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FICCIONALISMO

Ximenazaria12 de Septiembre de 2012

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EL FICCIONALISMO COMO ENFOQUE TEÓRICO PROCEDIMENTAL (Apuntes introductorios)

6. El orden de lo ficcionalizado en la ficción actoral

El interrogante es, ahora: ¿cuáles son los elementos básicos de lo ficcionalizado, de aquello imaginario determinado por la acción de ficcionalización de los y las artistas actorales? Si pensamos en referencia al trabajo actoral de cualquier espectáculo teatral, podríamos decir que los personajes que son interpretados están constituidos por dos tipos de elementos esenciales: los referentes a su corporalidad y los relativos a su universo psíquico. Así, en las condiciones de lo imaginario, los personajes tienen una corporalidad determinada y son sujetos de actos y estados físicos diferentes por un lado, y por el otro, de determinados sucesos psíquicos. Llamamos “actemas” y “estatemas” a los actos y estados físicos del personaje y “psiquemas” a los aconteceres o sucesos psíquicos del mismo, a todo lo concerniente a su mundo interior. Trataremos de avanzar un poco más en estos conceptos deteniéndonos en un ejemplo. Situémonos en una supuesta escena de un espectáculo teatral considerada desde la doble perspectiva de dos actores y de un espectador (E), que asiste a una función. Un actor llamado Juan, que interpreta al personaje de John, está sentado en un sillón. Se trata del primer personaje que aparece en escena. Juan es un hombre menudo y de baja estatura, que se nos muestra sosteniendo entre sus manos un elemento de utilería construido de tal forma que produce en E la imagen de que tal elemento es un diario. Luego Juan dirige su vista hacia el supuesto diario, mueve la cabeza de arriba abajo y da vuelta rápidamente las hojas.

E siente y piensa que John está leyendo un diario.

Por momentos Juan deja el diario y produce una simultaneidad de actos, entre los cuales se destacan actos con su boca y respiración que evocan bostezos en el imaginario de E.

Seguidamente la mirada de Juan recorre el espacio que lo circunda, provocando en E la sensación de que John se encuentra en un estado de relajación muy grande y con un cierto grado de aburrimiento. En un momento dado todo cambia. Ingresa por la parte del fondo del escenario otro actor, Carlos, con un objeto de utilería color plateado que posee un mango y que E entiende que es un arma blanca.

Carlos es un hombre de contextura grande y muy alto, que encarna en la obra el personaje de Charles. Tiene la mirada desorbitada, su mandíbula está tensa y respira agitadamente, mientras acercándose rápidamente a Juan le grita: “¡Traidoor!”

Nuestro espectador siente que el proceder de Charles evidencia que se encuentra atravesado por el odio. Juan se da vuelta repentinamente. Grita. Se producen una serie de actos que conectan a Juan con Carlos, en los cuales Juan toma de los brazos a Carlos hasta que, luego de un movimiento en el cual Carlos se acerca a Juan con un gesto que a E le parece que evidencia mucha energía, coloca al objeto de utilería muy cerca del pecho de Juan. Inmediatamente, Juan grita: “¡No!” mientras contrae su cuerpo, que cae sobre el escenario. De una bolsita escondida en la ropa de Juan, sale líquido rojo. La suma de los actos encadenados de Juan y Carlos han producido en E la imagen de que John ha reaccionado violentamente ante la presencia de Charles que es amenazante, que cuando pelea por sacarle el cuchillo a Charles está haciéndolo con todas sus fuerzas y que no lograr su cometido lo llena de desesperación. Por su parte, E entiende que Charles ha ido creciendo en su ira hasta matar a John y que este último está en un estado de indefensión subrayado por la diferencia de contextura física que hay entre ambos.

E construye finalmente el imaginario de que John se ha desplomado moribundo y sangrante en el momento final.

Todas estas imágenes despertarán en nuestro espectador emociones y pensamientos que dependerán de su singularidad como persona y que lo reflejarán de uno u otro modo (asociaciones con otras imágenes propias de su experiencia de vida acerca de la traición, el odio, la indefensión, la ira, los asesinatos, etc.). En el ejemplo de esta escena trataremos de ubicar y diferenciar qué es lo que pertenece al orden de lo ficcionalizante y cuáles con los actemas, estatemas y psiquemas que componen lo ficcionalizado.

