Maciosare

La novela de Armando Ramírez describe la ilusión que se tiene en la educación en México, ilusión por que se cree que estudiando se podrá salir de la pobreza, en este siglo aún no ha cambiado esa idea, aunque para algunos es fácil salirse de la educación e irse a otro país a buscar una nueva mejor vida, piensan también que tener un futuro seguro y salir de esa pobreza muchas veces no depende de la educación, sinceramente a mi criterio es la falta de desempleo en este país y la falta de valores.

En el libro también nos relata una vida difícil, el maltrato como herramienta de estudio, las accidentales del medio en el que se desarrolló, que por lo general eran violentas, impactantes e insufribles; como les sucede a una grandísima parte de la población que vive en barrios bajos. Nos cuenta la transición del México “estable” hacia el sumergido en la crisis económica. Nos describe la realidad de la economía informal y en ocasiones influye de manera aguda. La economía subterránea como forma de sobrevivencia en donde las condiciones y talentos de las personas se pueden realizar como en ningún otro lugar y ahí es donde me parece que está la falla de este país.

Nos cuenta acerca de su experiencia en el amor, que es por demás, a la de cualquier ser humano. Lo cuenta de manera detallada, lo impresionante es su forma de expresar el estado salvaje, donde no hay garantías y cada día se puede sobrevivir físicamente, aunque la integridad y la dignidad humana estén más que muertas.

La narrativa es vulgar y usa lenguaje coloquial abundante, como se utiliza ahora en este siglo.

La educación debe ser una prioridad y un derecho para el crecimiento de la conciencia humana, la falta de empleo desanima, pero no basta con darse por vencidos y permitir que nuestras ilusiones sean removidas, antes bien hay que seguir apostando por la educación y los demás derechos de las mujeres y los hombres. Algo entre tantas cosas que son innegables del libro y reflejan directamente la realidad es una historia donde el arqueólogo es testigo protegido de la policía. Al mismo tiempo que corren los rumores de que trabajaba para un capo. La contrastación con la realidad la hace un cable de imaginación que revela que militares que desertaron del ejército se sumaron a las filas del crimen organizado, como ahora en este siglo.

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