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Steinar Saether


Enviado por   •  27 de Febrero de 2019  •  Reseñas  •  2.794 Palabras (12 Páginas)  •  218 Visitas

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RESEÑA

Steinar Saether, Identidades e Independencia en Santa Marta y Riohacha, 1750-1850, Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2012, Bogotá

Steinar Saether es profesor asociado en historia de la Escuela Universitaria de Vestfold (Noruega). Estudió historia y humanidades en la Universidad de Oslo, la Universidad Nacional de Colombia y en la Universidad de Warwick (Inglaterra) donde obtuvo su doctorado en 2002. Ha publicado artículos en Colombia, Inglaterra, Estados Unidos y Noruega.

En esta obra el autor desarrolla un estudio regional de microhistoria sobre las mutaciones sufridas en la sociedad samaria a causa de la Independencia en el Virreinato de Nueva Granada. Con ello busca conocer el impacto que tuvo la revolución en los habitantes de la provincia de Santa Marta, y el alcance de los efectos: si fue de manera general o sólo en un grupo dominante; también cuestiona si hubo cambios en la manera en que estos se percibían a sí mismos y su posición política y social.

Para comprender el significado que tuvo la Independencia en este sector de la costa caribe Saether estructuró su libro en dos partes, la primera responde a una exploración de la configuración social presente en las últimas décadas del Imperio español en los habitantes de Santa Marta, Rio Hacha, Ocaña, Valledupar y Cartagena –principalmente-, por medio del análisis de las pautas matrimoniales. La segunda es un análisis cronológico de los conflictos vividos en la región durante las guerras de Independencia, con ello busca explicar por qué Santa Marta se constituyó en un bastión realista hasta 1820, a la vez que describe los procesos que estaban dando lugar a una nueva sociedad.  

El historiador introduce muy tempranamente en su escrito una discusión sobre la participación política en la Independencia, inicialmente con un caso indígena se plantea interrogantes sobre la estructura social en que una u otra alineación política ocurrieron, ¿sería una cuestión de castas, de razas o de capital? Respuestas variadas han sido dadas en la materia, así lo reconoce Saether, quien identifica grosso modo dos vertientes principales, una con enfoque cuantitativo y estadístico, y otra de interpretación textual y contextual, a la que se adscribe.

La exploración del significado de la sociedad de castas ya hecho por otros historiadores ha encontrado por un lado, que en la posición e identidad de los distintos grupos hubo un comportamiento político distinguido por un patriotismo criollo erigido en defensa de una nación preexistente, origen plausible de diferencias internas que decantarían en levantamientos en contra de la península; por otro lado, desde una visión materialista ha estudiado este período de la historia como una búsqueda prejuiciada de los antecedentes del subdesarrollo de América Latina, reduciendo los acontecimientos a una continuidad en la estructura de clases y relaciones de poder, es decir, negando la existencia de cualquier revolución social y por el contrario, afirmando la pervivencia de la colonia en la nación.

Un matiz político es aportado por Xavier Guerra, cuya investigación revela la conciencia que tenían los actores de los movimientos revolucionarios en Hispanoamérica, período de la modernidad. Finalmente existe otra perspectiva, metodología propia de la sociología y la antropología tendente a analizar casos regionales o micro, antes que globales o generales, así es que el autor sigue este modelo para estudiar la transición vivida entre la sociedad monárquica y la nación.

Santa Marta y Riohacha son los puntos elegidos para la investigación debido a que políticamente son periféricos y al ser territorios fronterizos presentan una heterogeneidad notable en su estructura social, por la existencia de españoles, mestizos, esclavos, cimarrones, indios tributarios y algunos aún no conquistados. Inicialmente se ocupa de la dimensión espacial, cuyo orden distingue entre un estado ideal compuesto por dos Repúblicas y otro ‘real’ derivado del despoblamiento inherente al procedimiento de la conquista, desordenado y disperso por el poco control territorial del gobierno y el alto nivel de contrabando con el exterior.

El siguiente capítulo es dedicado al estudio de las relaciones al interior de las élites locales y entre estas y los funcionarios reales; el autor distingue al primero de estos grupos por estar asociado a un linaje celosamente preservado y garantizado por ascendencia conquistadora o encomendera, élite endogámica que buscaba alianzas con los funcionarios reales antes que con cualquier español peninsular, estos últimos generalmente solían unirse con blancos descendientes de españoles sin nobleza. Saether ilustra sus hallazgos con el estudio de genealogías y registros de ocupación de puestos públicos principales en Santa Marta, Ocaña y Valledupar.

Un tercer capítulo analiza la configuración social del grupo denominado como ‘los comunes’, en el que se incluyen los mestizos y negros libertos. El matrimonio en este grupo muestra que las fronteras raciales eran más significativas en una categoría amplia pues entre ellos la libertad para elegir pareja era mayor. Los comunes practicaban uniones consensuales además de las aprobadas por la Iglesia, el nivel de nacimientos ilegítimos era elevado, distinción del mestizaje, si bien los valores cristianos eran compartidos.

Los esclavos son tratados por aparte, y aunque aparecen pocas veces en los registros matrimoniales, el historiador concluye que hubo uniones entre quienes tenían un mismo amo, y aún con algunas personas libres. Ellos buscaban estabilidad familiar, por lo que la pertenencia a una familia incidía en la reducción de la cantidad de fugas. Las comunidades indígenas son catalogadas como los no conquistados y los tributarios. Los primeros, predominantemente ‘guajiros’, no eran necesariamente antagonistas de los españoles, ya que de la obra evangelizadora tanto del clero secular como regular se llegó a un sincretismo significativo. Los segundos desarrollaron sus comunidades siguiendo sus propios intereses entre sus tradiciones y la legislación monárquica, no eran débiles frente a sus vecinos españoles o mestizos, pues contaban con instituciones comunales fuertes afirmadas en el sentido de arraigo a la tierra.

Las mutaciones republicanas son presentadas en la segunda parte del libro, la crisis de la monarquía catalizó tensiones ya existentes al interior de la provincia y puso en una situación difícil tanto a nobles como a comunes, los que preferían evadir la toma de una postura definida, aunque desde tiempo atrás sus vínculos eran más estrechos con la península que con el interior del Virreinato. Luego de 1808 fueron frecuentes las juras de lealtad y compromisos con la guerra contra Francia, mas esto fue cambiando sustancialmente con las exigencias tanto de la Regencia como de la Junta de Santafé, por una parte los funcionarios públicos reaccionaron en contra del absolutismo borbón, y por otra la aristocracia local terminó enfrentada con algunos de ellos. Destaca el hecho de que en esta etapa inicial la incertidumbre condujera a la celebración de elecciones influenciadas por la opinión popular y la voluntad general.

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