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Epoco Premodernista

2 de Mayo de 2015

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EPOCA PREMODERNISTA

La estructura pre-modernista o semi-feudal data de la Edad Media, cuando la vida se percibía como una lucha repetitiva y continua, y escasamente se tenía una noción del progreso. Es característica de la producción agrícola que depende intensamente de la mano de obra, con poca división de trabajo. Puede consistir en parcelas pequeñas, en las cuales familias individuales producen cosechas tradicionales para consumo propio o venta en mercados locales, sin tecnología ni herramientas modernas, y frecuentemente con la obligación de pagar algún tipo de diezmo o feudo al terrateniente, o puede consistir, como ocurrió en la época colonial, de extensas plantaciones agrarias que producen cosechas para mercados internacionales bajo condiciones que traen a la memoria el trabajo esclavizado.

En cualquier caso, los trabajadores, están virtualmente casados con la tierra local, aislados de la industria moderna y las amenidades disponibles en los mercados mundiales. La de ellos es una existencia monótona que provee poco incentivo para el mejoramiento personal y promueve la continua emigración de siervos analfabetas de las comunidades rurales a la ciudad capital y al mundo externo. Una muy alta tasa de reproducción generalmente acentúa estos efectos.

El feudalismo puro no existe como tal y desaparece gradualmente. Sin embargo, sus vestigios aún permanecen y sirven para frenar la prosperidad agraria que es tan necesaria para el desarrollo tercermundista. Algunos de los factores que contribuyen a que desaparezca la estructura feudal en beneficio de estructuras más modernas son: en el caso del pequeño agricultor, el acceso a mercados internacionales por medio de cultivos de exportación, así como el acceso a recursos de capital y mejoras tecnológicas, como fertilizantes, irrigación, y pick ups; en el caso de plantaciones, la modernización resulta de la creación de plantas procesadoras que transforman el producto agrícola en un producto vendible al mayoreo o directamente al consumidor en los mercados mundiales, la consecuente tecnificación y especialización de los trabajadores, y los sistemas que crean incentivos para mejoras en la remuneración, que están directamente relacionados con la producción para la venta externa. Todo lo anterior señala la salida gradual de un estado de pobreza y la entrada a una existencia moderna más humana.

INICIOS DE LA TENDENCIA

Las tendencias que influyen en la génesis del Modernismo son muy variadas. Especialmente relevantes son los movimientos estéticos franceses. Hay un deseo evidente en los escritores de habla hispana de crear un lenguaje nuevo ("anti-español", según Jean Franco; quizás, sencillamente, anti-burgués). Otros movimientos influyen: la poesía de los estadounidenses Whitman y Poe; el Prerrafaelismo británico, el decadentismo de D'Anunzio... Sin olvidar las fuentes hispánicas: Berceo, Manrique, los Cancioneros... Juan Ramón definió alModernismo como un movimiento "envolvente", que va acumulando elementos de diversa procedencia y los hace suyos. E.Rull afirma que "el Modernismo no rechazó nada como no fuera la vulgaridad, el prosaísmo, la rutina y el conformismo estético y adocenado"

CONTEXTO SOCIAL

Periodo histórico que, según la tradición historiográfica europea y occidental, se enmarca entre la edad media y la edad contemporánea. La edad moderna, como convencionalismo historiográfico —así como las connotaciones del término moderno, utilizado por primera vez por el erudito alemán de finales del siglo XVII Cristophorus Cellarius—, responde en su origen a una concepción lineal y optimista de la historia y a una visión euro centrista del mundo y del desarrollo histórico. A pesar de ser aceptada comúnmente en los medios académicos occidentales como marco referencial, será objeto de una amplia reflexión entre los historiadores a lo largo del siglo XX en torno a su amplitud y sus límites cronológicos, sus escenarios geográficos, su alcance semántico y los fundamentos de la modernidad, entre sus aspectos esenciales.

El siglo XVII representó el apogeo de la mentalidad moderna, caracterizado por el absolutismo monárquico el triunfo del mercantilismo, la revolución intelectual y las guerras de religión.

El despotismo real fue consecuencia de una evolución gradual que adquirió características peculiares en cada región.

Fue sobre todo en los órdenes jurídico, económico y administrativo, donde la monarquía trabajó arduamente, afín de reducir los anacronismos que separaban a la realidad, de las instituciones vigentes. Estas circunstancias fueron el fomento de los nuevos ideales políticos que reflejaban de manera especial el deseo de contar con estabilidad y protección frente a la confusión y el caos producido por permanentes luchas.

