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La Crisis Internacional De 1929

BEATRIVCF5 de Julio de 2013

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Las medidas sostenidas en Chile después de la crisis internacional de 1929.

Introducción.

En este informe se dará a conocer principalmente las causas que genero la crisis internacional de 1929, la llamada Gran Depresión. Los efectos que provoco a nivel mundial, siendo uno de los más afectado nuestro país, ya que durante el gobierno de Carlos Ibáñez Del Campo, la industrialización se financio con prestamos principalmente de Estados Unidos, quien a su vez era el principal comprador de las exportaciones del salitre chileno, pero con la aparición del salitre sintético el cual era más económico y esto sumado con la caída de la bolsa de valores y la quiebra de los bancos, provoco que la demanda fuera escaza dando paso con ello al cierre de las oficinas salitreras del norte, lo que trajo consigo cesantía y delincuencia, para luego dar paso a la manifestaciones populares por el descontento de la población ante las nulas soluciones al problema económico que se estaba viviendo, provocando con ello la caída del gobierno de Ibáñez. Pero aun así los problemas económicos continuaron, hasta la llegada al poder de mandatarios radicales, quienes con diferentes políticas de estado comenzaron a recuperar la economía chilena.

Crisis internacional de 1929.

Tras La Primera Guerra Mundial, Estados Unidos se consolido como la principal potencia económica y militar, dando lugar a que la ciudad de Nueva York se transformara en la capital económica mundial, eran buenos tiempos se vivía una clara situación de crecimiento económico, no había paro y las empresas crecían cotizando en la Bolsa, pues veía en ella un negocio rentable, permitiendo que sus empresarios atesorar enormes sumas de dinero, las cuales convirtieron al dólar en la divisa más importante del mundo. Esta gran capacidad de acumular capitales posibilitó la puesta en práctica de una serie de inversiones y préstamos que se distribuyeron a lo largo y ancho del mercado mundial.

Los principales títulos negociados en la bolsa de valores de Wall Street, en octubre del año 1929 sufrieron una violenta caída en sus precios, debido a una alza desmedida en las especulaciones, a la sobreproducción y a la inflación del crédito, que provocó que la bolsa de valores colapsara y los bancos quebraran, causando con ello la faltan de capitales para la industria. El brusco descenso en el precio de las acciones de Wall Street que comenzó el 21 de octubre no pudo ser contenido y en los días siguientes el pánico invadió a los empresarios norteamericanos, los que comenzaron a vender sus títulos accionarios de forma vertiginosa y desmesurada con la intención de recuperar sus inversiones. El efecto que se produjo fue absolutamente contrario y las acciones perdieron valor en forma aún más rápida; en el denominado “jueves negro” tanto que algunos se tiraron por las ventanas del edificio de Wall Street presos de la consternación, luego de ver como sus fortunas desaparecían y sus deudas aumentaban.

La caída de la bolsa de Nueva York tuvo un efecto que se extendió a la producción industrial, la que se debió someter a una recesión con los consiguientes cierres de fábricas, los que dejaron a cientos de miles de personas en las calles. Estos eventos marcaron el comienzo de la crisis más devastadora que sufrió hasta ese entonces el sistema capitalista.

Las medidas económicas sostenidas en Chile después de la crisis internacional de 1929.

Chile fue unos de los países del mundo más afectado, ya que durante la administración de Carlos Ibáñez Del Campo, la mayor parte de las políticas económicas, fueron financiadas con fondos norteamericanos, debido a las facilidades de pago que la banca estadounidense otorgaba a las economías periféricas como la chilena. Esta situación determinaba que la economía de Chile estuviera sometida a los movimientos del comercio internacional y a las constantes variaciones del valor del dólar, el que se hallaba constantemente amenazado por las tensas relaciones europeas durante la posguerra. Por otro lado, el panorama económico chileno se complementaba con el protagonismo de la industria del salitre, la que paradójicamente tenía como principal cliente a los Estados Unidos, hecho que profundizaba la dependencia chilena de la economía mundial y de los mercados globales.

