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A MI AMADO DUAYSI


Enviado por   •  21 de Mayo de 2014  •  1.827 Palabras (8 Páginas)  •  205 Visitas

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Lo hacías cuando no podías acercarte a mí… no podía quitarte los ojos de encima y eso molestó a la vieja bruja y entró al jardín y te golpeó fuerte con la manguera… tú gemiste y yo le grité a la vieja… ¡abuelita… no está haciendo nada…! Te frité que arrancaras a esconderte en los rincones y de ahí del jardín no saliste… me dejó barriendo el patio hasta que llegó la noche… no saliste del jardín pero yo entré a darte un beso en tu nariz húmeda… ¡cómo te amaba Duaysi¡¡. Llegó la noche y me fui a dormir, no podía… extrañamente algo me anunciaban mis sentidos… la oscuridad tenía mil ruidos, las hojas de los arboles estaban más agitadas que otras madrugadas; sentía mucho frío… pero el sueño me acunó aquella noche haciéndose cómplice del instinto animal del ser humano; me levanté en la madrugada a buscarte y como no pude verte te dejé el tarro con agua y un pedazo de pan en el suelo; me fui con la angustia de querer acostarte en mi

Cama, pero no era posible… nadie lo permitiría eras un perro enorme…además hacías mucho ruido con tus uñas largas y eras un loco como yo.

En la mañana me levanto y salgo corriendo del colchón con los pies descalzos como siempre; fui al patio… no estaba mi soldado esperándome… te llamé ¡Duaysi…duaysi.!!! No viniste… te esperé sentada en la escalera del patio y volví a llamarte y como te demorabas salí a buscarte al jardín… ¡Duaysi…duaysi!... te llamé… seguí caminando hasta llegar a la parra y esparcí por el viento un grito de horror… estabas colgando de tu cuello en el árbol de las higueras y tu hocico lindo sangraba… tus dientes estaban teñidos de rojo y me volví loca… fui corriendo al cuarto de las herramientas y saqué un martillo…y corrí al dormitorio de la dueña del jardín y le golpeaba gritando… ¡ abuelita… qué le hiciste el dualysi..!!!! La marmota salió de su escondite y con esa cara de cínica que tienen las personas que desprecian a los animales… me pregunta… ¿qué pasó?... mil recuerdos estallaron en mi cabeza… sentí que todo daba vueltas en mi , recordé cuando nos dormimos ayer en la tarde en el jardín… comencé a extrañarte profundamente y la soledad invadió por momentos mi existencia hasta que se apoderó completamente de mí; al ver a la vieja

En medio de dos mundos la vida fue dando forma a mis pensamientos y sentimientos, desde los más nobles hasta los más temibles… el más perfecto hasta hoy reconocido por todo mi ser, es el profundo entrañable respeto y amor a mi Duaysi. Compañero eterno de mis solitarios días, mi paño de lágrimas saladas y aún más salobres por la tierra que compartíamos, noble de corazón y vagabundo por excelencia, que con la tibieza de tu cuerpo calentaste el mío hasta quedarnos dormidos en medio de los matorrales, donde podía conseguir unas horas de sueño sintiéndome segura y libre a tu lado; donde no podría alcanzarnos por algunos instantes la brutalidad del ser humano.

Comiste de mi pan y supiste lavar mi cara llena de baba; me mirabas inclinando tu cabeza y tus enormes orejas querían escuchar mi queja, fuiste testigo de mi infancia triste y dolorida. Nunca podría olvidar esa tarde en que presurosa buscaba mis sandalias y tú me ayudabas a encontrarla y me trajiste un zapato viejo que lo tiraste a mis pies, me mirabas como por primera vez y te abrace diciéndote: “tontito, esa no es”… y te apreté fuerte a mi cuerpo y me reí de ti… no sé si te enojaste… pero no me importaba eras mi perro y me conocías.

¡Ay…! Si a veces creo que es mejor estar aún contigo; siento tu olor en todas partes y recuerdo tu nombre; siempre pensé que era elegante; justo para ti, ya que eras un perro grande, con enormes patas amarillas de cola gorda y peluda con la que golpeabas a veces mi cara. Nunca aprendí a ladrar; pero tú entendías mis palabras. Recuerdo tu hocico negro detrás de mí oreja y la humedad de tu narizota negra… y tus dientes grandes que a más de alguien asustaban; si parecías una fiera… eras mi perro y tus muelas nunca me asustaron, lo que me asustaba era la voz de alguien diciendo mi nombre, yo me quedaba quieta y tu parabas las orejas y arrancabas al jardín para escondernos debajo de la parra , cerca de una higuera que estaba rodeada de hermosos rosales, los que detenían nuestra carrera para no pincharnos, corríamos por ese gran jardín que parecía no tener fin para nosotros. ¡Cómo añoro esos momentos a tu lado Duaysi…! Nunca te cansabas de mí, y cuando era de noche parecía que te despedías y te ibas rápido a dormir con las gallinas moviendo tu cola gorda y peluda que se perdía en medio de la noche … Te miraba y me quedaba tranquila de que no tenías miedo como yo…me acostaba soñando despierta que mañana volvería a estar junto a ti en el jardín y montando tu lomo negro como aquella noche..

En la mañana me esperabas en el patio de la casa, que más que casa era la cárcel del gigante egoísta, estabas paradito siempre como un soldado, así te lo decía, “ pareces

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