El orden y seguridad fueron considerados más importantes que la libertad y los monarcas reconocieron su derecho divino para gobernar, cuyo correlato era la obediencia ciega de sus súbditos.

La nueva política económica: mercantilismo, apoyaba la intervención estatal por considerarla factor propicio para aumentar la prosperidad comercial.

Alcanzó nivel mundial, ampliando las bases del capitalismo, al valorizar las actividades lucrativas subrayar el poder del dinero y considerar a la competencia como el fundamento de la vida económica.

Desde el punto de vista social, la característica saliente fue la ascensión de la burguesía, favorecida por su poderío económico y su creciente alianza con la monarquía.

Otros cambios sociales destacados fueron el crecimiento demográfico y el debilitamiento sostenido de la aristocracia.

El progreso intelectual fue una revolución; varios factores contribuyeron a su advenimiento:

Las ideas renacentistas

Nueva visión del mundo aportado por los descubrimientos

Revalorización de la matemática antigua.

La necesidad de un método válido y confiable apareció como una exigencia fundamental para el quehacer científico.

Los espíritus más progresistas se dispusieron a buscar nuevos criterios metodológicos.

Los límites espaciales y cronológicos del mundo moderno

El prisma eurocentrista desde el que se concibe la edad moderna es la consecuencia de la valoración que el pensamiento europeo-occidental ha hecho de unos procesos básicos y característicos de la cristiandad occidental a lo largo de un dilatado periodo de tiempo. En este sentido, la geografía de la modernidad estará delimitada por Europa, concretamente Europa occidental, y por la magnitud de la expansión de su civilización desde el inicio de los tiempos modernos.

Pero la conceptualización del mundo moderno y sus límites espaciales y cronológicos son objeto de diferentes aproximaciones desde la propia historiografía de Europa occidental. La historiografía tradicional francesa, por su lado, considera que la edad moderna transcurre entre los siglos XVI y XVIII, situando sus comienzos en torno a la caída de Constantinopla en 1453, al descubrimiento de América en 1492 y al fenómeno cultural del renacimiento, en tanto que emplaza su final en el derrumbamiento de la vieja monarquía y el proceso revolucionario iniciado en 1789 (Revolución Francesa), con el que se iniciaba la contemporaneidad. En cambio, en la historiografía anglosajona el término `moderno' hace referencia a un periodo más prolongado y móvil. En consecuencia, la duración de los tiempos modernos tradicionalmente se ha situado tras el renacimiento, hacia el año 1600, y su final tiende a prolongarse en el tiempo hasta el siglo XX. La delimitación de su ocaso puede variar según las diferentes historiografías, en virtud del propio ritmo histórico de cada pueblo: por ejemplo, en 1848, en las naciones de Europa central; o en 1917 para Rusia.

De cualquier modo, y aunque la historiografía occidental ha tendido a situar la edad moderna entre los siglos XVI y XVIII, la consideración de acontecimientos puntuales de singular relieve en modo alguno son significativos sin la valoración de los procesos de cambio a nivel estructural en el devenir de las sociedades. Así, los inicios de la edad moderna difícilmente pueden ser comprensibles sin atender al despertar del mundo urbano en Occidente desde el siglo XIII, al clima de intenso debate religioso que preludia la Reforma iniciada en el siglo XVI, a los primeros síntomas de cambio en los comportamientos de la economía hacia formas precapitalistas o al proceso de conformación de los primeros estados modernos desde finales del siglo XV. Del mismo modo, el final de la edad moderna habrá de ser igualmente flexible en virtud de los procesos constitutivos de la quiebra y desintegración del Antiguo Régimen, cuya transición tendrá un ritmo y una duración variable según las diferentes realidades históricas de cada pueblo, y que a grosso modo podemos dilatar desde finales del siglo XVIII hasta el siglo XIX, y aún en algunos casos hasta el propio siglo XX. En consecuencia, las transiciones hacia la modernidad y hacia el fin de la misma diluyen sus límites tanto en el medioevo como en la contemporaneidad.

Los rasgos esenciales de la modernidad

La modernidad en su origen y en su esencia es un fenómeno europeo, pero la emergencia, extraversión y expansión de Europa le conferirán una dimensión mundial, a través de la presencia y la interacción de los europeos con otras civilizaciones de ultramar.

Como fenómeno esencialmente europeo los rasgos de la modernidad ilustran unas pautas de cambio profundo en la configuración

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