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Enviado por   •  24 de Febrero de 2014  •  Ensayos  •  422 Palabras (2 Páginas)  •  200 Visitas

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us más remotas raíces se hallan en el gongorismo o culteranismo y reaparece bien definido en el seno del modernismo español (Manuel Reina, Manuel Machado) e hispanoamericano (Rubén Darío, Julián del Casal) de la segunda mitad del siglo XIX; también es visible en algunos poetas neogriegos como Constantino Cavafis, ingleses como T. S. Eliot y estadounidenses como Ezra Pound, y poetas españoles del Novecentismo (Ramón Pérez de Ayala) y de la Generación del 27 (última etapa de Luis Cernuda, Homenaje de Jorge Guillén). Ya en la Posguerra, resurge en el grupo «Cántico» (en cierta manera deudor de Luis Cernuda), en Juan Eduardo Cirlot y, sobre todo, en algunos de los llamados Novísimos, como José María Álvarez, Guillermo Carnero, Pere Gimferrer, Luis Antonio de Villena, Luis Alberto de Cuenca, Carlos Clementson), para expandirse después a muy distinas corrientes y autores anteriores y posteriores como rasgo particular de su producción o de una etapa determinada (Ángel Crespo, José Corredor Matheos, Julio Martínez Mesanza, Jon Juaristi...).

Con los precedentes ya nombrados (y algún otro entre postrománticos españoles, por ej. Larmig o Núñez de Arce), el Culturalismo de los Novísimos, como afirma Guillermo Carnero:

Suponía un reto radical a las expectativas de los escritores y lectores de poesía. Esas expectativas estaban dictadas, como ocurre en todo momento histórico, por las tendencias dominantes en el pasado más reciente, por la práctica de la generación entonces en su madurez, y por la lectura selectiva y reductora de la tradición, efectuada y admitida desde ambas [...] Esas expectativas podrían resumirse en dos elementos: realismo social e intimismo confesional. A mediados de los sesenta el primero estaba, en términos de creatividad y de afirmación teórica, en vía muerta, aunque lo impulsara aún una considerable inercia, manifiesta ante todo en los tabúes, restricciones y condenas que tan notoriamente contenía su credo, derivados todos en última instancia del dogma de la trasparencia y recepción inmediata y ecuménica del texto en nombre de su supuesta eficacia como vehículo de persuasión ideológica, denuncia de la dictadura y transformación revolucionaria de la sociedad [...] La poética del socialrealismo proscribía así todo lo que hubiera de resultar extraño a un destinatario callejero de cultura proletaria, totalmente quimérico como lector de poemas. El intimismo confesional consistía -en su última y mejor manifestación- en asumir como tema poético primordial la reflexión ética sobre los problemas y asuntos propios de la condición humana, expuesta en un lenguaje directo no esencialmente distinto del usado habitualmente en la comunicación no literaria, y con un concepto y una expresión del yo de índole neorromántica.1

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