Desconolonizacion
carlosu959 de Marzo de 2014
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DESCOLONIZACIÓN DESPERTAR ASIÁTICO-AFRICANO EN DEL SIGLO XX Si durante la primera mitad del siglo XX empezaron los pueblos asiáticos y africanos a tomar conciencia de su propia identidad, el despertar asiático-africano se consolidó después de Mundial. A partir de ese momento se hizo imparable el proceso descolonizador, amparado por del Atlántico de agosto de 1941, en especial por su punto tercero. Una vez terminada la guerra, los pueblos colonizados esperaron el impulso al proceso y la obtención de la independencia de todas las colonias como proclamaba de el inicio de la descolonización no se arbitró en , sino en la cumbre de Bandung (Indonesia), del 17 al 24 de abril de 1955, donde se reunieron 29 países asiáticos y africanos. Convocada por los países del grupo de Colombo (Indonesia, India, Pakistán, Ceilán y Birmania), Sukarno y Nehru destacaron como principales dirigentes en este gran acto de soberanía política y autoafirmación nacional. de Bandung fijó los objetivos de las nuevas naciones independientes en el concierto mundial y animó el proceso descolonizador en curso, tal como quedó establecido en los cuatro puntos de la «Declaración sobre los problemas de los pueblos dependientes» y en el programa de los «Diez principios» sobre los derechos civiles, socioeconómicos y políticos. Fue, no obstante, en el rechazo al colonialismo y en la reivindicación de un nuevo orden internacional donde las bases de Bandung resultaron más operativas al poner en marcha el llamado «neutralismo activo», institucionalizado en el movimiento de los países no alineados. Con todo, los principios impulsores de la cumbre de Bandung no pasaron de las buenas intenciones en lo relativo al desarrollo político y socioeconómico de estas nuevas naciones, pues no se erradicaron los estigmas de la pobreza o el analfabetismo, ni se alcanzaron tampoco niveles óptimos de respeto de los derechos humanos. Unos años después, al iniciarse la década de los sesenta, las Naciones Unidas dieron un nuevo impulso a la descolonización al aprobar una «Declaración sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos coloniales» (Resolución 1514 –XV-, de 14 de diciembre de 1960). En ella declaraba el derecho inalienable de todos los países todavía colonizados a «ejercer pacífica y libremente su derecho a la independencia», por lo que debían traspasarse «todos los poderes a los pueblos de esos territorios, sin condiciones ni reservas, en conformidad con su voluntad y sus deseos libremente expresados, y sin distinción de raza, credo ni color, para permitirles gozar de una libertad y una independencia absolutas». A partir de ese momento, el proceso descolonizador avanzó vertiginosamente, sobre todo en el continente africano. Coincidiendo con el fin del colonialismo, se fue ampliando, y en 1975 la nómina de países miembros casi se había multiplicado por tres desde el momento fundacional. Los países del Tercer Mundo aspiraron entonces a cambiar el orden internacional salido de la posguerra con el propósito de convencer al mundo de que mantener la división norte-sur era condenar a la humanidad a un conflicto permanente. El propósito de los países del sur o del Tercer Mundo era crear un «nuevo orden económico» que les facilitase entrar en una fase de desarrollo y modernización de sus estructuras socioeconómicas. Para impulsar dicho objetivo, estos países formaron en 1963 el «Grupo de los 77», logrando que pusiera en marcha de las Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (CNUCED-UNCTAD). Sin embargo, en 1974, en plena guerra fría, las divisiones en el seno de Naciones Unidas impidieron la puesta en marcha de la «Declaración y el Programa de Acción sobre el Establecimiento de un Nuevo Orden Económico Internacional» que la mayoría de los Estados de había apoyado. Con el paso del tiempo siguió pendiente gran parte de los ideales que acompañaron el proceso descolonizador y la toma de conciencia de los nuevos países independientes asiático-africanos. La mayoría de los habitantes de estos pueblos sufría grandes lacras en sus condiciones de vida y de trabajo, y la aplicación de de los Derechos Humanos era para ellos una utopía. Desde el final de la guerra fría los ámbitos asiáticos y africanos no han dejado de cobrar importancia en la nueva realidad mundial, tanto demográfica como culturalmente, sin olvidarnos de su permanente potencial conflictivo en determinadas zonas de fricción, que muestran unas relaciones internacionales en permanente tensión en los últimos años del siglo XX y de lo que va del siglo XXI. ASIA EN DEL SIGLO XX El Lejano Oriente: diversidad en el proceso de modernización Asia oriental o Extremo Oriente engloba a naciones —como Japón, las dos Coreas o China— que después de Mundial tomaron caminos de muy distinto signo y resultado a la hora de su