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Liberizacion


Enviado por   •  29 de Marzo de 2014  •  2.317 Palabras (10 Páginas)  •  152 Visitas

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En este trabajo se examina la experiencia del proceso de alternancia política en Baja California, en el marco de las transformaciones del sistema político mexicano de las últimas décadas. Ello permite valorarla importancia de los procesos locales y las vías factibles de la transición nacional, Se pasa revista a los diferentes enfoques que sobre la temática se encuentran actualmente en discusión, ponderando sus aportes y limitaciones, Dada la forma de gobierno presidencialista, la suma de alternancias políticas no parece conducir unidireccionalmente hacia la transición del régimen. El análisis del caso bajacaliforniano permite sostener la validez de la categoría de liberalización política para explicar el cambio político en México.

Entre 1994 y 1995 el sistema político mexicano dejó ver los rasgos más dramáticos de una crisis que para muchos anunciaba un “fin de régimen”. Como toda crisis política, se caracterizaba por la incapacidad de continuar dando respuesta a los desafíos sociales con los métodos conocidos. Sin embargo, su especificidad radicó en que las alternativas diseñadas desde el poder gubernamental fueron minando las estructuras en las que descansaba el sistema corporativo, pero sin proponer nuevas formas de organización política. El resultado fue un aumento de la incertidumbre sobre los caminos y el puerto de arribo al final de la crisis.

La incertidumbre es una característica definitoria de todo proceso de liberalización política. En México dicho proceso no es nuevo. Data de por lo menos 23 años y se inició con la apertura política del presidente Echeverría, en respuesta al reclamo democrático del movimiento del 68. Se trata de un periodo que parece responder a una “lógica propia”. Su destino es incierto; parecen no bastar los avances en la democracia formal y el reconocimiento de los triunfos electorales a los partidos de oposición en el nivel municipal ni las cuatro gubernaturas panis-tas. I/a liberalización no ha desmontado el autoritarismo que caracteriza a nuestra forma de gobierno. Las premisas de partida para el tránsito democrático, el agotamiento institucional y un régimen autoritario 2se han convertido en las únicas certezas; el destino de la liberalización, al parecer, no necesariamente es la democratización sustantiva. De nuevo, como históricamente ha venido sucediendo, la diferencia entre liberalización, autoritarismo o democratización futuros del régimen político mexicano dependerá en gran medida del papel que asuma la Presidencia de la República.

Alternancia local, liberalización política y transición nacional

Uno de los componentes esenciales para recorrer el camino de la transición democrática es la alternancia regular de partidos de signo distinto en el gobierno. Durante más de medio siglo no conocimos la alternancia política en México; fue hasta finales de la década de los ochenta cuando en Baja California se reconoció por primera vez el triunfo de un candidato de oposición a la gubernatura.

Naturalmente, no fue una noticia menor en el transcurso de nuestra caída en la modernidad.

Fue uno de los grandes logros de la sociedad civil bajacaliforniana y del régimen salinista. Uno de los signos más evidentes del proceso de liberalización política es que comenzamos a llamar a las cosas por su nombre. Esto se ejemplifica con al menos tres categorías que forman parte ya del discurso nacional: crisis, democracia y transición. Si bien no se comparten los contenidos, los términos se emplean con regularidad para aludir a los nuevos tiempos que vivimos. Hay un acuerdo general acerca del punto de arribo —ideal— del proceso: la democracia sustantiva. Pero sobre el tránsito que ha de conducir a la misma se plantean las divergencias.

El fenómeno de alternancia política registrado en cuatro entidades durante la última década ha tenido distintas interpretaciones. A riesgo de caer en el esquematismo, las podemos agrupar en tres grandes bloques. Por un lado, los analistas que interpretan que la alternancia local conduce directamente hacia la democratización del sistema político mexicano. Con base en los resultados electorales favorables al Partido Acción Nacional, la gestión de los nuevos gobiernos estatales permitiría construir la democracia sustantiva nacional. Se trataría de un “efecto demostración”, que adicionaría la fuerza local, cercando a la institución central del sistema político: la Presidencia de la República. Yemile Mizrahi llama a este proceso la vía “centrípeta” a la democracia:

La dinámica del cambio político parece moverse desde las regiones hacia el centro. Esta vía, que yo llamo “centrípeta” y que se inicia con la alternancia en el poder en el ámbito local, aunque es gradual, emerge actualmente como una de las vías más factibles y sobre todo estables de cambio político.

Otro autor parece compartir esta visión. A partir de la experiencia de alternancia en Chihuahua en 1992, Meyer reflexiona:

Cuando la democracia política llegue a México, si es que llega, bien podría no ser como resultado de una transformación macro política, similar a la que ocurrió hace años en Portugal, España o en América del Sur, sino como resultado de transformaciones parciales.

Para el autor, el triunfo del candidato panista a la gubernatura, Francisco Barrio, en las elecciones de 1992, significó que la ciudadanía logró “imponer la transición democrática”, es decir, la alternancia es concebida como sinónimo de transición.

Por otro lado, encontramos la visión “pesimista” del proceso de liberalización, para la cual lo que viene dándose y se perfila es una alternancia sin transición. Es, por ejemplo, la opinión de Carlos Ramírez: “El país se enfila hacia una alternancia sin transición. Es decir, no avanzar hacia la construcción de un régimen democrático sino quedarse en el simple cambio de un partido en la dirección política del poder”.

La alternancia sin proyecto democrático reproduce el sistema autoritario. En efecto, ya que el PAN carece de un proyecto de Nación distinto al del partido en el poder, las posibilidades de avanzar en el proceso de democratización son lejanas. Así, esta visión deja de lado los cambios que en el terreno de la cultura política trae aparejada toda alternancia estatal, la que además, no podemos olvidar, tiene lugar en un régimen corporativo.

A la par que esta visión, encontramos una tercera interpretación, útil para ubicar los procesos de apertura política que registra el sistema político desde finales de la década de los setenta. Según esta propuesta,

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