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Materialimo


Enviado por   •  15 de Mayo de 2014  •  11.577 Palabras (47 Páginas)  •  190 Visitas

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El modo de entender lo que sea la materia determina diferentes maneras de percibir y organizar la realidad, muchas veces antagónicas e irreductibles entre sí, con sus consecuencias ideológicas en el terreno filosófico, científico, teológico y doctrinal en general. Se ofrecen aquí textos y enlaces que permiten estudiar, de forma empírico-cronológica y también histórico-dialéctica, la evolución del concepto y la construcción de la idea de materia, la confusa sucesión de doctrinas dichas materialistas y el propio rótulo pretendidamente englobador de materialismo.

No lo hacemos desde ningún sitio, pues en estos asuntos no cabe pretender eclecticismo, apartidismo o neutralidad. Afrontamos esta tarea desde las coordenadas sistemáticas del materialismo filosófico, que distingue tres géneros diferentes de materia determinada, y que inspiran, por ejemplo, el artículo Materia, escrito por Gustavo Bueno y publicado en 1990 en alemán por la Europäische Enzyklopädie zu Philosophie und Wissenschaften. Como sistematismo no implica dogmatismo, nuestro modo de entender la materia y el materialismo, y de reinterpretar su historia, siempre estará dispuesto a aceptar análisis que resulten más potentes, invitando al debate a quienes tengan algo que decir.

Materia es palabra de uso en lengua española desde hace mil años. El término latino del que procede significaba algo tan específico como silva (bosque) en cuanto material de construcción (de donde madera) más que como lignum destinado al fuego (de donde leño, leña, madero). Hacía 1090 los Fueros de Villavicencio establecen una tasa de tres denarios por cada «karro de materia», y hacia 1105 Doña Berta concede al obispo Esteban, a San Pedro de Huesca y Jaca que «corten leña, madera, bellotas y hierba» en los montes de Agüero. Pero hacia 1223 los lectores de la Semejanza del mundo saben ya que «caer la nieve en tierra mojada quiere decir granizo por razón que es formado en figura de granos así fazes de materia e de natura de las aguas», que «este fuego que llamamos nos rayo primeramente enciende e quema e fiende e por ende es fuego que trespasa todas cosas que alcanza por que es muy sotil materia quel fuego que nos abemos en uso», que «las nubes se fazen cuando se ajuntan vientos e las nieblas en el aire espeso e esta es su materia e su natura donde se fazen cuando los vientos se vuelven por el aire», o que «según dicen los sabios el aire es toda cosa hueca e vana que ve el omen hasta el cielo desde la tierra e es todo a tal cosa que non embarga el viso del hombre e este aire pertenece una partida a la materia celestial donde en la altura desta partida a tal non se hace nube». Por esos mismos años Gonzalo de Berceo escribe que «la laude es materia e voz de alegría», pero también que «movamos adelante, en esto non tardemos, la materia es grande, mucho non demudemos...», y con similar sentido: «Como son tres personas e una Deidad / que sean tres los libros, una certanedad, / los libros sinifiquen la sancta Trinidad, / la materia ungada la simple Deidad.»

En el primer diccionario de la lengua española, obra pionera entre los diccionarios similares en otras lenguas modernas, su autor, el licenciado don Sebastián de Covarrubias Orozco, huía de manera curiosa antes de tratar qué fuera la materia (Tesoro de la lengua castellana o española, Madrid 1611):

«Materia, es nombre Latino, materia, vel materies, ex qua aliquid sit. Lo demás dexemos para los Filósofos.»

Aunque el mismo Covarrubias, que elude tratar lo que advierte es ya una idea abstracta y filosófica, no duda al definir algunos conceptos relacionados que la lengua había ido cuajando durante siglos:

«Materias en las disciplinas, llaman los argumentos diferentes, y en las escuelas de los niños, los exemplares de letras que los Maestros les dan para que los imiten. Materia en las heridas, es la podre que sale della. Lat. pus, puris.

Materiales, las cosas que se aperciben para alguna fábrica, o otra cosa que se aya de hacer, como piedra, ladrillo, cal, madera, &c.

Material llamamos al hombre de poco ingenio, y bajos pensamientos.»

La Real Academia Española, institución fundada en 1713, se sirvió del diccionario de Covarrubias, pero sobre todo de lo que en español habían dejado escrito una selección de autores y de textos que pasaron a ser considerados autoridades de la lengua, al elaborar su primer diccionario académico, entre 1726 y 1739. En el tomo 4, páginas 512-513, publicado en 1734, se encuentra el resultado de su tarea recopiladora por lo que hace al término materia y afines: una docena de sentidos para materia, cinco para material y tres para materialidad y materialmente. Pero en 1734 los académicos todavía no podían incorporar a su diccionario términos demasiado modernos, como materialista o materialismo.

Sostenía en 1873 el autor de la primera historia específica del materialismo, Federico Alberto Lange, que la palabra materialismo no apareció hasta el siglo XVIII, en un entorno ideológico heredero de Francisco Bacon (1561-1626), a quien de cualquier modo no acepta como restaurador, tras el paréntesis medieval, del materialismo antiguo:

«Por un efecto del azar la palabra materialismo no apareció hasta el siglo XVIII; el pensamiento dominante de este sistema emana de Bacon, y si no designamos a este filósofo como el verdadero restaurador del materialismo es porque concentró toda su atención en el método y se expresó con ambigüedad y circunspección en los puntos más importantes; la ignorancia científica de Bacon, en quien hay tanta superstición como vanidad (34), no se ajusta en el fondo ni más ni menos con el materialismo que con la mayor parte de los otros sistemas; permítasenos sólo algunas reflexiones acerca del frecuente uso que Bacon hace de los espíritus (spiritus) en su explicación de la naturaleza; aquí Bacon se apoya en la tradición, pero añade a ella un argumento original que hace poco honor al 'restaurador de las ciencias'.» (Historia del materialismo, tomo primero, segunda parte, capítulo III: «Vuelta de las opiniones materialistas con el renacimiento de las ciencias», pág. 247 de la edición española de 1903.)

Aunque poco después, en 1879, otro alemán, Rodolfo Eucken, con «la vivacidad del sajón y el vigor mental y la energía que caracteriza a los germánicos» –que diría Santiago Valentí–, en la página 94 de su Geschichte der Philosophischen Terminologie (Verlag Von Veit & Comp., Leipzig 1879), atribuye a un texto de Roberto Boyle, publicado en 1674, la introducción del término materialista:

«Conceptos que ya están presentes en Descartes recibieron una formulación

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