Veamos el comienzo de la escena: el actor Juan está sentado con un elemento de utilería que simboliza un diario. Su estar sentado es un estado físico, en tanto que los movimientos de sus ojos que van recorriendo distintas partes del mismo como si leyera, el dar vuelta de las hojas, dejar el diario, etc., son, como ya se ha dicho, actos. Sucesos físicos observables y comprobables. Por su parte, su contextura física y altura constituyen el factor que hace a la corporalidad de lo ficcionalizante. Cuando por el contrario hacemos referencia a la otra realidad imaginaria que se construye a partir de la primera, nos encontramos con el estado de Juan perceptificado como siendo de John. Eso es un estatema. El estar sentado de John es un estatema. Por su parte, la imagen de que John lee, deja el diario, mira alrededor, etc, son actemas, es decir actos de la realidad de la ficción.

Que John está relajado, aburrido, que luego se sobresalta, que se desespera, son psiquemas, elementos del orden psíquico del personaje, construidos por E, merced al trabajo artístico de Juan. Son también psiquemas el supuesto odio con el que entra Charles a la casa de John y la ira creciente que lo lleva a matarlo. Por parte el parlamento “¡Traidoor!” que dice Carlos y la forma de emisión linguística (el tono, su respiración, las inflexiones de la voz, el largo estiramiento de la “o” etc.) son actos ficcionalizantes. El grito de “¡Traidoor!” perceptificado ante el espectador como perteneciendo a Charles, es un actema. En el final todos los actos de aproximación a Juan, que hace Carlos manipulando el elemento de utilería que parece un arma y cerca del pecho de Juan, son actos ficcionalizantes. El actema es que Charles le clavó un cuchillo a John.

Cuando Juan se arroja al suelo luego del acto de Carlos y permanece en el suelo sin moverse, estamos en presencia de un acto seguido de un estado físico. El actema y estatema construidos son que John se ha caído y permanece en el suelo muerto, convertido en cadáver. Los actemas y estatemas son, en síntesis, actos y estados imaginarios, en tanto que los psiquemas son sucesos psíquicos imaginarios, creados todos por la ficcionalización de un actor o una actriz y construidos como ficción actoral por un espectador o una espectadora.Dicho de otro modo, podemos decir que los actemas son las imágenes de actos físicos y de enunciación verbal de los personajes producidos por la producción ficcionalizante del o la artista actoral, en tanto que los estatemas son las imágenes de estados físicos del personaje creados por la producción ficcionalizante. Los psiquemas, reiteramos, son lo imaginario creado con relación a los sucesos psíquicos de los personajes. Ahora bien, en la constitución de la ficción estos elementos simples que son los actemas, estatemas y psiquemas, se combinan configurando otras unidades mayores tales como acciones, situaciones, personajes, etc. Es decir configuran elementos de orden mayor.

Por un lado y de manera también determinante, en relación con los actos físicos se encuentra la presencia de lo observable de la acción de ficcionalización y en relación con los estatemas, nos encontramos con la noción de inacción que ya hemos introducido y que intentaremos ahora desarrollar más. Ya hemos dicho, acordando con la tradición teatral, que el teatro es fundamentalmente acción. Pero hablar de acción también implica la posibilidad de momentos de no acción, ligada a la producción de estados físicos. A esta no acción, la llamamos inacción. Si, por ejemplo, un personaje permanece parado un tiempo determinado en el espacio escénico, permitiéndole al espectador por lo dado en el contexto ficcional suponer que está escuchando atentamente lo que dice otro personaje, hablamos de inacción. Evidentemente el término “inacción” está referido al mundo físico, porque escuchar implica una serie de sucesos psiquicos encadenados es decir actividad psiquémica (actividad psíquica del personaje).

Haciendo un paralelo con la música podríamos decir que la acción se corresponde con los sonidos, que son esenciales a este arte, y la inacción a los silencios que también son significativos para el discurso musical. En este punto nos parece fundamental subrayar a modo de conclusión parcial que para el ficcionalismo, el sujeto de la ficcionalización teatral es el o la artista actoral, y que la noción de ficción actoral es más amplia que el concepto de acción ficcionalizada porque abarca también la inacción, a la que también llamaremos “ficción pasiva”.

Es ficción pasiva por cuanto no hay actos relevantes producidos por la actuación pero sí se producen efectos imaginarios y simbólicos en quien ejerce el rol de espectador. El sujeto de la acción ficcionalizada es, en cambio, el personaje encarnado por el o la artista actoral. También cabe señalar que los actos de la ficcionalización actoral no necesariamente son idénticos a los actemas del personaje, aunque en determinado momento puedan confundirse. Los actos corresponden a la persona de la actriz o el actor que ocasionalmente ficcionaliza y los actemas, al personaje. Veamos esto con un ejemplo: en un pasaje de una escena de un espectáculo teatral que estamos viendo un personaje acaricia a otro. Esta construcción

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