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Hombre_engranaje


Enviado por   •  7 de Septiembre de 2014  •  405 Palabras (2 Páginas)  •  216 Visitas

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Los medios se transforman en fines. El reloj, que surgió para ayudar al hombre, se ha convertido hoy en un instrumento para torturarlo. Antes, cuando se sentía hambre se echaba una mirada al reloj para

ver qué hora era; ahora se lo consulta para saber si tenemos hambre.

La velocidad de nuestra comunicaciones ha valorizado hasta las fracciones de minuto y ha convertido al hombre en un enloquecido muñeco que depende de la marcha del segundero.

Los teóricos del maquinismo sostuvieron que la máquina, al liberar al hombre de las tareas manuales, dejaría más tiempo libre para las actividades del espíritu. En la práctica las cosas resultaron al revés y

cada día disponemos de menos tiempo.

Los patronos, o el Estado Patrono, buscaron la forma de aumentar el rendimiento mediante la densificación de la labor humana: cada segundo, cada movimiento del operario, fue aprovechado al máximo, y el hombre quedó finalmente convertido en un engranaje más de la gran maquinaria.

No nos engañemos sobre la posibilidad de escapar a este destino, mientras subsista la mentalidad maquinista. Si en muchas regiones no se llegó aún a estos extremos es, simplemente, porque no hubo el tiempo suficiente. Este es el caso de la India, la China y algunos países de Sud América, en que el tiempo sigue corriendo "naturalmente", porque esa mentalidad no ha llegado a dominar todavía en forma total. Aquí mismoen nuestra campaña, en algunas provincias andinas o serranas, impera aún ese sentido feudal del tiempo y del ocio, en que los hombres se rigen por el ritmo natural de los astros y estaciones: y somos desganados y criollos en el espejo y el mate

compartido mide horas vanas, dice Borges. Yo mismo todavía recuerdo lo que era la pampa de mi niñez, la diferencia entre nosotros los europeos y los "hijos del país", para quienes el tiempo no existía sino para "matarlo", para vivir tranquilo y despreocupado, para maldecirnos a los gringos que habíamos venido con

nuestras fábricas y relojes.

Pero todo esto son restos menguantes de una época condenada. Los

versos de Borges son más la expresión de su romántica añoranza que de su realidad, porque él mismo vive en la enloquecida Buenos Aires y toma té. En nuestras grandes ciudades desapareció ya esa sensación del tiempo cósmico: nuestros altos edificios nos impiden seguir el crecimiento y el decrecimiento de la luna, la marcha de las constelaciones, la salida y la puesta del sol

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