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Enviado por   •  20 de Septiembre de 2012  •  4.547 Palabras (19 Páginas)  •  303 Visitas

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Apesar de haber sido publicadas en 1973, las Tradiciones en salsa verde han sido objeto del silencio por la cr�tica literaria. Aparte de los comentarios y notas aparecidas en diarios y revistas con motivo de su publicaci�n, son pocos los estudios realizados amparados en un aparato cr�tico. La causa del silencio es� posible relacionarlo con la proliferaci�n de t�rminos denominados groseros y las im�genes picarescas que alteran el concepto que se ten�a de literatura. Los cr�ticos �serios� optaron, entonces, por el silencio a la espera que la comunidad literaria definiese el calificativo que otorgar�a a dichas tradiciones; sin embargo, una lectura de textos como El clavel disciplinado �o Fatuidad humana no desmerecen en nada frente a sus famosas tradiciones. Es la presencia de estas palabras e im�genes las que los convierten en textos subversivos y problematizan su ubicaci�n en el canon, y mientras se dilucida su aspecto literario, los estudios llegar�n a cuentagotas.

El objetivo del trabajo es la identificaci�n de elementos carnavalescos en las Tradiciones en salsa verde mediante el estudio de su contenido, elementos que los convierten en textos carnavalizados seg�n Mijail Bajt�n en Problemas de la po�tica de Dostoievsky. Es decir, c�mo el lenguaje del carnaval, de la calle, conforma parte de un texto literario y provoca alteraciones en la relaci�n normal entre los personajes o entre el personaje y su entorno. Apoya a estos fen�menos la presencia de libertadores, virreyes y obispos, personajes distanciados del com�n de la gente, y que sufren los efectos de un lenguaje homogeneizador que los ubica en el nivel del pueblo llano.

Para facilitar la consecuci�n del objetivo, se ha estructurado el trabajo en dos cap�tulos: El primero dedicado a especificar el concepto de carnavalizaci�n literaria y a se�alar las categor�as que la conforman. El segundo dedicado a la aplicaci�n de las definiciones de las categor�as en los textos con la finalidad de ubicar los elementos carnavalescos que permitan catalogarlos de textos carnavalizados. Finalmente las conclusiones correspondientes al resultado de la parte pr�ctica del segundo cap�tulo.

I. La carnavalizaci�n literaria seg�n Bajt�n

La categor�a de lo carnavalesco, significa para Bajt�n, la categor�a de la cultura no oficial; aquella que se aparta del ser y hacer de la ideolog�a dominante para hacer escarnio y burla de sus r�gidas estructuras organizacionales. Subvierte el mundo social jerarquizado para convertirlo en el �mundo al rev�s� en donde se ridiculiza las figuras autoritarias, ya sea aristocr�ticas, religiosas o familiares, a trav�s de personajes par�dicos que cumplen an�loga funci�n, pero en un medio festivo e irreverente que anula la imagen y las acciones que representan. No s�lo se acortan distancias respecto a las autoridades o personajes de nivel elevado, sino que tambi�n las distancias entre personas de la misma condici�n popular. Los valores considerados morales e idealizados, son opacados por el exceso y la desmesura, por la degradaci�n a lo corp�reo y la comuni�n con referentes considerados inmorales. El cuerpo, la vestimenta, la alimentaci�n, la bebida, el sexo; son los medios utilizados para provocar dicho universo carnavalesco. A ello debemos agregar el elemento esencial: el lenguaje. El lenguaje otorga un significado especial a las personas y hechos, mediante �ste se producen los mecanismos anteriormente se�alados. Era el lenguaje del pueblo, muy diferente al de los diferentes estamentos oficiales y reinaba en las calles, muy especialmente en las plazas, aunque a veces �contaminaba� los sitios normados por el orden.

