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La Cabellera


Enviado por   •  6 de Febrero de 2014  •  368 Palabras (2 Páginas)  •  226 Visitas

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La cabellera

Iba a pie por un camino desolado que apenas podía distinguir debido a la oscuridad que dominaba esa noche. Forzando la vista lograba entrever los oscuros contornos de los árboles y arbustos que se agitaban en el costado del camino. El viento no dejaba de gemir sobre los árboles. Crujían y rechinaban ramas que se mecían en la oscuridad. Sobre el fondo completamente negro del cielo cruzaban nubes más claras y ligeras que parecían disolverse y formarse espontáneamente mientras las arrastraba con rapidez el viento.

En noches tan convulsionadas como esa es difícil distinguir el origen y la naturaleza de algunos sonidos. Me detuve y volteé. ¿Había sentido un sonido metálico seguido de un golpe? ¿Escuchaba ahora unos quejidos? El viento sopló más fuerte como queriendo despistarme.

Recordando lo antes percibido me imaginé alguien cayendo de su bicicleta. ¿Algún insensato se atrevería a pedalear en aquella oscuridad? De ser así debía poseer una vista más aguda que la mía.

Permanecí quito tratando de escuchar algo más.

Aquella silueta apareció de pronto, asustándome. Forcé la vista. Era, a juzgar por la cabellera, una mujer, y su voz me hizo estar seguro de eso:

- Buenas noches -saludó, sorprendiéndome nuevamente.

- Buenas -llegué a decir, mas reponiéndome un poco del susto le pregunté.

- ¿Se ha caído usted de la bicicleta?

- No, vengo a pie. ¿Me acompañaría?

- Por supuesto, vamos.

Y seguimos caminando. A pesar de que estaba cerca no podía distinguirle ni un rasgo, su cara era una sombra. Cuando intenté conversar sobre el tiempo y la noche que hacía, noté que sofocaba una risa con la mano, y ya no era un tono de mujer. Me iba apartando cuando no pudo detener su carcajada y salió corriendo rumbo a unos arbustos. Aquella carcajada no era de mujer ni era humana, parecía emitida desde el fondo de un pozo, y se me erizó la piel y un escalofrío subió por mi espalda. El resto del camino lo hice completamente aterrado.

Al otro día escuché las noticias. En el camino encontraron una ciclista muerta, y no había sido un accidente, pues le habían cortado completamente el cuero cabelludo, y no lo hallaron en el lugar.

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