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Los suevos.


Enviado por   •  1 de Junio de 2016  •  Monografías  •  4.257 Palabras (18 Páginas)  •  243 Visitas

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Los suevos                                                              Autor: Guillermo Rodríguez


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Mapa del reino suevo

Los suevos eran indoeuropeos de la familia germánica, más específicamente germanos occidentales. Su lengua original era una variedad primitiva de antiguo alto alemán. Los dialectos que hablaban no sobrevivieron ni dejaron escritos literarios. Estaban asentados en la costa del Báltico cuando la migración de godos y otros pueblos los empujó al Sur, estableciéndose a finales del siglo I d.C. en el alto Danubio y en el Rin medio.

El irrefrenable empuje de los hunos a finales del siglo IV, empuja a los suevos hacia el curso alto del Rin, donde, coaligados con alanos y vándalos, intentarán varias veces el cruce del río, siendo rechazados por las tropas de frontera, hasta que la noche del último día de 406 avanzaron hacia la Galia sobre el río helado aprovechando la inestabilidad que reinaba en el Imperio Romano de Occidente. Llegaron a la península Ibérica en el año 409 con los vándalos y los alanos. Inicialmente los invasores se dedicaron al saqueo indiscriminado, pero en 410 Hermerico firma un tratado con Roma que los convierte en federados del Imperio y en 411 se establecieron en distintas zonas de influencia. Los suevos junto a los vándalos asdingos ocuparon la provincia romana de la Gallaecia, aunque nunca completaron el control de la totalidad del territorio gallego.

El dominio suevo reconoce tres etapas: una primera de expansión y consolidación que va desde 412 bajo el reinado de Hermerico hasta la derrota y muerte de Requiario en Orbigo en 456; una segunda etapa de oscuridad caracterizada por la falta de información, las luchas internas y la presión constante de los visigodos desde 456 hasta 559 y la tercera y última que es un intento de resurgimiento que se interrumpirá definitivamente con la anexión del reino por los visigodos de Leovigildo.

Originariamente nómades, eran conducidos por una aristocracia guerrera que respondía a una monarquía de tipo hereditario. Nunca tuvieron un gran número: eran cerca de treinta mil personas de las cuáles sólo ocho mil integraban su fuerza armada. Gran parte de ellos se asentó en las ciudades mas importantes: la capital del reino Bracara Augusta (hoy Braga), Portus (Porto), Lucus Augusta (Lugo) y Asturica Augusta (Astorga); algunos se instalaron en el campo, en tierras expropiadas a los terratenientes hispanorromanos y el resto formaba parte de las guarniciones militares que controlaban el resto de las ciudades. Los pequeños propietarios, poco latinizados y descendientes de una población autóctona celosa de sus tradiciones, al ser liberados de pagar pesados tributos a Roma, vieron en la nueva situación un alivio, si bien se mostraron reacios a integrarse. El sistema legal suevo se basaba en la costumbre y sus normas no estaban compiladas en un texto, se transmitían oralmente. Permitieron a los gallegos aplicar sus propias leyes, salvo en los conflictos que afectaban los intereses de un suevo. Respetaban la propiedad privada en principio, aunque esto no les impedía saquear las ciudades que tomaban y quedarse con lo que les interesaba. Otro foco de conflicto con la población hispana fue la religión: los suevos, a diferencia de los otros invasores germanos, no estaban cristianizados. Una vez instalados en España sus dirigentes se harían arrianos (herejía que niega el carácter divino de Jesús) mientras que la Galicia hispanorromana se dividía entre aquellos que profesaban el cristianismo y los seguidores de Prisciliano, clérigo declarado hereje y ejecutado.

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La convivencia con sus vecinos vándalos se hizo imposible y comenzaron los enfrentamientos. En 419 la guerra era sumamente desfavorable para los suevos, cuyo ejército estaba sitiado en los montes Nerbasios, en Orense. Recibieron el auxilio de un ejército romano al mando del comes Asterius, interesado en debilitar a los vándalos asdingos, el enemigo más peligroso para los intereses del Imperio. Como resultado de esa avanzada los asdingos abandonaron el bloqueo y se dirigieron hacia la Bética. Finalmente, luego de la muerte de Gunderico, su sucesor y hermano Genserico los dirigiría al norte de África, donde crearon un reino independiente en 429.