El momento primordial de lo carnavalesco era el carnaval y su espacio por excelencia la plaza p�blica. No por ello no puede aparecer en otros momentos y� lugares, pero estos eran sus espacios y tiempos por naturaleza. Con el tiempo, el carnaval de El contexto de Francois Rabelais fue perdiendo fuerza y sobreviviendo en los d�as de fiesta y el lenguaje popular de la calle. La literatura carnavalesca, determinada por el contacto directo del carnaval, deriv� hacia una tradici�n literaria carnavalizada que remite a un carnaval ya lejano en el tiempo.

Durante el carnaval se organizaba un lenguaje que expresaba hechos concretos y sensibles, acciones realizadas en masas o peque�os actos individuales y que se prestaba a una transposici�n al lenguaje de la literatura, fen�meno que ha venido a llamarse carnavalizaci�n literaria. El texto literario se explicar�a entonces en relaci�n con la cultura.

Bajt�n llamar�a literatura carnavalizada �a aquella literatura que haya experimentado, directa o indirectamente, a trav�s de una serie de eslabones intermedios, la influencia de una u otras forma del folklore carnavalesco. (Bajtin. 1986:152). No es necesario encontrar un texto poblado de elementos que remitan a lo carnavalesco para se�alarlo como carnavalizado, lo que posibilita abarcar una gran cantidad de obras literarias en este aspecto. Toda la literatura c�mica es literatura carnavalizada, y textos serios como las obras de Dostoievsky y el Quijote de Cervantes son textos carnavalizados cuyos elementos carnavalescos aparecen difuminados por el car�cter tr�gico o solemne que se les ha dado. Bajt�n cita entre otros fragmentos, uno de Bobock en donde el narrador aparece burl�ndose de los muertos, y Agust�n Redondo repara en la risa que provoca la parodia del Quijote al� caballero andante. Es la visi�n seria de la cr�tica la que ha impedido reparar en el car�cter carnavalizado de muchos textos cl�sicos en donde el dolor y el sufrimiento han adquirido una denotaci�n solemne y la risa un aspecto fr�volo y poco recomendable para el estudio. Es necesario, antes de ingresar al texto en estudio, conocer las categor�as de lo carnavalesco propuesto por Bajt�n.

1.1. Categor�as de lo carnavalesco.

El carnaval, como fen�meno social, estaba orientado por actitudes comunes entre sus participantes que alteraban el curso normal de la vida y que Bajt�n los enmarc� en cuatro categor�as.

La primera corresponde al �contacto libre y familiar entre la gente�, a la aniquilaci�n de las distancias entre las personas y en todos los sentidos. Distancias provocadas por la situaci�n econ�mica, el estamento social, la edad, la relaci�n familiar y el grado de amistad; pierden su valor cuando el individuo ingresa a la plaza p�blica durante el carnaval. Se desarrolla un contacto libre y familiar entre los participantes que permite un nuevo modo de relaci�n entre la gente el cual se opone a la relaci�n jerarquizante de la vida cotidiana. La anulaci�n de distancias conlleva a la liberaci�n del individuo sometido a normas de convivencia en el ritmo normal de los d�as y que ha convertido en r�gido su accionar en la vida social. El carnaval es el momento de liberaci�n que lleva a la excentricidad.

La segunda categor�a corresponde a �la excentricidad�. Es la manifestaci�n de los aspectos emocionales reprimidos y que se expresa en forma concreta. Se encuentra relacionada con la primera categor�a. La anulaci�n de distancias permite la excentricidad y mediante la excentricidad se anulan las distancias. En esta categor�a los individuos asumen caracterizaciones y actitudes que contradicen el actuar normal y las buenas costumbres. Se ridiculiza a las personas distantes con la finalidad de acercarlas y hacerlos part�cipes del carnaval.

La tercera categor�a corresponde a �las disparidades carnavalescas�, a la aniquilaci�n de distancias entre los valores, ideas, fen�menos y cosas. Se anulan las fronteras que separaban lo concebido como bueno y malo, se mezclan invirti�ndose o difuminando su carga valorativa. Son los participantes del carnaval quienes se encargan de la nueva valoraci�n.

