Albert
Enviado por vmartinez213 • 20 de Mayo de 2014 • Informes • 2.144 Palabras (9 Páginas) • 149 Visitas
Pr´ologo
El presente librito pretende dar una idea lo m´as exacta posible de la
teor´ıa de la relatividad, pensando en aquellos que, sin dominar el aparato
matem´atico de la f´ısica te´orica, tienen inter´es en la teor´ıa desde el punto
de vista cient´ıfico o filos´ofico general. La lectura exige una formaci´on de
bachillerato aproximadamente y —pese a la brevedad del librito— no poca
paciencia y voluntad por parte del lector. El autor ha puesto todo su empe˜no
en resaltar con la m´axima claridad y sencillez las ideas principales, respetando
por lo general el orden y el contexto en que realmente surgieron. En aras de
la claridad me pareci´o inevitable repetirme a menudo, sin reparar lo m´as
m´ınimo en la elegancia expositiva; me atuve obstinadamente al precepto del
genial te´orico L. Boltzmann, de dejar la elegancia para los sastres y zapateros.
Las dificultades que radican en la teor´ıa propiamente dicha creo no hab´erselas
ocultado al lector, mientras que las bases f´ısicas emp´ıricas de la teor´ıa las he
tratado deliberadamente con cierta negligencia, para que al lector alejado de
la f´ısica no le ocurra lo que al caminante, a quien los ´arboles no le dejan ver
el bosque. Espero que el librito depare a m´as de uno algunas horas de alegre
entretenimiento.
Diciembre de 1916. A. EINSTEIN
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Sobre la teor´ıa de la relatividad especial
1. El contenido f´ısico de los teoremas geom´etricos
Seguro que tambi´en t´u, querido lector, entablaste de ni˜no conocimiento
con el soberbio edificio de la Geometr´ıa de Euclides y recuerdas, quiz´a con
m´as respeto que amor, la imponente construcci´on por cuyas altas escalinatas
te pasearon durante horas sin cuento los meticulosos profesores de la asignatura.
Y seguro que, en virtud de ese tu pasado, castigar´ıas con el desprecio
a cualquiera que declarase falso incluso el m´as rec´ondito teoremita de esta
ciencia. Pero es muy posible que este sentimiento de orgullosa seguridad te
abandonara de inmediato si alguien te preguntara: “¿Qu´e entiendes t´u al
afirmar que estos teoremas son verdaderos?”. Deteng´amonos un rato en esta
cuesti´on.
La Geometr´ıa parte de ciertos conceptos b´asicos, como el de plano, punto,
recta, a los que estamos en condiciones de asociar representaciones m´as o
menos claras, as´ı como de ciertas proposiciones simples (axiomas) que, sobre
la base de aquellas representaciones, nos inclinamos a dar por “verdaderas”.
Todos los dem´as teoremas son entonces referidos a aquellos axiomas (es decir,
son demostrados) sobre la base de un m´etodo l´ogico cuya justificaci´on nos
sentimos obligados a reconocer. Un teorema es correcto, o “verdadero”, cuando
se deriva de los axiomas a trav´es de ese m´etodo reconocido. La cuesti´on
de la “verdad” de los distintos teoremas geom´etricos remite, pues, a la de la
“verdad” de los axiomas. Sin embargo, se sabe desde hace mucho que esta
´ultima cuesti´on no s´olo no es resoluble con los m´etodos de la Geometr´ıa, sino
que ni siquiera tiene sentido en s´ı. No se puede preguntar si es verdad o no
que por dos puntos s´olo pasa una recta. ´Unicamente cabe decir que la Geometr
´ıa eucl´ıdea trata de figuras a las que llama “rectas” y a las cuales asigna
la propiedad de quedar un´ıvocamente determinadas por dos de sus puntos.
El concepto de “verdadero” no se aplica a las proposiciones de la Geometr´ıa
pura, porque con la palabra “verdadero” solemos designar siempre, en ´ultima
instancia, la coincidencia con un objeto “real”; la Geometr´ıa, sin embargo,
no se ocupa de la relaci´on de sus conceptos con los objetos de la experiencia,
sino s´olo de la relaci´on l´ogica que guardan estos conceptos entre s´ı.
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El que, a pesar de todo, nos sintamos inclinados a calificar de “verdaderos”
los teoremas de la Geometr´ıa tiene f´acil explicaci´on. Los conceptos geom´etricos
se corresponden m´as o menos exactamente con objetos en la naturaleza,
que son, sin ning´un g´enero de dudas, la ´unica causa de su formaci´on. Aunque
la Geometr´ıa se distancie de esto para dar a su edificio el m´aximo rigor l´ogico,
lo cierto es que la costumbre, por ejemplo, de ver un segmento como dos
lugares marcados en un cuerpo pr´acticamente r´ıgido est´a muy afincada en
nuestros h´abitos de pensamiento. Y tambi´en estamos acostumbrados a percibir
tres lugares como situados sobre una recta cuando, mediante adecuada
elecci´on del punto de observaci´on, podemos hacer coincidir sus im´agenes al
mirar con un solo
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