Manifesto
manolorguez11 de Agosto de 2014
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Academia Internacional de Humanismo
Manifiesto Humanista 2000
Un llamamiento a favor de un nuevo humanismo planetario
I. Preámbulo
El humanismo es una perspectiva ética, científica y filosófica que ha cambiado el mundo. Su patrimonio comenzó a fraguarse con los filósofos y poetas de las antiguas Grecia y Roma, en la China de Confucio y con el movimiento Carvaka de la India clásica. Artistas, escritores, científicos y pensadores humanistas han dado forma a la edad moderna desde hace medio milenio. En realidad, el humanismo y el modernismo aparecen como sinónimos con mucha frecuencia, porque las ideas y valores humanistas expresan precisamente la renovada confianza en el poder de los seres humanos para resolver sus propios problemas y conquistar fronteras inexploradas.
El humanismo moderno eclosionó durante el Renacimiento. Contribuyó al desarrollo de la ciencia moderna. Durante la Ilustración hizo germinar nuevos ideales de justicia social e inspiró las revoluciones democráticas de nuestro tiempo. El humanismo ha colaborado en la construcción de una nueva perspectiva ética, que subraya los valores de la libertad y la felicidad, así como las virtudes de los derechos humanos universales.
Los firmantes de este manifiesto creemos que el humanismo tiene mucho que ofrecer a la humanidad de cara a afrontar los problemas del siglo XXI e incluso los del nuevo milenio. Muchas de las viejas tradiciones e ideas a las que la humanidad se ha adherido han dejado de ser relevantes ante las realidades actuales y las oportunidades futuras. Necesitamos renovar el pensamiento, si queremos hacer frente a la sociedad global que está emergiendo ahora, y renovar el pensamiento es precisamente el sello distintivo del humanismo. Por eso presentamos el Tercer Manifiesto Humanista, como un llamamiento a favor de un nuevo humanismo planetario.
Las siguientes recomendaciones se ofrecen con modestia, pero también con la convicción de que pueden contribuir a un diálogo entre los diferentes puntos de vista culturales, políticos, económicos y religiosos del mundo. Aunque quienes suscribimos este documento partimos de principios y valores comunes, estamos dispuestos a modificar nuestras visiones a la luz de los nuevos conocimientos, circunstancias cambiantes y problemas imprevistos que vayan surgiendo. No es posible redactar un Manifiesto Permanente, pero es útil y juicioso producir un documento de trabajo abierto a revisión.
Prólogo al presente Manifiesto
Cuatro grandes Manifiestos y Declaraciones humanistas han sido emitidos a lo largo del siglo XX: El Manifiesto Humanista I, El Manifiesto Humanistas II, La Declaración Humanista Secular y la Declaración de Interdependencia.
El Manifiesto Humanista I apareció en 1933 al socaire de la depresión mundial. Avalado por 34 humanistas americanos (entre ellos el filósofo John Dewey), reflexionaba sobre los retos de aquella época, recomendando en primer lugar una forma de humanismo religioso no teísta como alternativa a las religiones de la época, y, en segundo lugar, una planificación nacional de índole económica y social.
El Manifiesto Humanista II fue publicado en 1973 para afrontar las cuestiones que había emergido en la escena mundial desde entonces: el auge del fascismo y su derrota en la Segunda Guerra Mundial, el crecimiento de la influencia y poder del Marxismo-Leninismo y del Maoismo, La Guerra Fría, la recuperación económica postbélica de Europa y América, la descolonización de amplias áreas del mundo, la creación de las Naciones Unidas, la revolución sexual, el desarrollo de los movimientos de mujeres, la demanda de las minorías de la igualdad de derechos, y la emergencia del poder estudiantil en los campus.
Este manifiesto estimuló un amplísimo debate. Fue suscrito por muchos líderes del pensamiento y de la acción a lo largo y ancho del mundo: Andrei Sakharov (notorio disidente soviético), Julian Huxley (primer Presidente de la UNESCO), Sidney Hook, Betty Friedan, Gunnar Myrdal, Jacques Monod, Francis Crick, Margaret Knigth, James Farmer, Allan Guttmacher, Ritchie Calder y A Philip Randolph, entre otros. Defendía los derechos humanos a nivel universal, alegando a favor del derecho a viajar más allá de las fronteras nacionales en una época, en la que la gente que vivía tras el telón de acero tenía prohibido hacerlo. Muchos marxistas humanistas del Este de Europa atacaron el estatalismo totalitario y saludaron esta defensa de la democracia y de los derechos humanos.