La cuarta categor�a corresponde a �la profanaci�n�, al rebajamiento de lo considerado sagrado y mantenido en un status especial para la comunidad. No s�lo los referidos a la religi�n cristiana, tambi�n la tierra como fuerza productora, los juramentos y parodias de lo sagrado. La imitaci�n rebaja porque es negaci�n de lo real y apuesta por la imitaci�n.

Estas cuatro categor�as determinan una visi�n de mundo carnavalesco, en donde puede estar presente m�s de una categor�a. Su existencia dentro del texto le da un car�cter carnavalesco a la narraci�n y subvierte el universo ordenado donde se desenvuelven sus personajes. Se trata, entonces, de textos carnavalizados.

II. Las Tradiciones en salsa verde como textos carnavalizados

La tradici�n literaria carnavalizada en el Per� data desde el momento mismo de la conquista, cuando en una an�nima copla enviada al Gobernador de Panam� se compara a Almagro como un acopiador de ganado, a Pizarro como el matarife y a los soldados como el ganado presto a ser llevado al sacrificio. La noble empresa de conquistar tierras para el reino y almas para el cielo es parodiada con la labor de un comerciante de carnes, y tanto Almagro,� Pizarro y los soldados conquistadores son engranajes de un vil oficio de la �poca. A��dase a esto que el texto no representa la ideolog�a de la conquista y es un discurso disidente al discurso que lleva Almagro a Panam�. La copla no concuerda con la voz oficial de Pizarro llevada por Almagro y se r�e de �l, del discurso oficial, neg�ndolo.

Desde aquel momento hasta las Tradiciones en salsa verde, surgi� primero una literatura carnavalizada marginal a la oficial de ofrendas l�ricas a las autoridades eclesi�sticas, virreynales o aquellas del amor idealizado; y luego influy� en el costumbrismo, donde la s�tira era uno de los ingredientes esenciales. De literatura marginal a literatura nacional, la tradici�n literaria carnavalizada hab�a abierto espacios insospechados aprovechando el inter�s de la �lite intelectual dominante empe�ada en construir una imagen de naci�n que los representase. El costumbrismo refleja el estado de esa naci�n naciente; pero lo hace en forma cr�tica y muchas veces mirando al pasado. Mediante la s�tira se burla de los personajes de una sociedad rudimentaria que no termina de forjarse por culpa de los militares y la d�bil clase pol�tica.

Ricardo Palma es s�lo uno de los �ltimos grandes representantes de esta literatura carnavalizada. Sus Tradiciones peruanas realizan la cr�tica soterrada a la sociedad colonial, pero tambi�n lo hace a la nueva rep�blica. Evita enfrentarse a los personajes de su �poca aunque no puede evitar la cr�tica constante a la iglesia. El humor festivo, el lenguaje depurado y colorido le sirvieron para ser reconocido como un escritor internacional. Su figura es admirada por grandes y peque�os con mucho respeto. Hab�a logrado aprovechar el lenguaje popular y llevarlo a las m�s altas esferas de la literatura. Depurado, es cierto, pero lenguaje popular que rebas� las fronteras peruanas gracias al escritor representativo del Per� en su momento.

En 1904, Palma le env�a la siguiente nota al Dr. Carlos Basadre:

�Sabe usted, mi querido Carlos, que estas hojitas no est�n destinadas para la publicidad y que son muy pocos, los que en la intimidad, de amigo a amigo, los conocen. Alguna vez me revel� usted el deseo de tener una copia de ella, y no sabiendo qu� agasajo le ser�a grato hoy, d�a de su cumplea�os, le mando mis Tradiciones en salsa verde, confiando en que tendr� usted la discreci�n de no consentir que sean le�das por gente mojigata, que se escandaliza no con las acciones malas sino con las palabras crudas. La moral no reside en la epidermis.�

