Los Omeyas
epazra27 de Octubre de 2011
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TEMA 2 AL-ANDALUS : LOS OMEYAS
Al-Andalus; nuevo nombre, nuevo Estado
Desde comienzos del siglo VIII, casi al tiempo de su conquista por la rápida expansión del Islam, la P.I aparece denominada, por sus conquistadores musulmanes como “Al-Andalus”
El uso del nuevo nombre contiene el propósito de instalar una nueva entidad estatal. Aplicado a veces a toda la península, de modo concreto, fue designando el territorio musulmán, hasta su final en 1492.
Entre ambos ámbitos, cristiano y musulmán, se formó una frontera, organizada en estos siglos VIII al X en tres áreas especiales: las Marcas Superior, Media e Inferior; y todo al-Andalus fue a la vez límite noroccidental del territorio del Islam.
La organización territorial
En sus tres primeros siglos, bajo la soberanía de los Omeyas, primero en Damasco y desde 756 en Córdoba, desde el 929 hasta el triunfo del Califato.
Cada “provincia” se organizaba en varias divisiones, subdivididas a su vez en “coras” y en AL-Andalus fue la circunscripción máxima, centrada por una capital, con alguna otra ciudad menor, cada una con su alfoz, más distritos, castillos y alquerías.
En Al- Andalus pasaron a ser coras “las antiguas provincias-ducados y provincias-condados”.
Las coras no aparecen centralizadas hasta la época del Califato, cuando las crónicas manifiestan el triunfo del Estado Omeya, complaciéndose entonces en pormenorizar los nombramientos de gobernadores “provinciales” periódicamente emitidos desde Córdoba para las diversas coras.
Para Lévi-Provençal, “ el territorio de al-Andalus, sin contar las zonas de frontera, se dividía en 28 coras, de las cuales siete llevaban una denominación regional y las demás se designaban por el nombre de su capital.
Joaquín Vallvé establece “la división administrativa durante el Califato” en 36 entidades, de las cuales 16 son coras y 15 ciudades. Pueden reunirse los nombres de una cuarentena de coras andalusíes, vigentes con oscilaciones durante el período omeya.
Las coras de Al-Andalus tenían un eje máximo de distancia entre sus localidades, de una treintena de km.
Existen tres tipos de coras:
1. las que se encuentran en el valle del Guadalquivir, al sur del río forman coras poco extensas.
2. al sur de ellas, y en el Valle del Ebro, y al noroeste del Guadalquivir, las coras tienen una extensión algo mayor, digamos intermedia.
3. las coras levantinas, mucho mayores, con una distancia superior a 150 km entre sus capitales.
Las coras de Al-Andalus, estaban integradas a su vez por varios “climas” que designaban un distrito administrativo, integrado por alquerías que directamente entregan sus tributos a una madina formando un espacio homogéneo como comarcas naturales. Tiene alrededor de treinta distritos.
Otras subdivisiones más completaban el sistema. Las tres principales unidades de poblamiento andalusí llegaron a ser las ciudades, los castillos y las alquerías.
Poblamiento: ciudad, castillo y alquería
El poblamiento se manifestó en Al-Andalus en tres unidades principales: la ciudad, el castillo, y la alquería. Al- Andalus estuvo muy urbanizado. La ciudad desempeña un importante papel como centro artesano e industrial y núcleo comercial, atrae y por tanto domina la producción de su entorno.
Para que un hábitat tenga rango de madina debe poseer unos elementos: centro religioso, político, social, cultural y económico, y se le dotará con los edificios que caracterizan dichas funciones: la mezquita aljama, el alcázar, la alcazaba, una cierta ordenación de calles y espacios, zocos y otros espacios productivos y comerciales, alhóndigas, baños, murallas.
Las ciudades andalusíes crecieron o decrecieron al compás de variadas circunstancias: así, la crisis de la Córdoba omeya, arrasada desde las guerras civiles en 1013, despobló grandes zonas de la ciudad. El período andalusí aportó su gran dinamismo urbano, que desarrolló en todos los sentidos las ciudades antiguas existentes.
El castillo no era propiedad de un señor, sino del Estado o de un conjunto de alquerías. El poblamiento rural tuvo en al-Andalus diversas formas. Por una parte, en él se distingue un área periurbana, muy en relación con los habitantes de la ciudad, que suelen disfrutar de huertos, jardines y almunias. Más allá, la principal unidad rural es la alquería, poblada por varios individuos, todos o muchos de ellos propietarios de sus tierras. las alquerías integraban el espacio rural que estaba “vertebrado” en territorios castrales, y los pobladores de cada alquería unidos por “fuertes lazos tribales y cuya única relación con el Estado es el control fiscal de los tributos”
Las alquería fueron en general, muy numerosas.