modernización política y socioeconómica. Así, nos encontramos, por una parte, con el modelo socialista de partido único, como sucedió en China o Corea del Norte; y por otra, con el sistema de la democracia capitalista de Japón y, a menor escala, de Corea del Sur. La época de poder personal de Mao Zedong en CHINA pasó por cinco grandes fases: § La primera se desarrolló entre 1949 y 1957, y en ella el Partido Comunista logró hacerse con todo el poder, a través de la práctica del terror indiscriminado, promulgando en 1954 de En las relaciones exteriores, estos años estuvieron marcados por la firma del tratado de «amistad, alianza y asistencia mutua» con , por la ayuda prestada a los norcoreanos durante la guerra de Corea, o por el «restablecimiento» de la soberanía china en el Tíbet; en el campo socioeconómico, la entrada de vigor del primer plan quinquenal (1953-1957) supuso el punto de arranque del proceso de estatalización de la economía en todos los aspectos. § La segunda fase, entre 1958 y 1962, se definió como «el gran salto adelante». El experimento pretendió cubrir todo un plan quinquenal en sólo dos años, pero el resultado no pudo ser más desastroso desde el punto de vista económico, sobre todo en la agricultura. § Los años comprendidos entre 1963 y 1965 corresponden a la tercera fase en la evolución del socialismo en China, durante los cuales una «nueva política económica» prestó especial atención al sector agrícola y cambió las prioridades industriales para potenciar la industria ligera. § Entre 1966 y 1969 tuvo lugar la cuarta fase, conocida como la «revolución cultural»: fue una época de lucha encarnizada por el poder que Mao, convertido en el «Gran Timonel», aprovechó para purgar y depurar por completo el partido, el gobierno y , y potenciar el culto a su personalidad. § La quinta y última fase corresponde a los últimos años de Mao, de 1976. En este período se produjo un nuevo intento de «reconstrucción nacional», sobre todo en la economía. Se prestó especial atención a la agricultura, al permitir a los campesinos el acceso a parcelas de tierras individuales. En la política exterior, de China consiguió en estos años un gran éxito en las relaciones internacionales: el 26 de febrero de 1971 ingresó en , pasando a formar parte como miembro permanente de su Consejo de Seguridad. Sin embargo, el final de la época de poder personal de Mao coincidió con la revitalización del principio de la «lucha de clases», y con la modificación constitucional de 1975. Poco tiempo después, el 9 de septiembre de 1976, moría Mao y, en julio de 1977, Deng Xiaoping era rehabilitado. A renglón seguido comenzó la «desmaoización» del país, proceso que debía suponer el comienzo de una nueva época en China. Desde finales de los años setenta, el Lejano Oriente ha sido una zona de conflicto permanente y China su principal protagonista. Dos años después de la desaparición de Mao, el Partido Comunista chino, controlado por Deng Xiaoping, impulsó una serie de cambios que afectaban, sobre todo, a la estructura económica del país, al avanzar por la senda de la llamada «economía socialista de mercado»; como el partido siguió controlando todo el poder, se produjo una ola de protestas ciudadanas con el objetivo común de abrir el proceso de la reforma política —la llamada «primavera de Pekín» de 1989—, hasta que la intervención del Ejército Popular en la plaza de Tiannanmen, el 3 de junio de 1989, apagó todos los focos de oposición y cerró el tímido proceso de apertura política esbozado durante esa década. En las relaciones internacionales, China, una vez normalizadas en 1989 sus relaciones con , tenía planteados importantes problemas, tales como la «cuestión del Tíbet» o Taiwan, y no deja de hacer ostentación de poderío bélico en su zona de influencia geopolítica e incluso en otras regiones del sur potencialmente conflictivas: la península de Corea, el subcontinente indostánico, Camboya o el Medio y Próximo Oriente. Después de Mundial, en 1948, la península de COREA quedó dividida en dos Estados antagónicos. El paralelo 38 todavía recuerda que la herencia de la guerra fría mantiene viva la separación artificial de la península de Corea en dos Estados cuyos pilares reproducían los modelos de las dos superpotencias. Después del conflicto bélico y el establecimiento de la paz en el verano de 1953, la autodenominada República Popular Democrática de Corea afianzó las bases de poder propias de un Estado socialista y el V Congreso del Partido de los Trabajadores, celebrado en noviembre de 1970, definió las pautas del que se entendía que debía ser un desarrollo institucional y económico definitivo. Esto se logró con la aprobación dos años después de , cuyo órgano máximo de poder era en teoría prema Popular, aunque en la práctica la centralización del poder recayó en Kim Il Sung, líder de la independencia
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