ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Bolivol


Enviado por   •  27 de Marzo de 2014  •  Ensayos  •  2.510 Palabras (11 Páginas)  •  497 Visitas

Página 1 de 11

En el proceso de replicación de la espiral del ácido desoxirribonucleico, las enzimas que realizan el trabajo cometen ciertos errores de identificación y situación de las copias. Al contrario de lo que puede oírse, la naturaleza no es perfecta, aunque también podría considerarse esta imperfección como su mayor virtud ya que sin ella un entorno medianamente hostil frenaría en seco las posibilidades de supervivencia de las especies y hoy nuestro planeta sería un terragal sin interés alguno.

En ocasiones estos errores de identificación y situación de las réplicas de una de las bandas del ADN (las enzimas correspondientes las separan en dos y duplican), producen mutaciones, es decir, que un número concreto de genes mal dispuestos ocasionan cambios de considerable apreciación. Algunos son insignificantes, otros agresivas y son sentencias de muerte para el individuo, y en otros casos y en un índice muy minoritario, positivos. El cambio negativo no prospera, el positivo sí, es por ello que lo que hoy tenemos sobre la tierra es el resultado de una cadena de cambios positivos. Ésta es la ley del más fuerte, ni más ni menos, aplicada con todo el rigor requerido.

Para entenderlo mejor supongamos un medio ambiente que debido a alteraciones geológicas pasa a ser hostil. Cualquier variable en este entorno influiría mucho en el resultado. Dos grupos de animales parecidos a leones viven plácidamente en grandes extensiones de sabana pero los efectos de una glaciación los obliga a acercar sus posiciones en la búsqueda del ya escaso alimento, bisontes que abrevan en una zona concreta más al sur donde el ascendente frío está acabando con las esperanzas de muchas especies. Las hembras cazadoras se ven obligadas a librar batallas con las enemigas del otro lado casi a diario. Sin embargo, dos años atrás una afortunada mutación ha afectado a dos crías (un macho y una hembra) de la manada de uno de los bandos. Los retoños son albinos (recordemos casos como éste en tigres y gorilas, en el Zoo de Jerez y Barcelona por ejemplo), un tamaño algo mayor y por lo tanto más fortaleza física. Soportan mejor el frío en la cada vez menor extensión de la sabana y al competir por el alimento su fortaleza física es vital. El macho pronto abandona su grupo y se enrola en otro lejano que tiene pocas esperanzas. Sus aptitudes le convierten en el líder en poco tiempo. La hembra por su parte, se queda y aparea con el macho dominante dando a luz mestizos de mayores aptitudes físicas que los existentes y mejor adaptación al clima. Ambos hermanos han triunfado en sus respectivos grupos; de entre los rivales del abrevadero algunos se integran y otros perecen por diversas causas derivadas de la nueva situación biológica y climática. La especie se difumina.

Un nuevo estadio evolutivo ha nacido. Leones albinos o semialbinos, más fuertes, mejor adaptados a un entorno que debido a esta mejora involuntaria del código genético ya no es tan hostil, son la prueba viviente de la evolución. Estas características, acompañadas de un leve agigantamiento, se unirán al registro fósil millones de años después. Debido a las mayores necesidades energéticas, la especie renovada toma rumbo al sur donde el alimento es más abundante. Las circunstancias les obligan a adoptar un estilo de vida nómada y en unas cuantas generaciones les separarán algunos miles de kilómetros. La evolución sigue su curso, pero ahora de forma separada y de estos dos grupos nacerán otros subgrupos más con marcadas diferencias debido a las inevitables mutaciones que sufrirán. Cuando seres inteligentes estudien millones de años después el registro fósil, entre ellos encontrarán tantas diferencias como hoy las encontramos nosotros entre un caballo y una cebra, o entre una cebra y un hipopótamo. Pero sus ancestros son comunes.

Evolución humana y catástrofes

Pensar de forma antropocéntrica puede hacernos caer en la errónea idea de que el mundo es como es porque tiene un objetivo claro, y éste es el paso previo a atribuir a fuerzas sobrenaturales el origen de la vida o la existencia de todas las cosas. No se trata de que el hecho de estar aquí sea extraordinario y por ello requiera una valoración espiritual, sino de que si estamos hablando de ello es porque hemos sobrevivido. ¿Por qué estamos aún aquí si todo funciona con esa aleatoriedad?. Simplemente, porque si no existiésemos no podríamos divagar sobre esta misma cuestión. Hacerlo es una consecuencia, no un motivo.

Probablemente en muchos otros lugares del inmenso cosmos no hayan tenido tanta suerte; en otros sí. Las grandes catástrofes ponen a prueba la rapidez y efectividad con que opera la evolución y la idoneidad de nuestro ecosistema vital. Un entorno geológicamente muy inestable no nos habría permitido determinadas licencias que hemos disfrutado en el pasado. No obstante, grandes extinciones las ha habido y las habrá siempre. Al fin de la última glaciación pereció una gran parte de las especies vivientes, aunque otras estaban mejor adaptadas y lograron sobrevivir. El hombre, entre ellas, pero otras variaciones genéticas homínidas no lo consiguieron en su pasado, como el Neandertal y otros en tiempos anteriores.

De hecho, nuestros antepasados directos están extinguidos. El erectus, el hábilis y otros no lograron sobrevivir en el tiempo seguramente porque las particularidades humanas no permitían la convivencia de varios estadios simultáneamente, o quizá porque las particularidades de algunos congéneres les hacía más aptos para procurarse seguridad y alimento. Están probadas las enormes dificultades que tuvimos en el pasado para continuar adelante. De hecho, algunos eventos clave fueron casi milagrosos, como la transformación en una especie bípeda. Nuevamente eventos geológicos propiciaron tal circunstancia, al ocurrir importantes cambios en la orografía del terreno africano. Las especies arborícolas se vieron forzadas a pasar al otro lado o quedarse aisladas. Y ese otro lado era distinto, sin predominancia de bosque, por lo que los que lograron levantarse para mirar a su alrededor sobre la vegetación de media altura prosperaron en mayor medida. Otras causas se suman a este importantísimo cambio, algunas de gran importancia.

Sin embargo, si un asteroide o cometa como los muchos que golpearon a la tierra a lo largo de su historia, hubiese caído en una zona concreta de África hoy no estaríamos aquí divagando acerca de esta cuestión. ¿Por qué existiendo esa posibilidad no nos tocó a nosotros?. Por dos cuestiones clave: la suerte y el tiempo.

En el primer caso, el planeta es relativamente grande y vivíamos en ubicaciones bastante concretas, en especial los núcleos de población mayores. En tiempos de nuestros ancestros bastantes

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (15.8 Kb)  
Leer 10 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com