POLÍTICA
La conquista islámica
Al-Andalus poseyó así su propia entidad política, iniciada desde comienzos del siglo VIII. Los musulmanes aquí instalaron su “reino”. La expansión islámica fue impulsada durante el califato de al-Walid (705-715).
El siglo VIII es uno de los períodos más desconocidos de la historia peninsular porque, habiéndose producido en él un hecho trascendental, como fue la conquista islámica, sólo a grandes rasgos se puede desentrañar.
Tras algunos desembarcos de inspección y botín en 709, y 710, la expedición de conquista, en abril o en julio de 711, fue enviada por el gobernador al Norte de África. Reunió a 12000 combatientes, la mayoría beréberes, desembarcados en la bahía de Algeciras.
Tras dejar parte de sus tropas conquistando Córdoba, Táriq invernó en Toledo, abandonada por sus principales habitantes.
El Califa omeya Al-Walid convocó a Musa y Tariq y ambos partieron hacia Damasco en 714. El hijo de Musá
La celeridad con que conquistaron HISPANIA es el resultado de un impulso y experiencia expansiva y de las decadencias políticas, sociales y económicas del reino visigodo, parte de cuya población pactó con los musulmanes, que ofrecían la alternativa de conversión al Islam o pago de un tributo, a cambio de mantener, los autóctonos, sus autoridades directas, religión y bienes, bajo el poder musulmán.
Este poder se ejerció de dos maneras: en unas zonas, con instalación directa de árabes y beréberes, junto a la población autóctona; y otras indirectamente, por medio de guarniciones o controles musulmanes más o menos permanentes sobre las tierras más septentrionales.
La instalación del poder musulmán fue resultado de una acción bélica, por la fuerza o por acuerdo, y en este último caso, los autóctonos conservaban sus propiedades a cambio de cumplir las condiciones estipuladas.
La importancia de los pactos en el dominio musulmán. Estos pactos fueron de dos tipos: acordados sin lucha previa entre personajes cristianos y los musulmanes o bien como capitulación.
Del segundo tipo destacan: EL PACTO DE TEODOMIRO 713, establecido entre ese personaje del levante y el hijo de Musé. Testimonia un sistema de dominio por capitulación que permitía a los autóctonos conservar religión y tierras a cambio de tributos en dinero y especie, algunas fuentes informan de que antes del pacto hubo luchas entre Teodomiro y los musulmanes. El tratado con Mérida, tras un asedio de varios meses, concluido en junio de 713, cuando los emeritenses solicitaron la paz, conservando sus propiedades, aunque entregando a los musulmanes los bienes de las iglesias, los de quienes habían huido a “Galicia” y los de quienes habían muerto en una emboscada ocurrida durante el asedio. Los habitantes de Carcasona, en 725 pactaron con el gobernador Anbasa que conservarían su religión a cambio de entregar a los musulmanes la mitad de su territorio, pagarles tributo y otras condiciones típicas. De otras varias capitulaciones se conservan referencias por lo cual podemos estimar su trascendencia en el dominio de al- Andalus.
emirato dependiente: 711-756
Al-Andalus fue un este período una provincia más del Califato omeya, con capital en Damasco hasta que en el 750 fueron substituidos por los califas Abbasíes. Provincia con un gobernador propio dependiente de los caligas hasta que se acentúe la cisura de Al-Andalus, tras la revuelta beréber, desde el 739.
La inestabilidad queda reflejada en la cantidad de cambios de gobernador. Las oscilaciones en el origen de los nombramientos son significativas y asimismo la pertenencia a los partidos “árabes del Norte”/”árabes del Sur” /”sirios” de los distintos gobernadores.
La instalación de este nuevo Estado centró la actuación de estos gobernadores , rigiendo el nuevo orden político, religioso y económico, dirigiendo la administración y el ejército.
La dinastía carolingia era un activo foco de expansión frente a.a y apoyo de los enclaves pirenaicos y asturianos, donde se produjo el alzamiento de Pelayo.
Tras Poitiers, la atención de las crónicas árabes se dirige hacia la Península.
Todos estos enclaves, cantábrico, vasco y pirenaico afianzarán su independencia a favor de las convulsiones desatadas en AA desde 740.
Las rivalidades en el Norte de Africa entre árabes y beréberes desde 739 pronto alcanzaron AA. Cuando se le presentaron árabes expulsados por los beréberes de los lugares septentrionales donde tenían superioridad numérica, menos el Valle
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