Debido a la doble dependencia que la economía chilena tenía del mercado mundial por los préstamos extranjeros y la venta del salitre, causó que nuestro país se viera fuertemente remecido por la crisis de 1929, ya que la demanda por el salitre y el cobre bajó abruptamente, lo anterior también se debió a la creación del salitre sintético por parte de Alemania. Si bien esta actividad en nuestro país comprendía solamente el 6% de la población activa, los mineros llegaron a ser más de la mitad de los trabajadores cesantes a causa de la depresión, acrecentándose aún más con el cierre de las salitreras en el Norte. Era tal la importancia de este rubro en ésa época del país que terminó afectándolo en todo ámbito, por ello miles de cesantes recorrieron las calles de ciudades y los campos; cientos de obreros salitreros volvieron sin esperanza y recursos desde el norte. Ante lo cual en Santiago, el gobierno a través de los Comités de Ayuda a los Cesantes, debió alimentar y albergar a miles de familias; las ollas comunes proliferaron en los barrios, y mucha gente terminó viviendo en cuevas en los cerros aledaños a la ciudad.

Por lo tanto el ministro de Hacienda de Carlos Ibáñez, Pablo Ramírez, como medida, para lograr subsanar la crisis, creo de la COSACH (Corporación de Salitres de Chile), una empresa financiada por el Estado con el fin de agrupara a los productores de nitrato para elevar la producción y elevar los precios, pero lamentablemente las disposiciones de Ibáñez chocaron con la severa crisis y fracasaron rotundamente. Causando con ello que el año 1931, la crisis alcanzara ribetes trágicos, ya que la falta de liquidez impedía el abastecimiento de los productos de consumo básico en los mercados externos, lo que aumentó los niveles de tensión entre los distintos grupos sociales. El fuerte descenso del poder adquisitivo de los chilenos más la cesantía que aumentaba, obligaron al gobierno de Carlos Ibáñez a suspender el pago de la deuda externa.

La fuerte crisis social y en contexto interno, no dejo más opciones a Ibáñez que recurrir a los políticos tradicionales para intentar calmar a la excitada opinión pública, apartando todo su rechazo a la clase política, a la que consideraba la culpable de todas las desigualdades presentes en la sociedad de este país. Tomando como primera medida llamar al radical Juan Esteban Montero para que ocupara el ministerio del Interior y a Pedro Blanquier, para que se hiciera cargo del manejo de la cartera de Hacienda. Por ello el ministro del interior restauró las libertades públicas, pero esta disposición sólo consiguió aliviar levemente a la ciudadanía, la que exigía soluciones radicales a la paupérrima situación económica del país; sin embargo, debido al aumento gradual de las manifestaciones en su contra y a la paralización de varios sectores productivos, el 26 de julio de 1931 el presidente Ibáñez presentó su renuncia y al día siguiente partió al exilio rumbó a Argentina, dejando el poder en manos del Presidente del Senado, Pedro Opazo Letelier.

La precipitada caída del presidente dio paso a una grave crisis política, que provoco que en poco más de un año hubieran varios regímenes de gobierno, entre ellos la mítica República Socialista, que tuvo una duración de solamente doce días. Finalmente en octubre de 1932, el retorno a la normalidad política y la reactivación económica comenzó con la llegada al poder de Arturo Alessandri Palma.

En el aspecto económico, se inició la recuperación de la crisis de 1929, obra del ministro de Hacienda Gustavo Ross Santa María, que daría pasos en función de un crecimiento "hacia adentro". Sobre el salitre, disolvió la Compañía de Salitres de Chile (Cosach) y creó la Corporación de Ventas de Salitre y Yodo de Chile (Covensa), empresa de distribución, no producción, de carácter mixto. Financió el déficit fiscal con nuevos impuestos. Reanudó el pago de la deuda externa, con pérdida de capital para los tenedores de bonos chilenos. Cuando empezaron a existir excedentes, se destinaron a obras públicas.

Pero aun con los avances realizados por dicho gobierno, no fue suficiente para lograr mejorar la economía de nuestro país, él cual solo hasta la llegada de los gobiernos Radicales comenzó una creciente mejoría.

En el año 1938 asume la presidencia Pedro Aguirre Cerda, quien llevó a cabo una política de corte socialdemócrata, originando la industrialización y frenando el poder de la oligarquía. Para ello, y tras el devastador terremoto que arrasó Chillán y gran parte del sur del país en 1939. Grandes canales de regadío, puentes, edificios, escuelas y hospitales se vinieron abajo. Como medida paliativa el gobierno propuso la creación de una Corporación de Fomento de la Producción, con el objeto de crear un fondo estructural de inversión en corporación públicas, encargada de ejecutar grandes empresas. Bajo este gobierno se creó: Empresa Nacional del Petróleo (ENAP); Empresa Nacional de Electricidad S.A. (ENDESA); El Holding de la Compañía de Acero del Pacífico (CAP); y La Industria Azucarera Nacional (IANSA), entre otras.

A su vez se invirtieron grandes sumas de dinero en la reconstrucción de las zonas y su habilitación. Pese

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