Xalatlaco

TRADICIÓN ORAL

Y PATRIMONIO INTANGIBLE

1. MITOS Y LEYENDAS XALATLACO

El origen del cerro Cuahuatl

El cerro Cuahuatl es nieto del Popocaté-petl e Iztaccíhuatl.

Cuando el Popocatépetl e Iztaccíhuatl se casaron, tuvieron como hijos a el Pico de Orizaba, La Malinche, el Cofre de Perote, el cerro del Ajusco y Xinantécatl o Nevado de Toluca. Estos a su vez tam¬bién se casaron y tuvieron sus hijos, que son los cerros que los rodean. El cerro del Ajusco se casó con Xinantécatl o Nevado de Toluca y durante siglos vi¬vieron al lado de sus padres. Como es natural, la familia crecía y crecía, pro¬duciendo dificultades por tantos hijos y nietos. Un día el hambre acosó a las fa¬milias y entonces Xinantécatl dijo a su esposo, el cerro del Ajusco: ¡Vamonos hacia occidente para que nuestros hijos no perezcan de hambre! El cerro del Ajusco repuso, estoy muy cansado, las piernas me tiemblan, mejor me quedo aquí con mis hijos mayores (Citlaltépetl), además seré protector de un pueblo que florecerá delante de mí hacia el norte y miraré para siempre a mis padres.

Xinantécatl comprendió a su esposo, tomó a sus cinco pequeños hijos y par¬tió hacia occidente, conforme fueron to¬mando razón los fue dejando para siempre: Cerro Picacho, Cuahuatontli, Quimichtépetl (cerro de Las Ratas), Tliltitépetl (Cerro Negro) y el más chi¬quito el Cuahultépetl, al cual por la ve¬jez ya no pudo seguir cargando y le dijo: Querido Cuahuatl te quedarás en este lugar sagrado, así lo disponen los dio¬ses, porque a tu lado, hacia el norte, flo¬recerá un pueblo importante al que deberás proteger del viento y tempesta¬des, les proporcionarás agua y regarás sus campos para que tengan qué comer. Yo seguiré mi camino hacia occidente hasta llegar a aquella colina que miras, donde permaneceré eternamente mirán¬dote a ti y tus hermanos, porque a tu pa¬dre y abuelos jamás los podremos ver... Y allí está Xinantécatl viendo al Cua¬huatl y demás hermanos.

2. CUENTOS

El ángel en la Navidad

Había una vez en Xalatlaco un sacerdo¬te agustino que gustaba de los negocios privados, pero al mismo tiempo presta¬ba ayuda a las personas. Un día su her¬mana se casó y tuvo hijos. El cuñado del padre le ayudaba a ciertos quehaceres del templo con la obligación de proporcio¬nar sustento a su familia.

Cansado el cura, un día llamó al cu¬ñado y le dijo: mira, es necesario que busques trabajo, sabes bien que el cura¬to está pobre. El cuñado replicó: ¿y donde quieres que encuentre?, tú bien sabes que no hay. El padre quedó pensativo y dijo: ya tengo la solución, te prestaré algo de dinero, irás a México, comprarás algo de mercancía indispensable y venderás en la puerta del templo. Me parece bien, replicó el cuñado. Con el dinero en la mano se dirigió a la ciudad de México y en una calle del centro vio en un comercio un letrero que decía: "se rematan lentes al 60% de descuento, haga el negocio de su vida". El cuñado decidió comprar 200 anteojos y gustoso regresó a Xalatlaco. El padre lo esperaba y le preguntó: ¿dónde está la mercancía? En esta cajita, cuñado. Pues ¿qué compraste? Lentes baratos, repuso. El padre no podía creer, sabía que su dinero ya estaba perdido. ¡Esto no es posible, no seas ingrato conmigo, nadie te los va a comprar !... quedó pensativo por un momento y opinó: ya sé, venderé los 200 lentes y no alcanzarán. Llamó a misa y en el sermón dijo a los feligreses: queridos hermanos, se acerca la Navidad y Dios nuestro señor vendrá a este pueblo tan querido, a través de un ángel. Los fieles quedaron pensativos, se miraban unos a otros y el padre agregó: sólo que para poder ver al ángel divino a las 12 horas del día 24, se necesitan lentes porque la luz será tan resplandeciente que dañará su vista. Un feligrés le preguntó: ¿Dónde podemos comprar los lentes? Aquí

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