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NAPOLEON BONAPARTE


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2013  •  3.480 Palabras (14 Páginas)  •  283 Visitas

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NAPOLEON, UN HOMBRE INTELIJENTE.

Es, quizá, Napoleón, uno de los hombres sobre los que más biografías se han escrito. Sobre él se han hecho numerosos ensayos, se han escrito infinidad de libros. Su rostro, figura y personalidad se dejan ver en todos ellos. Un personaje por demás interesante y del cual hoy nos estaremos ocupando.

Es imposible, por cierto, dar un detalle pormenorizado de todos sus triunfos, logros y batallas, así como mostrar un panorama minucioso de cada una de sus actividades, tareas u oficios. Su vida está plagada de anécdotas y detalles importantes y son éstos sobre los haremos mención.

Se pudieran llenar muchas páginas acerca de su vida, pese a lo cual, lo que vamos a tratar de describir, es una visión global de su vida, sus triunfos, sus derrotas, su forma de ser y su forma de pensar. Desearíamos dedicar un poco más de espacio, pero habrá, así mismo, otros personajes esperando.

Napoleón fue grande, pero grandes fueron también otros personajes. Y así como Alejandro Magno, Aristóteles, Beethoven, Bach y Cervantes han tenido su lugar, Napoleón también tendrá, en esta ocasión el suyo. Grandes hombres y mujeres como Colón, Cleopatra, Confucio, Edison, Goya, Jesucristo, Leonardo da Vinci, María Antonieta y Miguel Ángel, ya han estado presentes. Ahora toca el turno a Napoleón Bonaparte.

Sobre el gran Napoleón

Excelente oficial de artillería, es Napoleón uno de los más destacados personajes que se tenga no sólo de Francia, sino del mundo entero. Un hombre y estupendo militar que, en pocos años adquiere más poderío que el propio Luis XIV. Un hombre que supo prepararse y se ofreció en cuerpo entero para poder vencer al enemigo.

La historia de Napoleón es así. Una lucha constante consigo mismo y con los demás. Una lucha constante por sobresalir y llegar a nuevas fronteras que le darán más crédito y más renombre. Un hombre que supo conjugar situaciones y obtener provecho de ellas para seguir adelante.

Se dice que Napoleón no hubiese llegado al sitio que ocupa hoy, si no hubiese sido por la serie de factores que en ese momento se estaban dando y conjugando en Francia. Esto puede ser cierto; pero, lo que también es verdad es que, si no hubiese tenido inteligencia, preparación y arrojo, de nada le hubiese servido que todas las condiciones le hubiesen sido favorables.

Napoleón era un hombre inteligente. Sabía espera, y estaba consciente que la preparación era necesaria para llegar a donde se quería llegar. En cierta medida, fue el hundimiento de su país, las convulsiones revolucionarias provocadas por un profundo descontento y malestar lo que determinó en Napoleón su deseo de prepararse como cadete en las Escuelas Militares de Brienne y de París. Ahí empezarían las primeras enseñanzas, las primeras experiencias.

La familia de Napoleón

Hijo de padres jóvenes y fecundos, Napoleón nace en Ajaccio, capital de la isla de Córcega, un 15 de agosto de 1769. Su padre se llamaba Carlos Bonaparte, y aunque de posición muy poco acomodada, era de origen aristócrata. Su madre, Leticia Ramolino, unía a su belleza un temperamento enérgico y voluntarioso.

El padre, por otra parte, durante los primeros años de la ocupación francesa, en Córcega, luchó al lado de los suyos por la independencia de la isla. Más tarde aceptaría (le habían comprado) la nueva soberanía, y gracias a la benevolente protección de monsieur de Marbeuf, gobernador de la isla, obtuvo el nombramiento de diputado de la nobleza corsa, representando, en París, a los flamantes «Etat de Corse» (Estados de Córcega).

Otro de los favores que más tarde recibiría, también por intercesión de Marbeuf, sería sendas bolsas de estudio para sus hijos. Una de estas becas sería para Napoleón; se trataba de una beca de estudio para ingresar a la famosa Escuela Militar de Brienne. De esta forma la familia Bonaparte había logrado «algo» a cambio de silencio.

La infancia de Napoleón

Si pudiéramos hablar, en palabras sencillas, sobre la infancia de Napoleón, pudiéramos decir que ésta fue una vida como la de cualquier otro chiquillo. No era un genio que digamos. Era un muchacho turbulento, voluntarioso, que gustaba de jugar a los soldados y tenía cierta facilidad para el cálculo.

Un pequeño que en su imaginación ardiente, al igual que los demás, añora su isla cautiva, que no olvida las pláticas de su padre acerca de los hechos armados, de sus conciudadanos en su lucha y búsqueda de libertad. Un niño que viendo y viviendo todo esto, va formando y forjando su carácter.

Preparación y estudios

El padre de Napoleón había ya decidido la carrera para cada uno de sus hijos: José sería sacerdote; Napoleón, oficial. Camino a Versalles, donde debe tomar posesión de su cargo de diputado, deja a ambos en el Colegio de Autun. Esto ocurría en diciembre de 1778.

Francia sabía hacer bien las cosas, preparar a los hijos de la patria. Napoleón ingresa en esta nueva vida. Así, entre los nueve y los diecisiete años perdería contacto con su isla natal; lugar al que no ha de volver, sino hasta 1786.

Napoleón, «alumno del rey», recibiría de dos colegios, el primero dirigido por religiosos, y el segundo por militares, una educación estrictamente francesa, al lado de jóvenes franceses, todos ellos de buenas familias, allegados de todas las provincias del reino. Nuestro personaje, ahora transplantado a esta nueva tierra, absorbería de grado o por fuerza, todas las ideas francesas, a la vez que reaccionará a su modo y manera contra ellas.

Los siguientes años

Napoleón respira, ya, el aire de los nuevos tiempos. Un aire cargado de augurios. Eran los finales del siglo XVIII. Nuevos presagios se dejaban ver, nuevos cambios estaban por ocurrir. Napoleón, mientras tanto, está a la expectativa y no hace mucho caso a esto; solamente se prepara.

Después de cuatro meses de estancia en Autun, Napoleón ha aprendido ya el suficiente francés como para ingresar en la Escuela Real Militar de Brienne. Aquí recibe, «a expensas del rey», una esmerada educación, donde se trata de preparar oficiales instruidos, capaces de presentarse ante el mundo y, sobre todo, de hacer honor al uniforme.

Las principales materias y disciplinas impartidas son: matemáticas, latín y alemán; pero no se descuidan la música y la danza. La férrea disciplina y la fuerza de carácter están aunadas a todo tipo de instrucción. Les enseñan técnicas militares, simulaciones, reglas del arte de la guerra, una batalla con bolas de nieve, y muchas cosas más.

El gusto por la lectura

Napoleón aprovecha todas sus horas libres. Lee ávidamente todo lo que encuentra. Sus preferencias van hacia la geografía y la historia. Su imaginación

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