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Imperial Monárquico- Agustín De Iturbide


Enviado por   •  18 de Septiembre de 2013  •  674 Palabras (3 Páginas)  •  314 Visitas

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La primera razón para que estos periódicos fueran considerados los órganos de esas facciones fue la personalidad de sus editores, directores o patrocinadores. El Sol estaba comandado por Codorniú, quien era conocido como escocés por los miembros de la clase política; se había mostrado a favor del Plan de Iguala y en contra del imperio de Iturbide. Esta publicación recibía el apoyo de Fagoaga, también escocés, partidario de la monarquía constitucional y a quien se tachaba de borbonista en el Congreso. Se publicaba en la Imprenta de Lucas Alamán, ministro de relaciones y señalado como centralista. A pesar de la presencia de Codorniú y Fagoaga, es preciso recordar que los editores y redactores de El Sol no se presentaron como escoceses en su periódico, no se otorgaron tal nombre ni se elaboraron una identidad política en función de su filiación masónica.

Por su parte, el Águila Mexicana nació como propiedad de Juan Gómez de Navarrete, el apoderado de Iturbide, y uno de sus editores fue Germán Prisette, periodista francés de marcada tendencia iturbidista. Poco después lo compró Lorenzo de Zavala y la edición quedó a cargo de Antonio Valdés, emigrado de La Habana, cercano colaborador de Agustín I., editor de El Iris de Jalisco y diputado por ese estado.

En 1823, reconocidos iturbidistas se mostraron como defensores del federalismo. Luis Quintanar y Anastasio Bustamante, junto con la diputación provincial de Jalisco, presionaron al Congreso a fin de que formulara la convocatoria para el nuevo constituyente, en busca de una mejor representación y mayor influjo para los nacientes estados. Por su parte, en las páginas del Águila, Prisette se catalogó como federalista y acusó al Congreso de estar En 1823 cayó el imperio de Iturbide y se instauró un gobierno republicano. Esto significó una ruptura más notable respecto del orden anterior, que se tradujo en importantes cambios en la cultura política. Si bien desde 1808 la soberanía del pueblo empezó a ser considerada por varios escritores y actores políticos como el nuevo fundamento de legitimidad, el establecimiento de la república implicó que el elemento divino fuera desplazado casi por completo como origen del poder político. Se redefinió la ciudadanía, se instalaron nuevas instituciones como los congresos locales y se consolidaron prácticas como las elecciones. Además, la relación entre las provincias y el gobierno central hubo de ser reformulada.

Tras el fracaso del imperio, la monarquía se fue identificando con la tiranía; para muchos publicistas la "verdadera libertad" sólo podía darse dentro de una república. Esto redujo las opciones políticas y las posturas que podían adoptarse abiertamente en el debate, pues en él había una exigencia de unidad derivada de la concepción de que la voluntad general era única, lo cual implicaba la descalificación de cualquier proyecto político distinto a la república,

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