Dichas tradiciones aparecieron oficialmente en 1973, antes hab�an circulado en ediciones clandestinas. La recepci�n fue diversa. En 1953, Anderson Imbert se�alaba: �La mayor�a de ellas est�n construidas sobre meros juegos de palabrotas o con viles an�cdotas. Sus h�roes son de monstruosa anatom�a � s�lo existen de la cintura para abajo�� y en 1968 reiteraba: �Hemos le�do el manuscrito de sus Tradiciones en salsa verde, 1901, a�n in�ditos y dif�cilmente editables por su pornograf�a�.� Ve�a el dem�rito literario en las palabras crudas y las im�genes escabrosas; elementos que Jorge Basadre resaltaba al indicar que �establece un contacto �ntimo entre el lenguaje escrito y el lenguaje popular�. Lo que se�alaba un realismo adelantado a la �poca.

Tanto de una postura como de la otra, no profundizaron en los textos y m�s all� de algunos ensayos, las tradiciones quedaron en el olvido que es una forma de negarle existencia literaria. Palma preve�a estos hechos y es por ello que opt� por su circulaci�n entre un grupo reducido de amigos. Luchaba entre evitar la cr�tica mordaz y la destrucci�n de su imagen de escritor respetado y la necesidad de dar a conocer el aspecto negado del pueblo por la literatura e incluso por sus Tradiciones. Al final mantuvo su imagen de escritor respetado, pero sus Tradiciones en salsa verde no fueron muy difundidas.

Los personajes de virreyes, libertadores y sacerdotes, comport�ndose igual a hombres comunes del pueblo, las im�genes de lo corp�reo valoradas topol�gicamente, el lenguaje popular que subvierte jerarqu�as; corresponden al t�pico de lo carnavalesco, al mundo de la calle que cruza fronteras y se instaura en la literatura. Desordena el mundo ordenado y altera burlonamente el ritmo de todos los d�as y los hechos dados por idealizados. Es el grado extremo de este carnaval lo que a trav�s de las Tradiciones en salsa verde intenta ingresar y alterar el equilibrio ordenado del canon literario y, los que se adscriben a la ideolog�a oficial, quienes se�alan c�mo debe ser una obra para ser considerada literaria, los que luchan por evitarlo. El siguiente subcap�tulo est� dedicado a ubicar los elementos carnavalizados a trav�s de las categor�as de lo carnavalesco.

2.1. ��� Presencia de las categor�as carnavalescas en los textos

Del presente an�lisis se ha hecho omisi�n de las siguientes tradiciones por carecer de fuerza argumentativa o escaso elemento carnavalesco que convierte en pobre su an�lisis: �Tajo o tejo!, La cosa de la mujer, De buena a bueno, Los inocentones, La cena del capit�n. Los dem�s textos ser�n tomados en cuenta seg�n su presencia en cada categor�a, considerando que varias categor�as pueden estar contenidas en un mismo fragmento, se referir� al fragmento seg�n sea necesario.

a) Categor�a del contacto libre y familiar entre la gente

Esta categor�a es la m�s com�n y el destronamiento es el mecanismo m�s utilizado. El personaje distanciado del pueblo llano pierde su posici�n privilegiada por iniciativa propia o por acci�n de otros personajes. En las tradiciones estudiadas predomina el rebajamiento por propia boca cuando empiezan a utilizar el lenguaje del pueblo, del cual supuestamente est�n distanciados, ya sea por sus hechos heroicos o sus cargos que ostentan; sin embargo, el uso del lenguaje popular permite al pueblo referirse a ellos como uno de los suyos, rasgo, este �ltimo, que corresponde a la excentricidad.

Libertadores como Bol�var, Lara, Sucre e incluso el gringo Miller; no se salvan de usar la jerga del pueblo. Son personajes hist�ricos que la ideolog�a oficial intenta mantener inmaculados como paradigmas del buen patriota y que sin embargo no cumplen el rol que se les asigna. Prefieren comportarse como el pueblo. Sucre con el carajo y Miller con el �god dam�. Nadie los destrona, se lo hacen a s� mismos. Con Sucre se vuelve peculiar porque el narrador se encarga de �coronarlo�, elevarlo en sus modales por encima de sus compa�eros para culminar sus d�as gritando: �_�Carajo!, un balazo...�. Investir a un personaje de cualidades y luego demostrar lo contrario es el mecanismo ideal del destronamiento.

