Pacto De San Jose

En primera instancia, es importante conocer el origen de La Convención Americana sobre derechos humanos, más popularmente conocida como Pacto de San José de Costa Rica o CADH; para ello es necesario remontarnos a los finales de la Segunda Guerra Mundial, escenario en el que tuvo lugar la reunión de los países americanos en México, los cuales tomaron la determinación de redactar una declaración sobre los derechos humanos, la cual se llamó: Declaración Americana de los Derechos y Deberes de la persona, ésta fue aprobada por la Organización de los Estados Americanos y provisionalmente se acogió como la convención tratante en este ensayo en noviembre de 1969, entrando así en vigor, el 18 de julio de 1978.

El 1 de Julio de 1978, la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) avaló la aprobación de la petición formal hecha por el país de Costa Rica para convertirse en la sede en la que se establecería la Corte. Más adelante, el 10 de Septiembre de 1981se firmó un convenio de sede entre la Corte y la nación costarricense con fines de llevar a mejor resolución el desarrollo de cada uno de los procesos y las garantías de sus miembros.

Habiendo ya abarcado la historia y la parte más relevante de la cronología del Pacto, podemos hablar su principal propósito, el cual consiste en establecer un marco normativo que asegure a los pueblos una mayor dignidad en su manera de vivir. Ahora bien, ya existían tratados con el fin de regular el respeto en la sociedad, ya había otros pactos para tratar de re direccionar la convivencia a través de la fundamentación en los derechos humanos ¿Qué más trajo el Pacto de San José? Pues bien, es cierto que anteriormente ya se habían enunciado los derechos humanos, incluso se trataron de forma universal, pero la Corte Interamericana de Derechos, además de enunciar los ya asentados, integró también los derechos económicos, sociales y culturales y además, estableció como una obligación para los Estados participantes del desarrollo progresivo de dichos derechos, los cuales están inmersos en la Carta de la OEA.

Pero ¿Por qué preocuparnos por derechos más allá de los que creemos son los más esenciales? ¿Y si ya sabemos que existen por qué escribir tantos planteamientos sobre su desarrollo? Para responder estos interrogantes y entender la relación del Pacto con dichos derechos, repasemos lo que La Corte, en su preámbulo reitera “…sólo puede realizarse el ideal del ser humano libre, exento del temor y de la miseria, si se crean condiciones que permitan a cada persona gozar de sus derechos económicos, sociales y culturales, tanto como de sus derechos civiles y políticos…” Pues bien, es apenas lógico, no podemos pretender reformar el comportamiento social si primero no se transforma la sociedad, y esto es completamente imposible si las necesidades de ésta no son satisfechas. Motivo por el cual es preciso además identificar las bases para un cambio social desde el individuo, dándole a éste capacitación y seguridad en su rol social, adoptar las medidas pertinentes para que dicha transformación

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