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Culturlismo


Enviado por   •  26 de Agosto de 2014  •  1.966 Palabras (8 Páginas)  •  214 Visitas

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Las teorías “culturalistas” acerca de la escuela constituyen un contraste que obliga a rectificar algunos excesos de las teorías marxistas ortodoxas. Se trata de elaborar desde ellas una noción de cultura asociada a una capacidad, más o menos fuerte, de transformar la sociedad sin restringirse al papel de “falsa conciencia” que le atribuyen los marxistas. Giroux es receptivo con esta tradición y busca situarse en un equilibrio que lo aleja de posicionamientos marxistas más ortodoxos como el de Apple, del cual hablaremos en próximos posts. El enfoque de Giroux recoge las críticas que desde el culturalismo pueden hacerse de la visión reduccionista y causal que entiende lo cultural como mero reflejo de lo económico carente, por tanto, de otro valor que no sea el de representar el punto de vista burgués en las distintas capas sociales.

Los marxistas más rigurosos atacaron la denominada “alta cultura”, como propia de una versión conservadora y elitista que consagra como civilizado o humano lo que en realidad responde a los valores burgueses. Este mismo elitismo fue criticado en otros marxismos revisados, como el de la Escuela de Frankfurt, que, recordemos, atribuía gran valor a la “alta cultura”, en el caso sobre todo de Adorno. En este reconocimiento de una división en la cultura entre alta y baja, por mucho que politizaran convenientemente lo cultural, subyace un pathos burgués, a juicio de los críticos marxistas más ortodoxos. Ya vimos cómo esto señalaba una diferencia entre la concepción del arte de Walter Benjamin, por un lado, y la concepción elitista y contraria al arte de masas de Theodor Adorno, por otro lado (aquí). Según Giroux, las teorías culturalistas en pedagogía no deben incurrir en un error similar al de Adorno, a fin de no hacer el juego a un mundo que produce y vive de esa escisión entre lo popular y lo elevado. Pero para comprender bien qué nos quiere exactamente decir y aportar la perspectiva culturalista, en el terreno que nos interesa, que es el de la pedagogía, señalemos los supuestos básicos de la misma, al hilo de la exposición de Giroux en el libro que estoy comentando.

En primer lugar, la cultura es las ideas y las prácticas en las que éstas se encarnan. Se trata de formas específicas de vida. La visión que tengamos de una cultura no puede abstraerse de la actividad general y de la interacción social de la vida diaria. La cultura formaría parte, así, de un estilo de vida y de la cotidianeidad tangible de los individuos. Es más que simples esquemas, creencias o reflejos de lo económico en el espejo de la subjetividad. Tiene que abordarse como algo activo y productor, en constante movimiento. De este modo, tal vez habría que corregir el esquema simplista de la base-superestructura determinante, con un campo de fuerzas mutuamente determinantes en los dos niveles, estructural (relaciones sociales propias de un modo de producción) y cultural. La sociedad sería un todo mucho más complejo que el viejo esquema marxista, lo cual me evoca, sin que Giroux parezca verlo, el planteamiento de Bourdieu, que precisamente desarrolla esta idea a la perfección. Sigo pensando que Giroux ve en el francés un marxismo que en realidad no existe en él, que en realidad se acerca a estos supuestos culturalistas que estamos planteando.

En segundo lugar, hay un énfasis en la participación humana, en la intervención activa y en la experiencia de los individuos que participan. El análisis social y de clase debe mirar a esta experiencia de los sujetos, a cómo viven, expresan y producen su universo cultural y estructural. Es decir, atender al proceso a través del cual los hombres hacen su historia. En palabras de Giroux: “La clase es vista cada vez menos como un medio estructural e impersonal a través del cual la gente define la experiencia y responde a las condiciones bajo las que vive. Las divisiones de clase y la lucha están expresadas dentro de conjuntos de relaciones dominantes y subordinadas que construyen a la sociedad y a su campo colectivo” (p. 164). La dominación de clase no se ejercita de un modo estático y unilineal, sino que resulta, como estamos diciendo, un todo más conglomerado y contradictorio de relaciones humanas y de clase. No hay consecuencias predeterminadas en la lucha en la que, eso sí, hay unas clases que dominan o intentan dominar a otras. Lo que Giroux sobre todo valora de esta perspectiva lo expresa aquí: “El mensaje central aquí es que la dominación no subsume ni la participación humana ni la resistencia, ya que el sujeto en constitución no puede simplemente ser reducido a los dictados del modo de producción, de la vida material o a la lógica de la dominación inherente a las instituciones de reproducción social como la escuela, la familia, etc.” (p. 165). Aquí se manifiesta un posicionamiento más subjetivista que considera al sujeto como entidad que desborda sus determinaciones de clase, incluyendo una complejidad de factores que lo hacen realizar y producir activamente su propio mundo desde sí, incluyendo determinaciones y lo que podríamos considerar un margen de libertad. En efecto, creo que de un modo u otro, toda pedagogía que intente ir más allá de lo meramente descriptivo, se tiene que plantear este punto así, y resulta muy difícil la superación de cierto subjetivismo en el sentido que estamos diciendo. Incluso lo hallamos en un pedagogo de la Polonia comunista como Suchodolski. El sujeto y la cultura, que es el constructo que Giroux tiene en mente en su exposición, “(…) tiene su propia especificidad y una orientación única hacia las diferentes instancias y fuerzas interrelacionadas que caracterizan una realidad social dada” (p. 165). Y no olvidemos que por cultura los culturalistas que está presentando Giroux entienden más que ideas y se dirigen a lo concreto. Por eso, una manera de abordar el estudio científico de la educación podría ir, como en determinadas metodologías (análisis de contenido, entrevistas y relatos de vida, etc.) de lo más experiencial o concreto en el desarrollo de significados, para elevarse teóricamente hasta el nivel de las generalizaciones abstractas. No obstante, como todos sabemos, en toda investigación que parta de lo más experiencial

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