Pero no s�lo son libertadores los que participan del lenguaje carnavalesco, incluso los miembros de la iglesia se destronan con sus interjecciones y se integran al pueblo: Santo Domingo echando sus juramentos era un santo nada santo o el arzobispo Cuero cuando en plena misa evitaba las pendejadas de San Mateo. Otro tanto ocurre en los casos de conducta indecorosa de los religiosos de Un calembour o el origen pe- caminoso del arzobispo de Coimbra. No corresponden con las caracter�sticas de su alta investidura, cometen los pecados m�s comunes de cualquier mortal y por lo tanto son iguales a cualquier otro hombre. Al igual que a Sucre, en La misa a escape, monse�or Cuero es coronado como sabio y santo para finalmente destronarse al usar palabras poco apropiadas a un religioso.

Se ha preferido estos casos debido a lo notorio de la anulaci�n de las distancias de dichos personajes respecto al pueblo llano. Los individuos del pueblo se integran al carnaval en forma libre, a trav�s del lenguaje y las acciones carnavalescas, pero� los actos y el uso de jerga por santos y prohombres alteran la visi�n idealizada que se tiene de ellos y quiebran el discurso ideol�gico oficial. En algunos casos, la presencia expl�cita del lenguaje carnavalesco por parte de los personajes otorga la calidad de textos carnavalizados, en otros la menci�n de sus acciones no correctas preparan el ambiente para la realizaci�n de la categor�a de la excentricidad.

b)������� Categor�a de la excentricidad

El acercamiento de distancias entre los personajes permite un trato familiar. El� subordinado por las jerarqu�as sociales ahora puede tratar de igual a su superior y utilizar con �l un lenguaje carnavalesco. La excentricidad complementa a la anulaci�n de distancias y permite el trato familiar.

Cuando Bol�var se singulariza con la �pinga�, la frase se convierte en popular. El Libertador se halla unido a un referente sexual y el pueblo no escatima en utilizarlo. El proceso de acercamiento a la gente y su identificaci�n con ella por el lenguaje y sus acciones, les permite tratarlo sin respeto. El pueblo se vuelve exc�ntrico respecto al Libertador quien se halla en el lenguaje carnavalesco del pueblo. Con Sucre sucede lo mismo, su nombre se une al carajo final y llega a conformar una frase popular. Al caer Bol�var en el descr�dito, su nombre comienza a circular en pasquines injuriosos, medios propios del carnaval, que al rebajado lo pone en boca p�blica, se juega con el nombre y simb�licamente se le decapita como se har�a con un mu�eco en el carnaval.

En La consigna de Lara, la distancia se acorta merced al pedido de Bol�var, quien espera una respuesta adecuada al lugar y los personajes. El ambiente no es de carnaval, sino de orden y cortes�a, el mismo Libertador se muestra respetuoso ante las damas. Sin embargo, esta anulaci�n de distancias no funciona acorde con lo pensado por Bol�var. �ste cre�a que Lara se iba a adecuar a la circunstancia, la anulaci�n para Bol�var consist�a en elevar el discurso de Lara al nivel alturado de la conversaci�n; pero Lara ve�a que los dem�s se rebajaban a su nivel de lenguaje y por ello emite libremente lo que estaba pensando. La excentricidad de Lara, el uso del vocabulario de plaza p�blica en un momento solemne, quiebra el clima de formalidad y el Libertador tiene que salir huyendo del lugar.

