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Lo Que Nos Quedo


Enviado por   •  10 de Junio de 2013  •  1.004 Palabras (5 Páginas)  •  319 Visitas

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La familia siempre refleja los cambios que se operan en el contexto histórico. En el fin de la Edad Media, cuando comienza a perfilarse la sociedad moderna, encontramos un tipo de familia que cumple el rol de productora de bienes de uso y mercancías donde, si bien se perfila una división sexual del trabajo, las mujeres y los varones participan en términos casi igualitarios en la esfera de la producción. Al aparecer la manufactura, hombres, mujeres y niños y niñas centran sus vidas en el trabajo, se integran a la producción de mercancías, pero ahora en un espacio distinto del de sus hogares, los cuales pasan a ser de uso exclusivo de la reproducción biológica y cuidados de la progenie y ya no una unidad de producción. La familia de la modernidad nos encontramos con familias, no con un solo modelo de familia. A pesar de existir muy diversas maneras de constituir una familia, en nuestro imaginario el término parece limitado a la representación hegemónica de una pareja heterosexual, monogámica, que convive junto con sus hijos e hijas, en forma permanente, bajo un mismo techo. Aunque, si observamos a nuestro alrededor, vemos cómo esta representación única empieza a alejarse de la realidad. Uno de los primeros datos obtenidos resulta llamativo por el alto porcentaje de homogeneidad en las repuestas de los entrevistados. Este dato primordial y revelador habla sobre la confiabilidad de los jóvenes en las relaciones con sus padres. El vínculo con sus padres, del cual dan cuenta la mayoría de los jóvenes entrevistados, es altamente positivo, muy apreciado y valorado. Los padres son figuras nítidamente presentes en su vida. Repuestas referidas a evaluar en forma positiva las relaciones con sus padres fueron dadas en todos los grupos. Los que reconocieron esta calidad de los vínculos pertenecen a diferentes clases sociales, edades y género. Este dato se destaca de modo particular si se lo compara con la percepción negativa que, según las repuestas obtenidas, esta generación tiene, en general, del mundo de los adultos. El vínculo con sus padres fue relatado como básicamente positivo, necesario,

tranquilizador y al cual –esto es fundamental– recurren o saben que pueden hacerlo en caso de

necesidad. “Mi viejo es una masa” o “Yo y mi papá somos muy compinches”, son algunas de frases, obviamente del léxico juvenil, con las cuales definen aspectos positivos del vínculo

Los entrevistados explicitan esta característica marcando la poca diferencia que ellos encuentran

entre las actitudes parentales y las propias. Los jóvenes perciben a sus padres como muy semejantes a ellos, sin marcas claras de diferencia entre las generaciones. Al respecto, los jóvenes dan

cuenta de una confusión de roles y esto denota la dificultad que tienen para encontrar una adecuada combinación entre figuras confiables en el vínculo, como ellos expresan que son sus padres, y figuras que puedan funcionar como autoridad. Es decir, adultos de quienes acepten límites, asumir responsabilidades, aceptar ciertos “no” y, por qué no, consejos. “Mis viejos son muy

gambas, debe ser porque son muy jóvenes”.

Este aspecto de semejanza de los padres con sus hijos, nos lo han referido no sólo respecto de las

actitudes. También comentan, con cierta incomodidad, semejanzas en el nivel de la imagen, el tipo de vestimenta, la adecuación a las modas y estética, entre otras particularidades. Una cuestión

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