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Del Otro Lado


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2013  •  2.783 Palabras (12 Páginas)  •  252 Visitas

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-I-

Por varios días un insistente goteo proveniente del otro lado del muro me había hecho muy difícil conciliar el sueño. A simple vista no me era posible identificar el problema, por lo que asumí que el desperfecto habría de estar en la vieja tubería que recorre la casa. Nunca he sabido cómo reparar ese tipo de problemas, por lo que llamé al primer plomero que encontré en la guía telefónica, y le expliqué mi circunstancia. Él no tardó mucho en llegar acompañado de un par de trabajadores más, porque tendrían que abrir la pared para encontrar el desperfecto.

En menos de quince minutos ya habían abierto un hueco en el muro y encontrado la razón del persistente goteo. Pero no era una fuga de agua, sino los fluidos corporales de un cadáver en estado avanzado de putrefacción lo que golpeteaban contra la tubería. Yo estaba más conmocionado por el descubrimiento que el plomero y sus ayudantes. No lograba entender cómo o quién podría haber colocado eso ahí. La cabeza me daba vueltas y cerraba los ojos con la esperanza de que todo fuera una pesadilla.

El plomero y compañía salieron corriendo y me dejaron sólo frente a todo eso. Yo estaba paralizado, pero hice lo que en ese momento me pareció que era lo correcto. Llamé a la policía y después, conciente de las posibles implicaciones contacté a un amigo que es abogado.

Julio, mi amigo, no tardó tanto en llegar como la policía, lo cual era un alivio pues no tenía idea de cómo afrontar una situación como esa yo solo. La autoridad tomó fotografías de toda la casa, buscó huellas, decomisó el marro con el que se había abierto el muro, y extrajeron el cadáver, que más tarde sabría que era el de una mujer. Yo estaba mudo y Julio era el que hablaba por mí mientras los agentes policíacos me veían de reojo, como si fuera un criminal o estuviera encubriendo algo. Trataban de intimidarme y lo lograron de inmediato.

Los forenses de la policía no tardaron en identificar al cadáver por medio de una reconstrucción facial por computadora. La imagen era nítida, pero no dejaba de ser el de una desconocida para mí. Pero nadie habría de creerme eso, porque según las fotografías que tomaron del interior de mi casa, yo la conocía perfectamente, de hecho era mi esposa.

Todo era cada vez más confuso y perturbador. Incluso Julio admitía haber sido mi padrino de boda.

–Eres mi amigo desde hace años, pero no sé qué juego te traes. ¿Cómo se te pudo ocurrir una cosa tan absurda? Ignoro si fuiste tú la causa de la muerte de Alejandra o fue un accidente que… quién sabe por qué trataste de ocultar. Pero no puedes decir que desconoces a “alguien” y tener retratos de “esa persona” por toda la casa. Además, tú no eres precisamente un ermitaño y muchos te hemos visto con tu esposa. De hecho me extrañó mucho llegar a tu casa esta mañana y que no fuera Alejandra quien me recibiera con una taza de café en la mano –me dijo Julio en el centro de detención.

Yo seguía mudo y sentía como si la cabeza me fuera a estallar en cualquier momento.

–Yo no maté a nadie y no tengo ni idea de quién es esa tal “Alejandra” de la que hablas. Tampoco sé cómo llegaron esas fotos a mi casa o por qué aparezco en ellas con esa mujer. Bien sabes que nunca me he casado y no sé cómo o por qué insistes en seguir hablando de una vida que no es la mía –le dije enojado, entonces Julio salió a hablar con uno de los guardias, y sólo regresó a decirme que haría todo lo que estuviera en sus facultades para ayudarme.

Luego me pidió que me tranquilizara un poco. Desde entonces no le he vuelto a ver.

-II-

No fui a parar a la cárcel, pero me recluyeron en una Institución psiquiátrica donde me han examinado todo tipo de psicólogos, y he sufrido un sin fin de estudios físicos y mentales.

Aún no sé que pensar pero sólo se me ocurren dos posibilidades; maté a mi esposa, guardé su cadáver en un muro y la culpa ha sido tan insoportable que borré de mi memoria cualquier cosa relacionada con su asesinato, o no maté a nadie, ni conozco a la mujer que dicen que es mi esposa y no soy más que la víctima de una confabulación, no sé si en mi contra o sólo soy un “chivo expiatorio” al que se le atribuye un crimen que no cometió, tal vez para proteger a alguien más.

De cualquier forma, ninguna de las dos opciones tiene mucho sentido para mí, aunque la primera me golpea la cabeza tan fuerte como el marro que destrozó mi pared.

La confusión no sólo reina estando despierto, pues hasta mis sueños ya no parecen ser míos realmente, sino de alguien más; pesadillas propias de una mente retorcida y perturbada, pero todas giran al derredor de los mismos elementos.

A veces sueño que estoy en casa y oigo que alguien toca persistentemente la puerta, pero cuando corro a atenderla, en la mayoría de las ocasiones no hay nadie afuera, pero a veces está esa mujer, la tal “Alejandra”. Por lo general siempre está lloviendo en el sueño y ella está empapada. Entonces la dejo pasar, aunque no desee hacerlo. Le ayudo a secarse con una toalla, mientras ella permanece impávida, como ausente. De repente ya no es agua lo que le escurre, sino sangre y trozos de carne que se le desprenden del cuerpo. En ocasiones eso no es suficiente para despertarme, y sigo en el mundo onírico impregnando la toalla con la humedad sangrante del cadáver. A veces me ve y sonríe, en otras ocasiones llora, pero generalmente me toma del cuello y me sofoca hasta morir.

El sueño es repetitivo aunque los elementos cambian continuamente. No siempre es ella la que toca a la puerta, a veces soy yo y ella me abre. Ocasionalmente siento que soy yo y termino siendo ella, o cuando abro la puerta me encuentro conmigo empapado en lluvia y sangre.

Sólo una vez soñé que no era nadie, salvo un espectador mudo. Entonces la vi a ella leyendo una revista en la sala, cuando tocan a la puerta. Afuera llueve como si nunca más fuera a hacerlo, y los relámpagos hacen palidecer las luces de las lámparas que iluminan las paredes. Ella va a la puerta y abre. Yo estoy del otro lado, pero no soy yo, o al menos no siento ser esa persona que llega empapada y carga un paraguas defectuoso, que opta por dejar afuera. Luego entra, se besan y dicen algo, mas no logro escuchar qué cosa. De repente y tras un fuerte trueno, la luz de la casa se extingue y sólo se pueden apreciar las centellas del cielo. Oigo barullo, pero no logro ver o distinguir qué pasa. Entonces un nuevo relámpago

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