Toleranca

Existen varias definiciones para la tolerancia según varios escritores, filósofos, artistas, toda clase de gente pero uno que me ha llamado mucho la atención es: “Tolerancia significa disculpar los defectos de los demás, no reparar en ellos” Arthur Schnitzler. Esto, al menos para mí, es muy cierto. Nadie es perfecto, nadie puede criticar a alguien por sus defectos, cuando uno mismo tiene defectos. La tolerancia es vivir juntos respetándonos. Ser tolerante nos evita muchas cosas malas, como la discriminación.

A veces me pongo a pensar cuando nació la discriminación pero debo transportarme muy, muy atrás en el tiempo, hasta la época de los cavernícolas. Me imagino que surgió cuando se dividían en cazadores y recolectores. A unos no les gustaba el trabajo que hacían los otros o entre cazadores no les gustaban los métodos de caza de sus otros compañeros, pero siempre surge alguien diferente, alguien que ve las cosas con innovación y que rompe esquemas. Alguna persona pensó: “Bueno, yo hago mis cosas a mi modo y tú haces tus cosas a tu modo, pero si usamos nuestros dos métodos y el trabajo queda hecho, ¿por qué no utilizarlo?”. Y así, pienso yo que nacieron la discriminación y la tolerancia.

La discriminación ha sido un tema muy recurrente desde siempre, si no es por la raza, es por la ideología, o si no por la preferencia sexual, o etcétera. Siempre ha sido un problema para algunos coexistir con otras personas e incluso animales. Pero veámoslo desde otro punto. Regresemos mucho, mucho, mucho tiempo atrás, hasta el origen de los seres vivos. Desde la ballena azul hasta el más pequeño y autosuficiente organismo unicelular, pasando por toda clase de seres vivos, incluyendo mamíferos, reptiles, anfibios, seres acuáticos, voladores, de tierra, en incluso el mismo ser humano, de todas clases: negros, blancos, asiáticos, altos, bajos, flacos, obesos, pelo largo, pelo corto, toda clase de seres humanos y toda clase de seres vivos, todos, venimos del mismo organismo unicelular procarionte.

Unos pueden decir que son más valiosos o importantes que los demás, pero si lo vemos de esa manera, no hay razón por la cual ser discriminatorios, ya que todos venimos de lo mismo y todos acabaremos igual, en la muerte, sepultados ya sea, en un panteón, en un lujoso jardín o cremados y que nuestras cenizas sean esparcidas por, nuestra playa favorita, nuestro lugar favorito o simplemente guardadas en alguna repisa o vitrina olvidada de nuestras casa. El punto es que, todos regresamos al lugar de dónde venimos: la naturaleza.

José Vasconcelos plantea un punto muy interesante cuando dice “A menudo la excesiva tolerancia debilita y corrompe a la bondad; en el momento de la pelea se debe ser severo”. Claro, la tolerancia está bien y se debe ser tolerante. Pero llega un punto en el cual el ser tolerante no es suficiente para hacer entender a la gente intolerante lo que significa la tolerancia. Entonces la tolerancia, como dice Vasconcelos, corrompe a la bondad y se debe ser duro y severo con esas personas. Y esto pasa por una cosa muy simple pero a la vez: hay gente que en verdad no puede abrirse a nuevas ideas.

Tal vez esto no pasa porque ellos quieran, tal vez así fueron educados y está bien, yo respeto las ideologías y maneras de pensar pero es impresionante como algunas personas no pueden vivir con la idea de que hay pensamientos diferentes. ¿Cómo sería un mundo donde todos pensáramos igual? Todos enloqueceríamos. Supongo que algunos se aburrirían y decidirían acabar con su vida, incluyéndome.

Tenemos el ejemplo de Galileo Galilei. El es uno de los fundadores de la idea de heliocentrismo, que estipula que la Tierra gira alrededor del Sol y no al revés. La Iglesia no aceptaba sus ideas y lo tachaban de loco y de hereje. En esa época, la Iglesia era la máxima autoridad que tenía la verdad

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