El pasqu�n contra Amat y la azota�na a su mayordomo constituyen elementos de lo carnavalesco en la categor�a de excentricidad. Estos son tan delincuentes como aquellos que toman venganza. La igualdad les permite la azota�na y el pasqu�n. El pasqu�n se vuelve popular y llega hasta Espa�a donde el virrey se entera que est� siendo degradado al nivel del orificio anal de su mayordomo, imagen que corresponde al cuerpo grotesco. El virrey, que est� defendiendo su integridad moral, no debe- r�a acepta participar del lenguaje carnavalesco; pero al llegar al tercer verso se destrona a s� mismo con los versos improvisados con que culmina la tradici�n. El virrey, a pesar de la autoridad moral que dice representar, termina comport�ndose como el pueblo.

El Fray Francisco Castillo se encontraba entre compa�eros hablando de un caso donde circulaban t�rminos groseros. Su improvisaci�n carnavalesca se da en este medio de relajaci�n y trato horizontal; pero llega al medio formal y r�gido del Provincial quien asume el papel que no le corresponde, el de guardi�n de la santidad, pues su vida pecaminosa lo deslegitima y por ello Fray Castillo no duda en se�alar �que tiene tan grandes cojones� (test�culos) y luego minimizarlos a �como un dije�. En este recinto religioso nada corresponde a su papel que deben desempe�ar: celosos guardianes de la moral, puesto que viven inmoralmente, destacado aqu� por la lujuria y el lenguaje procaz.

En Fatuidad humana, la respuesta irreverente de Patrocinio se debe a que conoce el origen del Arzobispo de Coimbra. A la primera respuesta insolente del Arzobispo negando la relaci�n familiar con su madre, �sta responde dando a conocer que lo �nico cierto que es hijo de una puta. La funci�n de Arzobispo se halla negada por su origen irregular y por ello la distancia entre �l y su madre es nula. Patrocinio lo sabe y se permite maltratarlo.

Al� igual que en La consigna de Lara, en El lechero del convento tanto el padre como el hijo confunden la anulaci�n de distancias y emiten discursos del carnaval en un ambiente dominado por la censura. El caso de �o Prisciliano es excesivo, puesto que conoce cual es el trato adecuado con las monjas. Una de las monjas al intentar comprender al muchacho hace percibir al lechero que se est�n anulando las distancias y �ste estalla en furia. �o Prisciliano no comprendi� que no exist�a tal anulaci�n y por lo tanto tal rasgo de excentricidad no fue bien tomado.

Como se habr� observado, ocurren actitudes exc�ntricas de los personajes hacia otros que han perdido las distancias referente a los primeros. La gente del pueblo los toma como a iguales pues se comportan como ellos, es por eso que la categor�a de la excentricidad es complementaria a la categor�a del contacto libre, aunque muchas veces no aparezca en el texto. A veces, como en el caso de Lara o de �o Prisciliano, se introduce el vocabulario del carnaval en un lugar inadecuado debido a una falsa percepci�n de anulaci�n de distancias. Las damas y las monjas manten�an un di�logo cordial pero alturado, el ingreso del lenguaje callejero rompe el equilibrio de los dialogantes e interrumpe la comunicaci�n, las mujeres no participaban -por lo menos en el texto � del carnaval y por eso Bol�var tiene que salir huyendo y en el otro caso son las monjas.

c)� ����� Categor�a de las disparidades carnavalescas

Aqu� ingresa los valores asignados por el pueblo. Los m�s comunes corresponden a la concepci�n del cuerpo grotesco. El cuerpo se divide en superior e inferior, atr�s o adelante con valores positivos o negativos. El acto mismo de se�alar un valor al cuerpo rompe con la idea medieval de la prevalencia del esp�ritu.

En La pinga del Libertador, Lara evita ser ubicado entre los pendejos de junto al culo. La valorizaci�n de la parte posterior del cuerpo es negativo; mientras que la parte delantera es positiva: �fruncir los cojones y a ellos�.

