Los Tres Cochinitos

Durante el año 2000 comenzó a aparecer en estos pagos del Tuyú, una revista periódica llamada Cuero Crudo, escrita por un narrador genuino de asombrosas dotes innatas para prenderte sin remedio al desenlace de sus historias. Su nombre fue José Clemente Castro, y digo fue, lamentablemente, porque luego de aparecer su revista Nº12, esa temible Parka con la que jugueteaba incansablemente en sus páginas, vino por él.

Apasionada por esas historias que relatan anécdotas de una gran autenticidad pueblerina, comencé a clasificarlas y datarlas, con el fin de incorporarlas a la historia familiar que estoy escribiendo. Es que Castro fue de todo. Niño pobre que debió ayudar desde pequeño en su hogar, transitó por todo el tejido social-laboral de los años veintipico al sesenta. De regreso de la cárcel luego de saldar una deuda contraída con la sociedad – pagué hasta donde me lo exigieron, dice - se sentó ante una máquina de escribir para soltar el emotivo caudal que seguramente en la soledad de la celda debió haber madurado. En esa mezcla apasionada de sus años de albañil, de policía en el destacamento Pinamar a las órdenes del legendario ‘turco’ Miguelito, de peón mensual en estancias o como jornalero, rescata personajes humildes y encumbrados, con un delicado respeto hacia sus ideas, con equidistancia y prescindencia admirables en un autodidacta. También resbala hacia el tenebroso cuento de fogón con éxito absoluto. Por todo ello, he elegido una narración de Cuero Crudo para ofrecer a Uds. en este primer Trabajo Integrador del Seminario.

Cristina

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