Domesticame

DOMESTICAME

“¡Por favor... domestícame! Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, ya desde las tres comenzaré a estar feliz”.

Antoine de Saint-Exupéry

El ser humano por naturaleza es un ser de carencias, cuando es bebe necesita de cuidados, cuando es anciano también necesita de los demás (familia, amigos, conocidos). Desde que se nace hasta que muere, el ser humano busca el contacto con el otro como medio de supervivencia, en el cual se generan lazos y vínculos biológicos, sociales y afectivos.

Desde que las personas se centraron en sí mismas y perdieron la unión con el Todo, con la naturaleza, desde que se desconectaron de su mismidad, pareciera que se perdieron buscándose en las cosas externas, en las cosas materiales; y llenos de nostalgia andan por el mundo acumulando, riquezas, títulos, saber, poder, para tratar de ahogar la soledad y llenar el hueco afectivo que experimentan.

La palabra domesticar provine de dos vocablos griegos, δῶμα (doma) que significa casa o morada y ἐστί(ν) que se traduce como ser o estar. La palabra domesticar se puede entender como estar o ser de casa. ¿De qué casa habla el personaje del zorro, en el libro del Principito? Al parecer se trata de la casa interna del ser humano, la casa del interior, la casa del corazón. Domesticar no siempre es sencillo, domesticar implica tiempo, esfuerzo y dedicación. Es un proceso de reconocimiento, aceptación y amor. Un proceso de aprender el uno del otro, un proceso de paciencia, tacto y respeto. Un hermoso ritual que los seres humanos han olvidado. Es una forma de hacer que un día no se parezca a otro día, que los momentos especiales alcancen su verdadero valor. Es romper con la rutina, buscar la novedad de cada día, que el corazón pueda prepararse para sentir con toda intensidad lo que viene, con los sentidos a la expectativa y la mente abierta.

Hoy en día, se percibe que las relaciones entre las personas, las relaciones entre las parejas son sumamente inestables, se ha perdido el interés por el otro. Invertir en el proceso de domesticación se ha convertido en una práctica obsoleta, no hay tiempo ni corazón para hacerlo, hay prisa por poseer al otro, por satisfacer el ego, se miden las relaciones por la utilidad que nos proporcionan para luego desecharlas, sin importar si se hiere o no.

Y recuerda: “Crecer no es el problema, olvidar lo es... Los hombres han olvidado esta verdad –dijo el zorro–. Pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Eres responsable de tu rosa.

Antoine de Saint-Exupéry

El amor y la responsabilidad son realidades inseparables. Hay amor si hay responsabilidad y viceversa. La responsabilidad es el apellido del amor. Amar es responsabilidad afectiva, es tomar consciencia de lo que implica el contacto con la otra persona que posee una dignidad equiparable a la propia. “Crecer no es el problema, olvidar lo es”. Ser adulto no es el problema, olvidar que algún día se fue niño, ese es el verdadero problema, olvidar la importancia y el valor del otro es una situación que podría llevarlo a su cosificación.  

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