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Enviado por   •  9 de Diciembre de 2012  •  6.186 Palabras (25 Páginas)  •  475 Visitas

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LA ESCOLÁSTICA COLONIAL DE LOS SIGLOS XVI Y XVII

Germán Maquines Argote

1. Características del período colonial

Descubierto el Nuevo Mundo al finalizar el siglo XV, la primera mitad del siglo XVI es un lapso en el que se realizan grandes descubrimientos y conquistas en las tierras firmes del enorme continente americano. Tales hechos, como vimos en el capítulo anterior, suscitan aguerridas polémicas en torno a la humanidad del indio y a la legitimidad de tales guerras de conquista y ocupación por parte de la corona española. En el banquillo de los acusados está una institución, que constituía una especie de esclavitud larvada, la encomienda, contra la cual levantó su potente voz de protesta Bartolomé de Las Casas, muerto en 1566.

El largo período colonial abarca dos siglos y medio, siendo su núcleo central el siglo XVII y la primera mitad del XVIII, con una etapa inicial de organización y una última desmoronamiento y cambios revolucionarios, que desembocan en la emancipación y constitución de los nuevos estados americanos.

La primera etapa de organización del orden colonial se inicia con la muerte del liberal y tolerante Carlos I. Su hijo Felipe II, en cuyo imperio no se ponía el sol, asume el poder en 1556 y gobierna hasta 1598. Durante su reinado se afianza lo que Ortega y Gasset calificó gráficamente "tibetización" de España y, en consecuencia, de su extenso imperio. La preocupación máxima del monarca era la defensa de la unidad de sus posesiones, contra los ataques de las potencias emergentes y de la pureza de la fe católica de sus súbditos frente a los herejes. España, en esta forma se "tibetiza", se encierra en sí misma y se coloca al margen de los desarrollos de la modernidad. Señalemos tres hechos sintomáticos de este progresivo encierro empobrecedor que se dan en el infausto 1559: prohibición de estudiar en universidades extranjeras, primer gran "auto de fe" en Valladolid y publicación del primer índice de libros prohibidos. Por estos años está reunido el conservador concilio de Trento, que finaliza sesiones en 1563 y cuyas conclusiones son impuestas como muro de contención de las reformas protestantes. La inquisición española desempeña un papel esencial como instrumento de la contrarreforma y cierre progresivo del horizonte político y cultural. Es verdad que en los años finales del seiscientos y los primeros del setecientos la cultura española, sobre todo en artes y letras, llega al apogeo con Cervantes y Velásquez, para citar sólo dos genios que mueren respectivamente en 1616 y 1660. Pero este esplendor no invalida el hecho de que la política de puertas cerradas, las guerras religiosas y la cerrazón ideológica contribuirían al estancamiento y decadencia de España y su imperio que se inicia a principios del siglo XVII.

En los últimos años del siglo XVI el imperio se extendía por todo el continente americano de norte a sur, ya que España y Portugal estuvieron unidas hasta 1640 bajo una sola corona; pero, al iniciarse el siglo XVII, potencias emergentes como Inglaterra, Francia y Holanda trataron de no quedar marginadas de la repartición del Nuevo Mundo, pese a que España reclamaba para sí el monopolio de las Indias con bulas papales que ya nadie respetaba. Para la administración y defensa de tan extenso imperio se creó una organización centralizada en la corona. El rey, cuyo poder no se discutía, ejercía su autoridad desde la metrópoli mediante tres instituciones: la Casa de Contratación, que controlaba el comercio; el Consejo de Indias, que tenía en sus manos las riendas de gobierno civil y judicial de las colonias; y el Patronato Regio, que se encargaba de la administración eclesiástica.

En tierras americanas las instituciones básicas fueron los Virreinatos, las Reales Audiencias, las Gobernaciones y Capitanías y los Ayuntamientos o Consejos Municipales, Dicho orden colonial tenía como sustento jurídico las Nuevas Leyes de Indias, promulgadas en 1542 y codificadas definitivamente en 1680. En esta forma la vida del siglo XVII va a discurrir en calma, sin grandes sobresaltos, con una sociedad organizada según un sistema de castas que iban de menos a más: desde el esclavo negro, pasando por el indígena, siguiendo por toda clase de mestizos, hasta llegar a la cúspide en la que estaban los españoles nacidos en América o "criollos" y finalmente los "peninsulares" o chapetones.

La población indígena, por excesivo trabajo en las encomiendas y por falta de resistencia a las enfermedades importadas, llega a su mínimo histórico a mediados del siglo XVII, mientras que la población negra va en aumento debido al tráfico de esclavos desde África, que se calcula en medio millón hasta 1650. El mestizaje, por supuesto, se acentúa en el siglo XVIII, mientras que los criollos desempeñan cada vez papeles más importantes en la organización civil y eclesiástica hasta convertirse en protagonistas de la independencia. La economía, principalmente minera en el siglo XVI, entra en crisis en el XVII por el progresivo agotamiento de los principales yacimientos y falta de renovación de las técnicas de explotación; de nuevo en el siglo XVIII esta actividad cobraría un segundo auge. La agricultura y la ganadería, en cambio, tienen un mayor desarrollo en los siglos XVII y XVIII por las necesidades de los nuevos centros urbanos que se fundan por doquier y por la exportación de ciertos artículos como el añil, el tabaco, el azúcar, el cacao y los cueros, etc. Hacia 1718 deja de existir la encomienda, mientras que están en auge las haciendas que presionan sobre las reservas indígenas ya escasas.

Los principales centros urbanos, como las capitales de los Virreinatos, de las Reales Audiencias y Gobernaciones, etc., aumentan su población y el esplendor de sus formas de vida principalmente durante el XVIII, siglo en el que la ciudad de México, por ejemplo, llegó a tener más de cien mil habitantes. Aspecto destacable de estos siglos es el triunfo del arte barroco con rasgos originales en América por influencia del arte popular exuberante en decoración y colorido, y que tenía como función el realce del culto de Dios, así como la magnificación del poder tanto religioso como secular. A las grandes órdenes históricas como los franciscanos, dominicos, agustinos, mercedarios se suman en el siglo XVII los jesuitas, fundados por Ignacio de Loyola en 1534 y que desgraciadamente serían expulsados de España y su imperio en 1767.

Desde el punto de vista cultural, el hecho más sobresaliente es la fundación de universidades a partir de la segunda mitad del siglo XVI en las principales ciudades, siendo las más

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