Los hispanorromanos no aceptaban dócilmente la ocupación bárbara. Idacio, enemigo declarado de los suevos, es nombrado obispo de Chaves en 427. En 43 va a la Galia y solicita a Aecio, magister militium romano, que ataque a los suevos. El romano, ocupado en otros frentes, sólo enviará representantes a negociar.

En 435 llegan a Galicia monjes provenientes del Mediterráneo oriental y se instalan en la zona costera.

Los suevos completan el control de Galicia tomando Lugo para iniciar luego una campaña contra todas las provincias de Hispania salvo la Tarraconense, que se mantenía bajo el control imperial. Requila asume el trono en 438. Endurece las relaciones con la Iglesia católica y la población hispanorromana. En el año 441 bajo su dirección (y aliados con tribus bagaudas) conquistaron Sevilla y se extendieron sobre la Cartaginense y Lusitania. Cinco años después derrotaron a los ejércitos imperiales romanos y a las tropas auxiliares visigodas enviados a la Península al mando del magíster Vito para recuperar estos territorios y atacan la Tarraconense, provincia imperial.

Requiario es rey en 448 y en 449 se convierte al cristianismo e intenta políticas de acercamiento a los hispanorromanos, a los que permite ingresar en la estructura administrativa sueva. Junto a los bagaudas liderados por Basilio saquea Zaragoza, Lleida y Tarragona. Acuñó las primeras monedas suevas: eran de plata conservaban el retrato del emperador pero en el reverso incluían el nombre de Requiario (“IUSSU RECHIARI REGES”). Acuñaban estas monedas rústicas en talleres móviles a lo largo de los ríos Sil y Miño, de donde sacaban el material. Estas monedas se siguieron usando durante la dominación visigoda. Se casó con la hermana del rey visigodo Teodorico I y atacó a los vascones, cuyo territorio estaba dentro de la Tarraconense, provincia imperial.

Lectura: las luchas contra los vascones de Requiario:

    “… El primero que hayamos escrito haber hecho guerra a los vascones, después de la entrada de las naciones, fue Recciario, rey de los suevos, hijo de Rechila y nieto de Hermenerico. Entró en el reino muy poderoso, el año de Cristo de 448, porque su abuelo y su padre, con la retirada de los godos a Francia y haberse pasado los vándalos a África, fácilmente sojuzgaron a los alanos y silingos. Y aumentado mucho el poder [habían desbaratado a algunos capitanes del Imperio que vinieron a la recuperación de España, y los suevos se la tenían ganada casi toda] emprendió Recciario conquistarla del todo. Y por asegurarse de los godos, de quienes por la vecindad, mucho poder y ejemplos recientes podía temerse fuera estorbo a sus designios, solicitó y efectuó matrimonio con la hija de Teodoredo, rey de los godos que había sucedido a Valia. Y celebradas las bodas, siguiendo su designio y para darse a conocer, al principio de su reinado, invadió con ejército a los vascones por el mes de febrero, según individúa Idacio. Pero es tanta la brevedad de este escritor, que solo dice corrió con robos Recciario las Vasconias. Vasconias dice en número plural, lo cual da a entender que los vascones, viendo que las naciones extranjeras lo iban ocupando todo, ya habían hecho salida y extendiéndose por Álava y la Bureba introduciendo su nombre, lo cual se halla después con más claridad, y no se sabía el principio. Y es de creer, se valió Recciario de socorros de los godos, dados del rey Teodoredo, su suegro, mal avenido con los romanos. Y el arzobispo don Rodrigo se los atribuye en las hostilidades que, luego por julio, dice Idacio, ejecutó Recciario, de vuelta de su suegro, robando las comarcas de Zaragoza y cogiendo por interpresa a Lérida y haciendo no pequeño número de cautivos. De lo cual se ve que los vascones y demás provincias de la Tarraconesa se mantenían por el Imperio Romano, como también la Cartaginesa, que Rechila, padre de Recciario, había restituido a los romanos por asegurar la paz con ellos. El hijo [Recciario], fiado de las alianzas y poder de los godos, pretendía excluirlos de toda España. Parece que, la guerra con los vascones, paró en robos y correrías, y que se le resistieron las plazas fuertes, pues ninguna señala cogida como Lérida. Y que se mantenían por el Imperio Romano pues, a ser de los godos, no era creíble la hostilidad en odio de los que pretendía obligar…”

J. DE MORET, Anales del reino de Navarra, edición anotada e índices S. Herreros Lopetegui. Edita Gobierno de Navarra, Institución Príncipe de Viana, 1988, Tomo I, cap. II, pp. 100-101.

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