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Los Ueropeos


Enviado por   •  4 de Octubre de 2014  •  3.548 Palabras (15 Páginas)  •  134 Visitas

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LA HISTORIA ES ESQUIVA A LA RAZON DE LOS HOMBRES

LA VERDAD PURA Y SIMPLE, RARA VEZ ES PURA Y NUNCA ES SIMPLE

lunes, 3 de enero de 2011

LOS GRANDES ESTADOS EUROPEOS : GRAN BRETAÑA, FRANCIA , IMPERIO AUSTRO-HÚNGARO.

1. LA GRAN BRETAÑA VICTORIANA

A. El REINO UNIDO: GRAN POTENCIA DEL SIGLO XIX

En 180I los tres reinos de las islas Británicas (Irlanda. Inglaterra y Escocia) adoptaron la denominación de Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda que, gracias a la revolución industrial, se convirtió en la primera potencia económica del mundo. Ya. desde tiempos de la reina Ana I (1702-1714) se denominaba Gran Bretaña (1707).

En 1837 se inicia el largo reinado de Victoria de Kent (1837-190 1) la etapa más brillante de la Historia de los bri¬tánicos. Se caracteriza en su primera etapa (1837-1873) por la gran prosperidad de su burguesía y. en un segundo período (1873-190 1). por la expansión imperialista que lle¬vó a la ampliación del Imperio británico que se convierte en la primera potencia política y económica del mundo.

La hegemonía mundial británica fue incuestionable hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

B. LA LENTA DEMOCRATIZACIÓN

A lo largo del siglo XIX se produjo el tránsito de un Parlamento y un sistema político con vestigios del Antiguo Régimen, caracterizados respectivamente por el predominio de la nobleza y los enormes poderes del rey, a un sistema liberal que otorga mayor poder a la burguesía urbana y a los propietarios mediante el sufragio censitario. Sólo a fines del siglo se impuso el sufragio universal masculino y logrará el proletariado el derecho de voto. Esto se consiguió mediante sucesivas leyes o acts.

En 1832 con la Reform Act (Ley de Reforma) se suprimieron los burgos podridos y se produjo una redistribución de los escaños que satisfizo a la nueva bur¬guesía enriquecida gracias a la revolución industrial. Con esta ley 56 burgos podri¬dos, prácticamente deshabitados, perdían el derecho a enviar representantes al Par¬lamento y 32 debían ceder uno de sus escaños. Éstos representantes en la Cámara de los Comunes que pierden los burgos podridos se redistribuyeron entre las nue¬vas ciudades industriales, que desde entonces estarían presentes en el Parlamento a través de sus burgueses más influyentes, pues el sistema del liberalismo doctrina¬rio establecía el sufragio censitario en las elecciones.

Con esta reforma de 1832 se dio satisfacción a la burguesía enriquecida, pero quedaron marginados del sistema político la pequeña burguesía, el proletariado y gran parte del campesinado. Así pues los dos partidos políticos que se turnarán en el poder, el conservador o tory y el liberal o whig, sólo representarán a dos grupos sociales: la nobleza y la alta burguesía.

Tras el acceso de la gran burguesía al Parlamento, triunfan los intereses econó¬micos de comerciantes e industriales que logran que en 1846 el Parlamento aprue¬be las famosas anti-corn Laws (Leyes anticereales) que acaban con las tradi¬cionales leyes que protegían los cereales británicos frente a los procedentes del extranjero. La supresión de la política proteccionista por el librecambio o libertad de comercio favorece a la burguesía urbana y perjudica a los terratenientes rurales. Esta lucha política entre terratenientes agrarios y burguesía tuvo como consecuen¬cia una aceleración de las migraciones del campo a la ciudad y una venganza políti¬ca de los terratenientes conservadores que provocaron la caída del lider de su par¬tido, Robert Peel, el impulsor de las anti-corn laws.

A partir de 1865 se disputaron el poder las dos figuras más representativas de los partidos políticos británicos del siglo XIX: el conservador Benjamín Disraeli y el liberal William Gladstone y, ante el incremento de las revueltas sociales, no cabía otra solución que realizar nuevos cam¬bios políticos que quedan plasmados en una serie de leyes. La principal fue la reforma electoral de 1867 de Disra¬eli que amplió el número de votantes de un millón a 2'25 millones de electores, al reconocer el derecho de voto a los cabeza de familia residentes en las ciudades, a los licen¬ciados universitarios, médicos, profesores y clérigos, así como todos los arrendatarios que pagasen una renta anual igualo superior a cinco libras.

La nueva ley electoral de 1884, prácticamente implantaba el sufragio universal masculino pues únicamen¬te no podían votar aquellas personas que no tuvieran resi¬dencia fija, los que vivían en la casa paterna y los encarga¬dos del servicio doméstico. Al año siguiente la Redistribuction Act (Ley de redistribución) modifi¬caba el mapa electoral: frente al anterior reparto de esca¬ños por localidades se implanta el reparto según el núme¬ro de habitantes (un diputado por cada 50.000 electores).

El sufragio universal femenino no se conseguirá hasta principios del siglo XX, después de continuas luchas por los movimientos feministas de las sufragistas británi¬cas, entre las que destacaron Mrs. Pankhurst y sus hijas.

La Edad de Oro del victorianismo pleno (1850-1873), fue una etapa de una gran prosperidad, exagerado purita¬nismo y se practicó en política internacional el "espléndi¬do aislamiento" junto a una expansión imperialista que culminaría con la proclamación de la reina Victoria como emperatriz de la India, unos años más tarde.

La Gran Depresión (1873-1901) marca la última eta¬pa del reinado victoriano, cuando otras potencias europe¬as y extraeuropeas (Alemania y Estados Unidos) compiten con su dominio económico y Francia con el colonial.

C. EL PROBLEMA IRLANDÉS

Desde el siglo XII Irlanda fue tratada por la nobleza y la monarquía inglesa como si de una colonia se tratara. A partir del siglo XVI se establecieron en la Irlan¬da católica una minoría de ingleses anglicanos, especialmente en el norte de la isla, la única zona que participó del desarrollo económico derivado de la industria y del comercio. El resto de la isla siguió siendo rural y católica.

Junto a estos tres problemas, social, religioso y económico, existía en el siglo XIX un grave problema político: desde 1801 dejaron de tener un Parlamento propio y sus representantes se integraron en el parlamento de Westminster, pero "con la condición de que fueran de religión protestante", que sólo era profesada por un 15% de la población irlandesa. En estas condiciones, se puede considerar normal

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