Los Ilustradro

ilustrados (entre ellos Montesquieu, J.J. Rousseau, etc…) exaltaron la capacidad de la razón para descubrir las leyes naturales y la tomaron como guía en sus análisis e investigaciones científicas. Defendían la posesión de una serie de derechos naturales inviolables, así como la libertad frente al abuso de poder del absolutismo y la rigidez de la sociedad estamental del Antiguo Régimen. Criticó la intolerancia en materia de religión, las formas religiosas tradicionales y al Dios castigador de la Biblia, y rechazó toda creencia que no estuviera fundamentada en una concepción naturalista de la religión. Estos planteamientos, relacionados íntimamente con las aspiraciones de la burguesía ascendente, penetraron en otras capas sociales potenciando un ánimo crítico hacia el sistema económico, social y político establecido, que culminó en la Revolución francesa.

La ilustración permitió el desarrollo científico en áreas importantes como la física (Isaac Newton), entre otras, que desencadenaron en la Revolución Industrial Inglesa de 1750-1850 que significó el triunfo económico de la clase social burguesa, al sustituir la artesanía por la tecnología.

Las condiciones de vida de los campesinos, que pasaron a ser proletarios, al consolidarse la tecnología, eran muy duras: no había trabajo para todos, se trabajaba con salarios miserables y en precarias condiciones durante una extenuante jornada de 16 horas. Las viviendas de los proletarios se edificaron alrededor de las fábricas donde vivían varias familias sin servicios sanitarios, agua potable o alcantarillados. Había tantas personas disponibles para trabajar, que los patronos se aprovechaban de la menor protesta o del menor descuido para echar a la gente a la calle (lo que incluía la ilegalidad de los sindicatos). La situación de las personas que no podían trabajar era peor: los enfermos, discapacitados, enfermos mentales, niños huérfanos o abandonados, ancianos y accidentados en el trabajo eran abandonados a su suerte. Las precarias condiciones facilitaron la propagación de las enfermedades entre el proletariado.

Sin embargo, la clase social burguesa no se conformó con el poder económico, sino que aspiró también al poder político. Tomando como excusa todos estos problemas, la burguesía se adueñó del poder político con el apoyo del proletariado, bajo los ideales de igualdad, libertad y fraternidad. No obstante, los intereses burgueses eran solamente a favor de ellos mismos, pues detestaban tener que estar por debajo de la realeza y el clero, que eran quienes manejaban el poder político antes de la Revolución Francesa y, además, por el desarrollo del pensamiento que promulgaban los ilustrados luego de que la religión perdiera su fuerza. Ante este triunfo político de la burguesía, se consolida el capitalismo en Francia, como ya lo había hecho en Inglaterra, sólo que esta vez habrían consecuencias más importantes en la historia

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