Al coronel Nicol�s Medina se le divide entre una parte f�sica y una parte intelectual. En la primera est� sobredimensionado: gigantesca estatura; pero en lo segundo es un semisalvaje, una bestia. Al final de la tradici�n el Libertador no hace sino ratificar esta disparidad: �usted no es m�s que un hombre de hechos�. Otro tanto ocurre en La consigna de Lara. En lo f�sico se le pinta como uno de los m�s guapos, pero en cultura como uno de los m�s burdos y desvergonzados.

Al virrey Amat le inclinan figuradamente hasta el trasero del mayordomo, lugar obsceno por excelencia; mientras el rey don Juan y Patrocinio actuaban inducidos por sus �rganos sexuales, la parte inferior que nivela a ambos.

El lechero del convento asigna al �rgano sexual masculino un valor degradante; mientras su hijo lo ve como proporcionador de vitalidad: �las vacas que joden est�n muy gordas�. La forma como es mostrada Manonga es grotesco: primero se le compara con una nave y luego se juega con la posibilidad de que Manonga sea el pato con arroz. La partici�n de Castilla sobre su ministro de gobierno es asign�ndole tres divisiones: lo inferior: la barriga y el medio: el coraz�n, siempre ocupados; y el cerebro, lo que deber�a estar siempre lleno, a veces estaba vac�o. Lo positivo se negativiza. En Matr�cula de colegio el valor positivo corresponde al hombre y el valor negativo a la mujer, por ello el hijo Crisp�n que mamaba el p�jaro de su padre es un macho de verdad mientras los otros son afeminados.

d)������� Categor�a de lo profano

En esta categor�a se desvaloriza lo tomado como sagrado por el propio pueblo y puede verse en El carajo de Sucre cuando Santo Domingo juraba en el sagrado nombre de Dios seguido de una lisura. Miller en su �Dios me condene� parodiaba la c�lebre frase inglesa: �Dios salve a la reina�, profanando la santidad de Dios y el valor que el pueblo ingl�s asigna a dicha frase. En Un desmemoriado, la memoria vol�til del gobernador convierte el momento solemne de la arenga en una irrupci�n de injurias y denuestos. Lara, por su parte, est� pensando en el estado del sexo de una dama mientras Bol�var celebra el nacimiento de unos ni�os. El Ciego de la Merced increpa a Dios por la presencia entre los humanos de la Pobreza y la Indigencia. Finalmente, en La misa a escape se profana la santidad de los escritos de San Mateo al considerarlos pendejadas, lo singular es que primero se pide perd�n por no leer m�s y luego se lanza la lisura.

Son las injurias, denuestos, profanaciones a lo sagrado, ya sea el lugar, el momento, el personaje o el hecho; un individuo denigra algo que est� por encima de �l y le resta valor.

CONCLUSIONES

-������� En las Tradiciones en salsa verde se hallan profusamente elementos carnavalescos de las cuatro categor�as: a) contacto libre y familiar, b) la excentricidad, c) disparidades carnavalescas y d) la profanaci�n; elementos que convierten a dichas tradiciones en textos carnavalizados.

-������� El contacto libre y familiar se realiza mediante el destronamiento que anula la distancia entre alg�n personaje jerarquizado superior y el pueblo. En estas tradiciones los personajes se integran al aspecto carnavalesco del pueblo especialmente por el vocabulario de plaza p�blica y sus acciones inmorales.

-������� La excentricidad complementa la anulaci�n de la distancia para lograr el contacto libre y familiar. Se demuestra mediante el irrespeto al superior. En algunas oportunidades estas actitudes son err�neas por una falsa percepci�n de anulaci�n de distancias y brotan en un espacio que no corresponde al carnavalesco.

-������� Las disparidades carnavalescas ocurren especialmente en referencia al cuerpo grotesco otorg�ndoles valores positivos (superior y adelante) o negativos (inferior y posterior) o a trav�s del s�mil del cuerpo con objetos o animales.

-������� Las profanaciones se dan por medio de juramentos, la ruptura de un momento solemne o la emisi�n de frases ofensivas a Dios o los santos.

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