El Manifiesto Humanista II ya no continuó defendiendo la economía planificada, sino que dejó abierta la cuestión sobre los sistemas económicos alternativos. En consecuencia, fue suscrito por ambos, tanto liberales y liberalistas económicos, que defendían el libre mercado, como también por social demócratas y socialistas democráticos, que creían que el gobierno tenía un papel esencial que jugar en una sociedad de bienestar. Propugnaba democratizar los sistemas económicos y ponerlos aprueba para ver si incrementaban o no el bienestar económico de todos los individuos y grupos.
El Manifiesto Humanista II fue escrito cuando nos sobrevino una nueva revolución moral: defendía el derecho al control de la natalidad, al aborto. al divorcio, a la libertad sexual entre adultos que lo consintieran, y a la eutanasia. Pretendía proteger los derechos de la minorías, las mujeres, los ancianos, los niños maltratados y las personas con desventajas. Abogaba por la tolerancia de estilos de vida alternativos y la negociación de las diferencias por procedimientos pacíficos, y finalmente deploraba los antagonismos raciales, religiosos y de clase social; hacía un llamamiento para acabar con el terror y el odio. Fue escrito en la onda del Vaticano II, que había intentado liberalizar el Catolicismo Romano. El Manifiesto Humanista II permitió cohabitar a ambos, al humanismo naturalista con el humanismo religioso liberal. El manifiesto era humanista respecto al panorama que se abría ante la humanidad. Indicaba, además, los positivos beneficios de la ciencia y la tecnología para le bienestar humano y predecía que el siglo XXI llegaría a ser la centuria del humanismo.
La Declaración del Humanismo Secular fue publicado en 1980, porque el humanismo y, en particular El Manifiesto Humanista II, había sido sometido a duros ataques por parte de los fundamentalismos religiosos y de las fuerzas políticas del ala derecha en Estados Unidos. Muchas de esas críticas sostenían que el Humanismo Secular era una religión. En consecuencia la enseñanza del humanismo secular en las escuelas, violaba el principio de separación entre Iglesia y Estado y establecía una nueva religión. La Declaración respondía que el humanismo secular expresaba un conjunto de valores morales y un punto de vista filosófico y científico no teísta que no podían hacerse equivalentes con la fe religiosa. La enseñanza del punto de vista del humanismo secular en modo alguno violaba el principio de separación. Al contrario, defendía la idea democrática de que el estado secular debería ser neutral, sin ponerse ni a favor ni en contra de la religión.
En 1988, la Academia Internacional de Humanismo ofreció todavía un cuarto documento, una Declaración de Interdependencia, haciendo un llamamiento a favor de una nueva ética global y de la construcción de una comunidad mundial, que era cada vez más necesaria a la vista de las nuevas instituciones globales que se estaban desarrollando con rapidez.
¿Por qué un humanismo planetario?
Aún cuando la mayor parte de las provisiones de estos últimos Manifiestos y Declaraciones son todavía viables, es evidente que como el mundo entra en un nuevo milenio se hace necesario un nuevo Manifiesto. Y aunque se han realizado muchos progresos desde los primeros manifiestos, ha emergido nuevas circunstancias que nos desafían: el comunismo totalitario ha colapsado en la Unión Soviética y en La Europa del Este y los dos bloques de poder de la Guerra Fría se han disipado en una gran proporción. Nuevas zonas del planeta han intentado llegar a ser más democráticas, aunque muchos países carecen todavía de instituciones democráticas eficaces. Sin embargo, la economía del planeta ha llegado a estar incluso más globalizada. Los conglomerados internacionales que han emergido y se han hecho transnacionales, han conseguido, en este sentido hacerse más poderosos que muchas naciones del mundo. Rusia, China y otros países han intentado entrar en el mercado mundial. Ningún país aislado está en condiciones de dirigir sus destinos económicos al margen del tráfico y el comercio mundiales. Estos cambios fundamentales han ocurrido en gran medida debido al acelerado crecimiento de la ciencia y la tecnología, y en particular de la revolución informática, que nos ha llevado hasta una red mundial de comunicaciones económicas y culturales. Podría argüirse que los cambios ocurridos en el mundo desde el Manifiesto Humanista II (1973) son tan grandes o mayores que los ocurridos desde la Revolución Industrial hace doscientos años, o desde la invención de los tipos móviles y la imprenta de Gutenberg.
Con todo, mientras el mundo llega a convertirse en una familia global, rivalidades étnico-religiosas han intentado dividir los territorios entre facciones contendientes. Los fundamentalismos religiosos se han revitalizado, contestando los principios del humanismo y el secularismo y demandando un retorno a la religiosidad de la era premoderna. De igual manera han emergido creencias paranormales de la así llamada Nueva Era, instigadas por los medios de comunicación de masas, que pregonan una nueva visión de la realidad espiritual o paranormal. Los media se han globalizado. Las TV, films, la
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