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Titiritera....


Enviado por   •  8 de Octubre de 2013  •  955 Palabras (4 Páginas)  •  182 Visitas

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Una Titiritera con historia

Sara Bianchi viajó por todo el mundo llevando su arte de pueblo en pueblo y compartió escenarios con los pioneros del teatro de títeres en Argentina: Javier Villafañe, Ariel Bufano, Moneo Sanz y su eterna maestra y compañera Mané Bernardo, entre otros. A los 78 años, mantiene intacta su pasión, al frente del Museo Argentino del Títere.

¿Qué caracteriza al teatro de títeres y que lo diferencia del teatro de actores?

Sus infinitas posibilidades. El títere es inagotable y no tiene límites, lo mismo le da la aventura en tierra, en mar o en aire; vuela, se cae, se hunde, se levanta, le quitan la cabeza y se la vuelve a poner. Ese es el juego del títere, esa es la esencia que hay que respetar de alguna manera u otra. Si no, ¿para qué? Lo hacés con actores y se acabó.

Cuando lo que hacés con títeres lo podrías hacer igualmente con actores, no es una obra titiritera. Porque sino gana el actor, lógicamente, como intérprete. Porque el títere es una máscara inmóvil y el actor tiene toda su expresión facial, corporal y demás.

¿Por qué es un arte tan cercano a los chicos?

Porque el chico lo ve como un personaje animado, un poco a su dimensión, con el que puede tener diálogo, participar, convivir. El títere es también un juguete para el chico y por eso se acerca a él.

¿Y qué pasa con los adultos?

En sus orígenes el teatro de títeres no era para chicos. Sin embargo, en Argentina es muy fuerte esa tradición y, a los adultos, les da vergüenza confesar que ese personaje puede convencerlo y atraerle tanto como un actor de carne y hueso. Buscan al chico como excusa para ir a ver un espectáculo. Y cuando es para adultos, es difícil convencerlos para que vengan. Pero una vez que entran y ven lo que es el títere, ya están atrapados.

¿Cuándo fue que decidió dedicarse a los títeres?

Yo hacía teatro, escribía y al mismo tiempo era artista plástica. Y en los títeres reunía todo. Podía escribir, tenía la parte plástica de la realización y la actuación: hablando y moviendo títeres. Me vinculé con Mané Bernardo, que ya había hecho títeres antes, y me invitó a formar parte del grupo en el Cervantes. Eso fue en el año '44. Estuvimos ahí tres años, hasta que nos quemaron todo.

Quemar el teatro fue una manera de liquidarnos. Pero volvimos a empezar como titiriteras ambulantes. Alquilando salas en los distintos lugares, trabajando en salas particulares, teatros oficiales y municipalidades, participando en festivales… La normal actividad de un titiritero: en donde puede hacer una función la hace.

¿Cuáles fueron sus colegas más admirados?

Siempre, Mané. Pero en esa época también estaba Moneo Sanz, un gran titiritero de La Plata con el que coincidimos en muchas cosas,

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