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Quienes Somos


Enviado por   •  2 de Noviembre de 2013  •  4.821 Palabras (20 Páginas)  •  242 Visitas

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Ha llegado la hora de auto-explorarnos para conocernos, en realidad de verdad, y saber quiénes somos, de dónde venimos y cuál es el objeto de nuestra existencia. Ustedes están sentados aquí para escucharme y yo estoy también aquí, listo para hablarles. Entre ustedes y yo debe existir una verdadera comunión de almas, si es que de verdad queremos comprendernos.

¿Quiénes somos realmente? Cada uno de nosotros es un enigma para sí mismo. ¿De dónde venimos, para qué existimos, por qué? A mí me parece, hermanos, a mí me parece, amigos, que vivir uno así, por vivir, sin saber quién es ni de dónde viene, ni por qué existe, no vale la pena.

Se necesita que seamos claros consigo mismos y que nos comprendamos de verdad, a fondo, que nos conozcamos. Cuando uno se auto-conoce, se puede también auto-descubrir.

La Gnosis enseña que el cuerpo físico no es todo. Un cuerpo está formado por órganos, los órganos por células y éstas por átomos. Si fraccionamos cualquier átomo, obtendremos energía. En última síntesis, el cuerpo físico se resume en determinados tipos y subtipos de energía.

Hace poco los rusos descubrieron el cuerpo vital; le dieron el nombre de cuerpo bioplástico (tienen lentes poderosísimos para ver tal cuerpo). Es obvio que los indostanes a dicho vehículo físico-etérico le denominan Lingam Sarira. En todo caso, la mecánica fisiológica, el organismo en general, no podría funcionar si no tuviera un asiento vital.

Los científicos han estudiado la mecánica de la célula viva, pero nada saben, en verdad, sobre el cuerpo vital. Don Alfonso Herrera, el sabio mexicano, gloria (pues) de nuestra patria, logró fabricar una célula artificial, pero esta célula nunca tuvo vida. Los científicos podrían fabricar la semilla de cualquier vegetal, pero sería una semilla muerta, no germinaría. Ya se sabe que en Alemania fabrican huevos artificiales. Eso de fabricar «blanquillos» (huevos) artificiales resulta en verdad chistoso, pero los fabrican y los exportan. Sin embargo, nunca jamás ha salido un pollo de entre un «blanquillo» de ésos.

Juegan los científicos con los trasplantes, hacen experimentos de toda especie, pero no fabrican vida. Injertar una planta no es fabricar vida, es jugar con lo que ya está hecho. Existe la inseminación artificial, pero eso no es fabricar vida. Yo pondría sobre la mesa de un laboratorio los elementos químicos necesarios para fabricar un zoospermo y un óvulo, mas estoy seguro de que, si se unen ambos, si se fabrica el zoospermo y se une con el óvulo (si ambos se unen, para ser más claro), tampoco saldrá de allí una criatura.

Mas sí pueden los científicos sacar un zoospermo de una glándula sexual y juntarlo con un óvulo, en una matriz, para hacer que nazca una criatura; Pero eso es jugar con la mecánica de los fenómenos, eso es jugar con la vida. Interesante sería que ellos fabricaran un par de gametos y luego, uniéndolos, de allí saliera una criatura humana. Hasta ahora no lo han logrado, ni lo lograrán jamás. De manera que las teorías materialistas en boga, no tienen basamentos de ninguna especie, son huecas, artificiosas, absurdas.

En la misma Rusia Soviética el materialismo dialéctico ya pasó de moda, la mayor producción de Parapsicología viene ahora de la Unión Soviética. Rusia está entrando en una época de experimentos psíquicos. Afortunadamente con esos poderosos lentes que tienen ahora, pueden ver el cuerpo vital. Saben que el cuerpo físico no es todo, saben que el cuerpo físico no puede existir sin un cuerpo vital.

Pero no nos detengamos nosotros aquí, únicamente, vamos más al fondo...

Incuestionablemente, todos pensamos y sentimos, deseamos, amamos, etc. Cuando tocamos a una puerta y nos preguntan «¿Quién es?», Nosotros respondemos: «Yo». Este “Yo” de la Psicología es digno de autoexploración, de auto-conocimiento.

Incuestionablemente, estamos llenos de múltiples defectos: Ira, codicia, lujuria, orgullo, envidia, pereza, gula, etc., etc., etc. Todos estos defectos nos hacen entender que el “Yo” no existe en forma meramente individual, nos hacen comprender que no tenemos un “Yo” autónomo, que el “Yo” es un montón de “Yoes”; Es decir, tenemos un “Yo” pluralizado.

Quiero decir, de otro modo, que el cuerpo físico está manejado por múltiples “Yoes”: yo amo, yo odio, yo envidio, yo quiero, yo no quiero, etc., etc., etc. Dentro de cada persona viven muchas personas y eso está demostrado. Nadie permanece siendo el mismo ni siquiera media hora.

El “Yo” que hoy jura amor eterno a una mujer, es más tarde desplazado por otro “Yo” que nada tiene que ver con tal juramento; Entonces el sujeto se retira y la pobre mujer queda decepcionada. El “Yo” que hoy jura amor eterno por una causa, mañana es desplazado por otro “Yo” y la persona se retira. Esto nos invita a comprender que dentro de toda persona hay muchas personas; cada una de las mismas tiene su propia mente, su propia voluntad, su propio sentimiento.

Entonces, nuestra persona física no es más que una marioneta, un muñeco, un robot controlado por muchas personas que llevamos dentro. Tales personas interiores luchan por la supremacía, se combaten entre sí, se odian mutuamente. Cuando una de ellas logra controlar el cerebro, el corazón y el sexo, totalmente, entonces se siente siendo la única. No tenemos, pues, sentido de responsabilidad moral, somos unas máquinas controladas por mucha gente.

Muchas veces allá arriba, en el cosmos infinito, un planeta choca contra otro y eso es una catástrofe. Las ondas que llegan a la Tierra nos hieren, y como máquinas nos lanzamos a los campos de batalla enarbolando banderas, lemas, etc. Millones de máquinas se lanzan contra millones de máquinas; ésa es la guerra. Lo más grave es que nosotros creemos tener una individualidad verdadera y no la tenemos; somos máquinas.

¿Y qué es la muerte? He ahí el enigma. Bien vale la pena saber qué es lo que nos aguarda del otro lado.

Se nos ha dicho, y es verdad, que la muerte es una resta de quebrados; terminada la operación matemática, quedan los «valores», los resultados, los yoes. Ellos continúan en la dimensión desconocida, se los traga la eternidad.

Obviamente, al panteón van tres cosas: primera, el cuerpo de carne y hueso, que se pudre entre el sepulcro; segunda, el cuerpo vital o cuerpo bioplástico, como lo llaman los rusos, y que flota cerca del cadáver, se va descomponiendo poco a poco, conforme el cuerpo físico también se va descomponiendo. Pero hay otra cosa más que va al panteón, me refiero,

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