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ESTIERCOLOMBIA


Enviado por   •  16 de Octubre de 2014  •  2.134 Palabras (9 Páginas)  •  129 Visitas

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‘Estiercolombia’

¡Colombia patria mía!..., ¿cuántas veces a lo largo de nuestra vida con orgullo proclamamos al unísono nuestra hermosa oración patria?, ¿cuantas veces estos hermosos versos llenaron de excitación los corazones tanto de civiles como de militares?, y ¿cuántas veces no pisoteamos como una estampida de bovinos el sentido de la misma? Lastimosamente estamos viendo cada vez más como nuestra oración patria y muchos otros símbolos de la nación son precisamente eso, símbolos pertenecientes a una cultura desconocida, que ni siquiera nosotros mismos tenemos la facultad de descifrar.

En gran parte de la sociedad colombiana ha surgido una preocupación bastante particular, es la imagen de Colombia en el extranjero; un elemento bastante grave que ha impreso en la mente de algunos colombianos, que la patria haya dejado de ser tan nuestra, donde podemos ver el colorido espectáculo de “europeos” o “norteamericanos” nativos de un recóndito lugar de Sudamérica.

Además de esta negación de nuestra propia identidad, también encontramos como defecto central la negación de la realidad misma, donde nos preocupamos, no por asear la casa, sino por esconder el polvo debajo de la alfombra cuando los ojos del mundo están sobre nosotros, donde la pobreza y la violencia no existe, donde el Estado, a capa y espada, defiende los derechos humanos, y donde no permitimos ni la más mínima crítica de aquellos extranjeros a los que tanto tratamos de agradar, en otras palabras una farsa total, una patria que no es nuestra.

Cómo lo señala William Ospina en su ensayo “Lo que le falta a Colombia1”, otro de los grandes defectos de nuestro país son las ínfulas de grandeza y la ineficiencia del Estado; es Estado cuando cobra impuestos, desangra el país y cuando debe postrarse a los pies de las potencias que llevan las riendas de la globalización, pero no es Estado cuando se deben proteger los derechos humanos, cuando se comenten atropellos por parte de la milicia y cuando tiene que asumir la responsabilidad directa del caos en que se está convirtiendo Colombia.

El panorama anteriormente mencionado es bastante desolador, y muchos podrán decir que no es cierto, pero no debemos dejarnos llevar por lo que vemos a nuestro alrededor, sino que debemos indagar por lo que no está a nuestro alcance inmediato y todo aquello que los gobernantes del Estado colombiano se han encargado de ocultar de los ojos del público, como vestir de de blanco y con una aureola en la cabeza a los “bondadosos y honestos funcionarios públicos”, además de poner la corrupción como un fenómeno bastante raro en nuestro país. Pero la realidad es totalmente distinta.

es bastante confusa la causa o las causas de esta maraña de defectos que hacen de Colombia un Estado tan defectuoso, y para este análisis tomaremos como primer elemento la tan gloriosa y pregonada democracia colombiana, que para muchos es el elemento más representativo, la mayor fuente de orgullo de la historia colombiana después de la post-independencia, la historia de un Estado “rico” en democracia y elecciones, elementos que según el autor de “La nación soñada”, Eduardo Posada Carbó, hacen de Colombia una nación con una extensa cultura electoral.

Sin embargo estos datos históricos que muestran un sinfín de elecciones, más que demostrar la gran cultura electoral colombiana, muestran la gran inestabilidad de poder político especialmente durante todo el siglo XIX, donde las grandes movilizaciones electorales más que darse por el gusto al sufragio se daban por el sulfuroso ambiente de las repetidas guerras y rebeliones de la época.

Después de haber visto cómo el contexto histórico del siglo XIX nos muestra unas pruebas bastante brumosas de la cultura electoral de los colombianos, debido a la carencia de un estudio preciso de la época, podemos entrar en el campo socio-político fertilizado por la última constitución de este siglo, la de 1886, que rigió prácticamente todo el siglo XX; durante el cual ocurrieron varios eventos importantes para la historia de Colombia, como lo fue el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1948, la violencia bipartidista, el ascenso al poder del general Gustavo Rojas Pinilla el 13 de junio de 1953, el Frente Nacional de 1958-1974 y la Constitución de 1991, que permiten observar la evolución de la política del país.

Posada Carbó expone en el capítulo “El poder del voto” de su obra “La nación soñada”, una apreciación bastante particular de estos altibajos que marcaron la evolución política de Colombia durante el siglo XX; dentro de su visión de esta evolución sobresalen ideas bastante cuestionables, puesto que más que un análisis netamente científico, el autor argumenta desde su experiencia personal y opinión, entre estas ideas caben resaltar en primer lugar la visión nefasta que tiene de la dictadura del general Rojas Pinilla y la muestra como un periodo obscuro de la historia democrática del país, y en segundo lugar, se destaca enormemente la servil apreciación que tiene del “glorioso y esperanzador” Frente Nacional, puesto que basándose en argumentos bastante vacuos y poco dicientes, lo muestra como un periodo de total regeneración de la democracia, cuando el pan de cada día de este vergonzoso episodio conocido como el Frente Nacional, fue de total denigración de la democracia, donde se excluyeron de tajo los partidos no tradicionales y donde Liberales y Conservadores se repartieron a sus anchas el pastel del poder durante un extenuante periodo de 16 años.

Basta decir que la apreciación de Posada Carbó sobre la democracia esta débilmente sustentada en hechos históricos igualmente débiles, y que la historia electoral de Colombia ha sido la que la oligarquía criolla ha querido escribir desde los mismos tiempos de la independencia, y donde la gente del común como agentes “activos” de esta historia no han sido más que sus títeres para crear una realidad que legitime el poder y su grandeza a lo largo del tiempo.

Pero la historia de la democracia colombiana no es más turbia que la historia de un factor que se ha convertido en elemento esencial de la idiosincrasia del país, la tristemente célebre violencia. Lo que hace emerger al panorama una de las interrogantes más importantes ¿Son los colombianos una nación violenta? Y si es así ¿Cuál es la causa de esta violencia?, además en este aspecto la particularidad de la historia oligarca otra vez ha mostrado una realidad truncada, y esto se hace

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