río de piedras blancas y enormes como huevos prehistóricos, donde nadie ha muerto y donde nadie tiene más de treinta años. “El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre y había que señalarlas con el dedo.” Es pues el paraíso, el principio del mundo. Pero no literalmente, porque también estamos en los comienzos de Aracataca, el pueblo de la zona bananera donde nació García Márquez.

La historia ya ha tenido lugar. La conquista española es esa armadura oxidada “cuyo interior tenía la resonancia hueca de un enorme calabazo lleno de piedras”. Pero la fundación del pueblo y de una estirpe nos llevan al principio de las cosas, a una época de primitiva inocencia, de eterna y calurosa siesta del trópico donde el conocimiento del mundo exterior llega en las manos de gorrión de Melquíades, un gitano prestidigitador verbal que después de muchos años será el primer muerto de macondo, marcada desde entonces con un puntito negro en “el abigarrado mapa de la muerte”.

Estamos en un punto fuera de la historia pero metidos en su torbellino, porque a medida que la deslumbrante crónica se desarrolla nos vamos alejando de esa arcadia tropical donde reinan la imaginación y el mito para vivir el presente de ruina y depredación de Aracataca, devastada por la explotación de la compañía bananera. La peste del olvido, nos damos cuenta, como de tantos otros reflejos multiplicados en el libro, pasa del nivel alegórico de la metáfora a su nivel histórico. El pueblo olvida la matanza, del mismo modo como el país entero olvida su pasado.

Macondo es palabra que evoca un reino en las profundidades del inconsciente, el reino de la memoria, no sólo de la memoria de un hombre sino de la memoria colectiva de una región que el escritor, genial periodista de la imaginación, logra encerrar con nombres y hechos en tres y medio centenar de páginas. Esta saga de la costa Atlántica colombiana es una gigantesca recopilación de cuentos, leyendas, chistes, dichos y hechos históricos y antropológicos que García Márquez oyó y leyó desde niño, que conservó en su memoria privilegiada y que ordenó con el oficio en que es maestro y que aprendió desde su juventud: el periodismo.

Su gran acto creador es darle a todo este material, a todo ese pasado conservado en su mayor parte en la tradición oral, un marco novelístico que implico un atrevido salto, un abandono del punto de vista naturalista y una vuelta aplazado literario, cuando la novela era narración pura y su fin no era cambiar el mundo sino entretener al lector. Y esto, que hubiera podido parecer un paso hacia atrás, era una atrevida solución

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