De La Intersubjeividad
Emuller3011 de Marzo de 2014
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¡Tantas y cuantas obras nos hablan de las primeras civilizaciones! Ya sea los mesopotámicos en el año 5000-6000 A.C., la Egipcia que data de los años 3150 A.C. hasta la primera civilización de la que habla la Biblia, es decir, Adán y Eva. Con esto quiero decir que el hombre desde siempre, aparte de ir desarrollándose personalmente, ha buscado la interacción con otros, de una u otra manera, ha tratado de establecer vínculos que le favorecieran para su supervivencia y, en un segundo momento, la expansión de su territorio.
Conforme la historia queda a las espaldas del hombre, éste fundaba cada vez mejores civilizaciones; ya así conocemos imperios casi celestiales hasta poblados llenos de misticismo y profecías. También descubrimos dentro de sus avances, personalidades de gran capacidad de mando, líderes netos, grandes pensadores que revolucionan las ideas de su pueblo e ideologías tan potentes capaces de derrocar o erigir un régimen.
Todo lo anterior, lejos de ser una crítica o pretender obviar los hechos, nos deja claro dos cosas muy importantes. En primera, el alcance de la mente humana y la proyección de ella en la sociedad, de segundo momento, la participación inferencial de la sociedad en la personalidad de cada hombre
Quisiera en este espacio elucidar un poco dichos puntos aunque ulteriormente los expondré.
La mente humana es lo más valioso (desde una visión psicológica y filosófica) que nuestro ser posé. Ya lo sugería el padre de la medicina Hipócrates, que la cerebro [mente] es lo más valioso del ser humano pues está más cerca del cielo; indudablemente es una afirmación que en nuestra época nos puede parecer absurda; sin embargo, la frase posee un fuerte contenido de verdad en tanto en cuanto que es cierto el protagonismo de cerebro [mente] en el ser humano.
En este libro no inquirimos (aunque nos toparemos con ellas) para qué el hombre ha formado comunidades sino más bien, la primera causa de por qué el hombre ha decidido fundar dichas sociedades, o sea, deseamos conocer si en el ser del hombre existe algo que lo mueve hacia la formación de ellas o se trata de algo accesorio que puede o no suceder en el proceso de la vida de él.
Así, tocamos a grosso modo la problemática de la cual es su porqué de este libro: lo intrínseco o accesorio de la intersubjetividad. De tal suerte que una vez tipificado el concepto y su naturaleza, podamos distinguir lo que de lo que es y su ejercicio, entrando de lleno a su estudio.
Uno de los puntos que es necesario discernir es lo que es “mi” acción y lo que significa la acción del “otro” para no caer en el pensamiento equivocado y expresar una fusión de mentes que tiene por finalidad la homogeneidad de la unicidad del hombre y el “titireteo” de su pensamiento. Ejemplo de esto es el postulado del psicólogo social Gustave Le Bon quien oferta el concepto de muchedumbre que es en donde el sujeto pierde su personalidad.
Es entonces, necesario fundamentar la unicidad del hombre (imperdible e inconfundible) en el momento de la interacción.
Otro punto a destacar es el fundamento que ha de tener la intersubjetividad, es decir, desde dónde se posiciona para que se den aquellas relaciones. Como es de esperarse, grandes investigadores ya nos han brindado una posible hipótesis que trata de responder a tal cuestión. Sin embargo, al ser aristotélico tomista el trasfondo filosófico de esta empresa, la conjetura será ad hoc a tal trasfondo.
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